ÁNGELES EN DOS RUEDAS

En mayo vi azorado los saqueos a comercios y supermercados. Desabastecimiento, estado de sitio, ¿14 muertos?…Recuerdo la ciudad en guerra, sirenas de ambulancias, policiales, ráfagas de ametralladora.

A la democracia le hicieron tirar la esponja y pusieron en remojo la barba de los que vinieran. Eran tiempos de derrotas. El socialismo caía, fin del mundo bipolar, de las ideologías, de la historia, de las ilusiones. El ganador” impone el consenso” de Washington. El Estado de bienestar  desaparece, gobierna la mano invisible pero perversa del mercado.

Menem retoma la política económica de la” miseria planificada “que fue el objetivo del golpe del 76´. Privatizaciones del patrimonio público,  Concentración de la riqueza en pocas manos, timba financiera y fuga de capitales, extranjerización de la economía, destrucción del aparato productivo, precarización laboral y descomunal desocupación.

Ese modelo económico, político, social, cultural estalló en 2001. Lo profundizó De La Rúa y Cavallo. 15 de diciembre de 2001, estoy en Concordia ya y veo, a media cuadra de mi casa, gente hambreada tratando de rescatar alimentos, desesperada, en un supermercado chino. El 19 y 20 de diciembre el estallido se generaliza y De la Rúa y Cavallo renuncian, no sin desatar una sangrienta represión contra el pueblo. Aquella con la que comenzó ese nefasto gobierno en el puente que une Chaco y Corrientes.  Aquella bruta e impune que era consustancial con el ajuste. Las que dejaron 39 personas asesinadas por la policía. Dos de esas víctimas son emblemáticas. Dos ángeles sobre ruedas.

 CLAUDIO POCHO LEPRATTI

EL ANGEL DE LA BICICLETA

“Somos los que hicimos las marchas, los paticortos peloduro que pedimos respeto cuando estamos trabajando, los que peleamos por la dignidad del que anda abriendo puertas, vendiendo flores, limpiando vidrios, para no manguear ni robar.

(Palabras de presentación en sociedad de la revista El ángel de lata”)


Claudio «Pocho» Lepratti

Nació en Concepción del Uruguay el 27 de febrero de 1966. Sus palabras tan dulces tan buenas, su infinito corazón solidario lograron expresarse en la lucha cotidiana, altruista, generosa junto al Padre Edgardo Montaldo, en el Barrio Ludueña de Rosario, inspirados por los ecos humanitarios de Don Bosco. Se mudó a Rosario en 1989 en plena ola de saqueos. Instaló una casilla en el Barrio y comenzó su extraordinaria tarea con los chicos y los jóvenes arrasados por la miseria. Todos lo conocían y todos lo querían en el barrio en el que circulaba en esa bicicleta con la que el 19 de diciembre ascendió al cielo de los justos, de los buenos. Su breve y maravillosa vida dedicó a acompañar, ayudar, recuperar los pibes devastados por la miseria y las drogas. La mayor parte de su escaso sueldo que ganaba por su trabajo en el comedor de la Escuela 756 del Barrio “Las Flores” lo socializaba para realizar tareas solidarias, para contribuir con el pan nuestro de cada día: “Allá en la villa como en el cielo”. Era un comprometido militante social que organizaba murgas, guitarreadas y campamentos, donde se lucieron diversos grupos promovidos por él: “La Vagancia”, “Los Gatos”, “Los Piqueteros”, “Los Rope”, “Los Terribles”, “La Murga de los “Trapos” y “Los Peloduro”. “La vagancia”, bajo la conducción de Pocho, logró sacar la revista barrial “El Ángel de lata”, que vendían los chicos de la calle como subsistencia creativa. Militaba, además de en los movimientos de la iglesia social, en A.T.E siendo referente del movimiento “Chicos del pueblo”.

El 19 de diciembre, a las seis de la tarde, subió al techo de la escuela para gritarle a la policía que no disparase sus armas porque estaban los pibes en el comedor y podían herirlos. Los agentes venían reprimiendo violentamente a pesar de que no había ningún saqueo allí. Tres policías bajaron de dos autos. Uno apuntó a Pocho con su Itaka y lo mató de un postazo en la garganta. ¿Con qué libro se educó esa bestia sin alma? Se pregunta la tan bella y  triste canción compuesta por Luis Gurevich e inmortalizada por León Gieco. La respuesta es clara, con los libros de la Dictadura, aquellos que en la represión, parecieran no perder vigencia.

 

 

GASTON RIVA MOTOQUERO


Gastón Riva

Los motoqueros o moto mandados no solo surgieron como efecto de la crisis económica y de la desocupación de la década del 90, como un trabajo precarizado del sector de servicios, sino que representó desde sus inicios un movimiento político sindical asociado a los de derechos humanos, sobre todo de H.I.J.O.S. Por eso no fue casual su rol conmovedor y heroico en la resistencia contra la represión policial del 19 y 20 de diciembre de 2001, en defensa del pueblo que se manifestaba contra un gobierno que lo hambreaba y robaba. Tampoco que Gastón Riva haya salido disparado con su moto a la Plaza de Mayo cuando vio las imágenes que mostraba a cobardes policías de la montada gaseando y golpeando a los manifestantes, sobre todo a las Madres de Plaza de mayo. Esos nobles y extraordinarios trabajadores que no se dejan vencer por la desesperanza ni el oprobio al que los empuja un capitalismo salvaje, resistiendo con dignidad para no caer en el robo y la desesperación, tuvieron una participación heroica en esas jornadas tan dolorosas. Gastón Riva, que fue asesinado por la Policía el 20 de diciembre con un balazo de plomo en su pecho, es un símbolo de ese colectivo admirable. Lo recordamos con la hermosa canción a él dedicada por el gran cantante popular Abelardo Martín.


Motoqueros, Motomandados en diciembre de 2001

LA MEMORIA Y LA ALEGRIA

Hoy, 20 de diciembre de 2022 tenemos sentimientos encontrados. Una enorme alegría por el triunfo de la selección que desborda las calles y el triste recuerdo de los acontecimientos dolorosos del 2001.  Creo que ambos sentimientos nos son necesarios. Recordar para no repetir nuestro fracaso, como lo hacemos cada vez que nos convertimos en un país esponja y desbordar de alegría y felicidad cuando nuestra selección de futbol nos da una alegría entre tantas amarguras y frustraciones. La alegría, dice Spinoza, es una pasión que potencia el actuar y nos hace sentir capaces de transformar colectivamente la realidad, el mundo, las injusticias. Los sectores del poder quieren sociedades tristes y resignadas para dominarlas, quieren pueblos sin memoria para sojuzgarlos, por eso recordar para no repetir y festejar para sostener la esperanza de ser felices, son las sensaciones que deben ganarnos en este particular 20 de diciembre.

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