Analfabetismo histórico

Si hay una problemática compleja en el campo formativo del conocimiento de lo social, es la escritura y la comprensión de la narración histórica.

Hay destrezas cognitivas básicas que impactan de manera profunda en el aprendizaje de los contenidos de la historia, pues en ellos prevalecen el uso de términos y conceptos que son ambiguos y abstractos, pero a la vez son necesarios e imprescindibles en su explicación, debido a que involucran temporalidad y espacialidad, narran acontecimientos y procesos, a la vez que favorecen el desarrollo del pensamiento crítico.

Se pueden vislumbrar las consecuencias que ocasiona el deficiente aprendizaje de la historia, la principal de ellas es el analfabetismo histórico, presente en muchos jóvenes e incluso adultos, quienes asumen una actitud pasiva ante el mundo, desconociendo la importancia de sus actos en la construcción del propio futuro.

Es necesario recuperar la importancia de la lectura y la escritura como un ejercicio ineludible para mejorar el aprendizaje histórico. Este aprendizaje es siempre indirecto y mediado por libros de textos[1], testimonios, obras historiográficas y otros recursos con los que se reconstruye el pasado mediante un ejercicio de imaginación. También se evidencia, de manera directa, el vínculo que tiene la lectura con el aprendizaje, cuyos errores se traducen en una deficiente comprensión de los contenidos de la historia. Esto se debe principalmente al carácter conceptual que acompaña el estudio del pasado.

Desarrollar el gusto por la lectura implica, en su transcurso, plantear preguntas, reconocer la historia como una construcción, realizar el ejercicio de su escritura, considerar los hechos en su contexto, formular explicaciones, proponer, en el aula y a una escala reducida, la labor del historiador, con estudiantes entusiastas y docentes que acompañan, renunciando a la enseñanza y al aprendizaje memorístico y al libro de texto, como única fuente. En este sentido, es claro que en la práctica será difícil abordar todos los contenidos programados, pero también es importante reconocer las consecuencias de la didáctica tradicional.  

¿Qué saben de historia los jóvenes que han completado la escolaridad obligatoria?

El deficiente manejo de los conceptos asociados a la historia crea problemas muy específicos: confundir lugares, personajes, hechos e incluso procesos. Esto, en sí mismo, representa un problema, ya que genera un bajo rendimiento académico; pero además de ello impide a los jóvenes contextualizarse, perdiendo de vista la importancia que tiene el pasado en la configuración del presente para comprender que el futuro está siendo construido con las acciones que emprenden en cada momento.  

En el marco de la educación formal, especialistas han denunciado, de manera transversal, el origen del problema de la comprensión histórica. Argumentan que, al terminar la primaria y la secundaria, el objetivo mínimo es dominar el lenguaje y realizar operaciones numéricas, pero hay estudiantes que llegan a la enseñanza superior con un vocabulario muy limitado y sin saber comprender un texto y mucho menos escribir. La historia, como disciplina, es una forma de combatir esta carencia porque, a través de ella, se amplía el vocabulario del alumno con palabras de uso común y corriente, conceptos sociales, políticos, económicos, cronológicos, históricos, etc., siempre y cuando el maestro los explique en clase y que el alumno aplique estos términos con frecuencia para reforzar su aprendizaje

Se sostiene que la historia es una materia que fomenta la lectura, aumenta el vocabulario y favorece la comprensión. Para que tal aseveración sea efectiva es necesario poner en juego estrategias lectoras: comparar datos entre distintas fuentes, de tal modo que se adquiera o refuerce la certeza sobre ellos, el análisis del autor y la documentación que empleó para la realización de su obra y la contextualización aplicada al propio suceso estudiado, lo que implica comprender los distintos escenarios culturales, temporales, geográficos, sociales, económicos, etc., que lo hicieron posible. Todas involucran un ejercicio de lectura que paulatinamente llevarían al objetivo señalado: un vocabulario amplio y una mejor comprensión textual.

Una estrategia útil sería modificar las instrucciones que el docente da para abordar un texto. La actividad más extendida es la resolución de cuestionarios a partir de los libros de texto. Esta actividad orienta a los estudiantes hacia puntos concretos del material y realizan una lectura superficial, insuficiente para un aprendizaje efectivo de la historia, lo que adicionalmente, genera o refuerza la creencia de que la lectura sólo es útil para obtener información.

En el pasaje al ciclo superior, son recurrentes las quejas que realizan los profesores respecto a la falta de autonomía lectora y la comprensión, por parte de los estudiantes, lo que conlleva a la toma de conciencia del problema y, en consecuencia, se asume la responsabilidad de orientar a los alumnos en aquello que no saben hacer bien. Por años, la tarea de interpretar textos no había sido objeto de enseñanza en los estudios superiores, porque se presuponía un saber en sí mismo y una capacidad ya adquirida. En el siglo XX, la lectura traducía predominantemente secuencias y lineamientos convencionales, y en la actualidad es la base del aprendizaje permanente, donde se privilegia (o se debería privilegiar) la lectura para la comprensión, necesaria para la búsqueda, el manejo, la reflexión y el uso de la información.

Vale la pena ensayar un cambio en la didáctica empleada para la enseñanza de la historia, dados los resultados académicos y las consecuencias sociales que esto implica. Las sugerencias buscan acercar la historia a los estudiantes de mejor manera, con la finalidad de que sean conscientes de la importancia que el pasado tiene en su presente y salgan al encuentro del futuro, mejor preparados y con una actitud movilizadora, opuesta a la indiferencia en la que hoy vivimos.

 

Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación

 

[1] Se refiere a los manuales escolares utilizados en los niveles de educación obligatoria

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