Nacido en cautiverio, Alejandro fue apropiado por el oficial de gendarmería Víctor Rei, que lo inscribió como si fuera un hijo propio el 5 de abril de 1978, con un acta de nacimiento falsa que firmó el médico militar Julio Cáceres Monié.
«Hoy, cuando la veo a Estela, le digo: `mirá lo que conseguí` (por el DNI) y Estela me dice: `es el mejor regalo de cumpleaños que recibí en mi vida`. Y yo le digo: `bueno, es mutuo, gracias a ustedes tengo mi vida`».
Alejando explica que «el punto de inflexión» en la búsqueda de su identidad se produjo en el 2004, cuando supo que era hijo de desaparecidos.
«Por un lado, la Justicia me llama para contarme que yo soy hijo de desaparecidos. Una semana antes, mi apropiador me cuenta que yo soy adoptado, hijo de desaparecidos. No entendía nada. Y encima, me entero por los diarios de que mi apropiador queda detenido».
En 2005 la Justicia ordena allanamientos para obtener muestras que permitan establecer la identidad de Alejandro mediante estudios genéticos, en el marco de una causa judicial en la que el apropiador intentó sin éxito desacreditar la tarea del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG).
El mismo fallo que condenó a 16 años de cárcel al gendarme Rei, dio por probada la confiabilidad e imparcialidad de los estudios realizados en el BNDG y permitió a Alejandro obtener este viernes, finalmente, el DNI con su verdadera identidad.
«Estoy pensando en todas las veces que tuve que explicar que el documento para mí no es lo mismo que para otros, porque yo soy Sandoval, no Rei. Estoy pensando en todo lo que luché junto con mi mujer, junto con las Abuelas, junto con mis compañeros. Ya está», suspira aliviado.
«En ese momento (2004), yo estaba más del lado de lo que conocía, que eran mis apropiadores. Era un analfabeto sobre la historia argentina en el período de la dictadura y no podía defender lo que no conocía», evoca.
Ya en 2006, conocía a su verdadera familia y la aceptaba pero todavía, dicho en sus palabras, «no aceptaba toda la historia que arrastraba».
«Yo estoy ahí muy agradecido a las Abuelas, a la espera de las Abuelas para que yo pudiera aceptar quién era y a su vez a la Justicia, porque me mostró la verdad de todo. Ahí pude ver la verdad de la historia. Y es ahí donde me quedo diciendo que la persona que tenía al lado no era una persona cualquiera, no era una persona común».
Una semana después del fallo de primera instancia que en 2006 condenó a Rei, Alejandro fue a verlo en el penal de Marcos Paz, donde estaba detenido.
«Fui a verlo para que me cuente la verdad. Nunca me la había contado pero había dicho que iba a contarla en el juicio, porque no se animaba a contármela a mí. Tampoco lo hizo en el juicio. Y cuando lo voy a ver, me dice que está preso por culpa mía. Y yo le digo: `Culpable de qué soy, si vos cometiste un delito. Salvo que nacer sea un delito. Y es ahí donde se aclaran todas las ideas».
Después, la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal dejó firme el fallo. «Y desde el año pasado a este año, pude aceptar toda mi historia y a mi familia. Una vez que descubrí la verdad, pude tomar la verdadera decisión de estar al lado de mi familia. O sea, puedo pelearme con mi familia, ahora. ¡Y eso es lo lindo!».