Animales de Costumbres

Las nueva disposición responde a las comprensibles necesidades económicas de los comerciantes que -no se puede obviar ni negar- han sufrido los avatares de la cuarentena como pocos otros, pero ignora el enorme potencial de dificultades para los empleados del sector, que deberán – en muchos casos- pasar más horas afuera de sus hogares, volver a redoblar gastos y tiempo en viajes. Muchos también deberán tomar 4 veces al día un transporte público que en este estado de pandemia se trata de evitar.

Hoy, por este mismo medio, el titular del Centro de Empleados de Comercio (CEC), Juan José Simonetti, se expresó con un somnoliento “muy de acuerdo no estamos”. Respuesta kafkiana, pero no en referencia al gran escritor austríaco sino más parecido a la que daba a los participantes el conductor televisivo, Guido Kaczka, y que se hizo tan popular en las redes sociales como Meme o Sticker: “Está mal, pero no tan mal”.

Quién debería mostrarse firme en sus posicionamientos ensaya una respuesta sosa que vuelve a demostrar la debilidad de un sector que, por desgracia, tiene como moneda corriente los abusos de cargas horarias, el negreo, el fraude laboral que significa que muchos se encuadren como trabajadores de media jornada cuando trabajan jornadas completas o prestadores de servicios cuando son dependientes, la sobrecarga de tareas y, para peor, salarios que, en contadas oportunidades, apenas superan la línea de pobreza.

Además, otro tema que deberá analizar el gremio son los horarios dispuestos para la obra social, la farmacia y los poli consultorios para la atención de sus afiliados. Los horarios laborales de los empleados de comercio suelen colisionar de frente con los estipulados por el gremio para la actividad de sus propios empleados: Al día de la fecha, tanto la obra social como la farmacia en calle Mitre, atienden de 8 a 14hs y los consultorios están funcionando de 8 a 16hs.

El planteo de los comerciantes fue escuchado y avalado por las autoridades municipales y acatado por el gremio sin mayor oposición. Pero los empleados de comercio vuelven a ser los convidados de piedra en los manejos de la actividad comercial de la ciudad: los últimos consultados y los primeros perjudicados.

Si bien Concordia es una ciudad históricamente acostumbrada a la atención comercial en horarios discontinuos, había cierta expectativa porque la circunstancia extraordinaria de la pandemia, y su consecuente cuarentena, reacomodaran los viejos métodos y horarios de trabajo en algunos de los rubros.

Esta nueva extensión horaria significará más horas de gente deambulando en las calles y en transportes públicos.

Sin embargo, no se trata sólo de una cuestión sanitaria. Se trata también de darle una medida humana al trabajo; Sobre todo entendiendo que es un sector con fuerte presencia de mujeres que, de forma paralela, deben ocuparse -en la mayoría de los casos- del trabajo en la casa y también, dado el contexto actual, ser “asistentes pedagógicas” de sus hijos.

Tampoco podemos soslayar que la amplitud horaria de los comercios suele obstaculizar la realización de actividades extra laborales y el desarrollo personal de muchos quienes se ven impedidos de continuar estudios superiores o terminar aquellos que quedaron truncos. Cuestión que los imposibilita para crecer como personas y, por ende, tener mejores chances en la escalada social.  

Si bien son cuestiones que se arrastran de la cultura machista y viejas costumbres comerciales, la dirigencia y la sociedad deberían abordar la problemática para estar a la altura de los tiempos actuales y buscar una salida.   

El momento presente puede ser una oportunidad para que tanto comerciantes, empleados, dirigentes y público en general se replanteen y acostumbren a una nueva modalidad de trabajo y de consumo que posibilite una mejor vida para todos.

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