COMENTARIOS DE CAFÉ; DIFAMACIÓN ; REDES SOCIALES Y PERIODISMO
Es probable que muchos de los que estén leyendo esta nota hayan participado de mesas de café, reuniones de amigos o compañeros, de familia… donde habrán escuchado y/o hablado, pestes, de otras personas, utilizando calificativos injuriosos, desagradables, chistosos, etc. de alguna persona poco estimada en ese ámbito.
Hablar mal del otro, al que por alguna razón no queremos, es una práctica lamentable pero habitual y suele ser dañina pues si alguien de los presentes no conoce al “cuereado” se queda con una imagen deplorable del personaje aunque todo lo manifestado allí sea una gran mentira. Nunca lo sabrá si no se ocupa de conseguir información veraz y esa (la de conseguir información veraz) no es, por desgracia, una práctica común, al contrario.
En un ámbito así, nadie pide pruebas, simplemente se escucha y siempre hay algún agregador de “data”, pero nadie sale al cruce, ni a interrogar sobre la veracidad o no de esas horribles cosas expresadas.
Luego salen de allí y repiten como cierto lo escuchado frente a otros grupos y nunca falta quien tiene la ideota de subir alguno de esos cometarios a las redes sociales y se produce la viralización y la consiguiente estigmatización de alguien que quizá no lo merezca.
Aquí se mezclan brulotes, difamaciones, redes sociales y casi siempre los autores anónimos.
Huelga decirlo y hasta resulta lacerante tener la necesidad de aclararlo, pero esta práctica es la contracara del periodismo. Los periodistas para decir algo de alguien tenemos no solo la obligación sino la exigencia ética y la ineludible responsabilidad profesional de sostener con documentación respaldatoria cada cosa que decimos.
Si por la razón que sea, no mostramos a nuestras audiencias documentación irrefutable ; relatos y testimonios claves o fuentes inobjetables, no nos diferenciamos en nada del anonimato burdo y difamador y generamos una confusión en las audiencias que habilitan a que la sociedad naturalice la porquería.
AL QUE LE QUEPA EL SAYO QUE SE LO PONGA
Desde la misma aparición de las radios FM el poder político, casi excluyentemente en esta ciudad, extendió la práctica de utilizar a personajes que tenían micrófonos en esas emisoras como arietes contra políticos (oficialistas pertenecientes a otros grupos internos, opositores molestos), periodistas críticos, etc para agrietar la posibilidad de los contrarios.
Esa práctica se ha extendido de un modo brutal en este tiempo y hoy podemos asegurarlo, excede ampliamente al poder político, hoy, esa práctica social es usada, incluso, por quienes se presentan a sí mismos como ‘serios’.
Del único modo que esa situación sea posible es porque existe un cada vez más escaso nivel de ciudadanía. Muchas personas y sin el más mínimo remordimiento apoyan esta práctica de que se destripe a otro si ese otro piensa distinto y en especial, si ese otro es oficialista u opositor.
Muchos se creen verdaderos militantes patriotas ayudando a difundir y viralizar cosas y hechos que no podrían probar de ningún modo ni en sede judicial ni frente a frente de la víctima de injuria
No existe, no ha existido ni existirá ningún patriota difamador, los difamadores, sean llevados o no a la justicia son viles delincuentes y quienes hacen uso de un micrófono para dirimir cuitas personales son malos periodistas y peores personas.
Si por fin nuestra sociedad no repara en estas cuestiones, los Almará y sus intervenciones no solo alcanzarán fama, sino que sus dichos "vos sos como la gallina, le ponés maíz y caca y la gallina elige la caca", serán repetidos como preceptos filosóficos.