En la previa al inicio de Precios Justos, el plan de congelamiento de precios de productos de la canasta básica por 120 días, las empresas fabricantes de alimentos, bebidas y limpieza volvieron a mostrar los dientes desafiando un pedido del Gobierno: desde el Ministerio de Economía les sugirieron que no remarcaran por encima del 4 por ciento, pero en las horas siguientes los más grandes mandaron a los supermercados listas con aumentos de entre 7 y 15 por ciento. Solo unos pocos aceptaron las pautas del Estado y los que no se bajaron de las remarcaciones avisaron, además, que no entregarán mercadería a aquellos comercios que no tomen las listas con aumentos.
Según números del mercado a los que accedió Página I12, los que peor se portaron ante el pedido oficial fueron las alimenticias. Algunos casos: Bunge envió una suba de 15 por ciento para el arróz; Porta Hermanos (principal fabricante de alcoholes y bebidas) de entre 12 o 13 por ciento según el producto.
Molinos Río de la Plata pasó entre 7 y 8 por ciento en pastas y arroz. Y las papeleras que monopolizan el mercado pasaron subas muy fuertes: San Andrés de Giles, entre 6 y 9 por ciento; y Papelera del Plata un 7 esta semana, pero con un asterisco. La semana anterior pasó aumentos del 4 y avisó que después del 15 de noviembre volverá a subir otro 4, es decir, quince puntos en un mes. La empresa de cremas y productos de higiene Nivea, pasó un 7 por ciento. Y el mismo porcentaje subió Johnson y Johnson. Todas esas empresas avisaron que sólo abastecerán si les toman ese precio.
Arcor, la empresa de la familia Pagani, aún no respondió si será parte del congelamiento, algo que sí hizo Mastellone, que produce la leche La Serenísima. Entre los duros también aparece Coca Cola, que como trabaja con dos distribuidoras (Reginald Lee y FEMSA), tiene constamente fuertes variaciones de precios según zonas.
La resistencia a Precios Justos no es nueva. Ya este diario contó que las empresas iban a la guerra con Massa y el congelamiento, pero poniendo como excusa que era imposible cumplirle al ministro el sueño de que los 1500 productos a congelar se fabricaran con el precio impreso en el paquete. Como eso se complicaba, Economía decidió no hacerlo y, en su lugar, creó una aplicación que les permitirá a los consumidores comprobar el cumplimiento del plan y el precio fijo con un simple escaneado de código de barras que se hará con el teléfono celular. Pero aún con esta solución alternativa, siguió el boicot contra el programa oficial que aún se lanzó, mostrando que, en realidad, el malestar no era por la impresión de los paquetes sino que la idea no era apoyar ningún tipo de congelamiento.