Agricultura avanzaría con un proyecto para mejorar la rotación de los cultivos

“La política agropecuaria necesita que haya abastecimiento alimentario para la población y que esos alimentos lleguen a la mesa de los argentinos a precios accesibles. Acá lo que se ha planteado es la legitimidad del Estado para intervenir en este mercado. Creo que quedó demostrado que el cambio que se produjo con la intervención del Estado es absolutamente positivo”, destacó el ministro en declaraciones periodísticas.
Al respecto, Omar Barchetta, vicepresidente de la Federación Agraria, afirmó estar “de acuerdo” con lo que busca el Gobierno, pero prefirió esperar “ ver el proyecto de ley para así acompañar la iniciativa”.
Esas políticas tienen que “ver con la diversificación de cultivos, promoviendo la ganadería u otro tipo de producciones”, sostuvo Barchetta.
Uno de los problemas en los que se sustenta el proyecto que impulsa el Gobierno es el de la fertilización, que hoy no se cumple debido a la falta de una correcta rotación de cultivos.
La falta de rotaciones en la agricultura tiene que ver con los balances de materia orgánica de los suelos que con los actuales esquemas de producción se están volviendo negativos, y acá entra en juego un nuevo actor conocido, como la siembra directa, a partir de la década del ’90. Este sistema parte con la rotación de cultivos y aparece como un esquema conservacionista de los suelos y también para reponer materia orgánica, pero cuando se empezó a reemplazar este sistema por el monocultivo de soja llegaron los problemas, porque el balance de la materia orgánica empieza a ser negativo. Hoy se está adicionado la pérdida paulatina de materia orgánica y los suelos están empezando a tener síntomas de erosión. Con la rotación lo que se hace es mantener el balance de carbono, es decir mantener materia orgánica.
En definitiva, la siembra directa se está llevando materia orgánica y nutrientes, y para resolver eso hay que generar procesos de rotaciones adecuados.
Según un trabajo elaborado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en la zona de Casilda, provincia de Santa Fe, y que fuera presentado en el Congreso en pleno debate por la 125, destacaba que en un perímetro que comprende unas tres millones de hectáreas, más del 65% del área sembrada prácticamente no se fertiliza. Además, en casi un 80% de ese 65% se cultiva soja sobre soja, con siembra directa. Menos del 10% de esa área realiza una adecuada rotación de cultivo.

ALARMA. La industria de fertilizantes nucleada en la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (CIAFA) y la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), advirtió meses atrás que ve con preocupación la marcada “disminución en el uso del insumo que se viene registrando en los últimos años”, incluso con relación a 2008, que concluyó con un consumo 30% inferior al de 2007.
Ambas cámaras destacaron que los números de la campaña 2008/2009 fueron “alarmantes”, donde si bien la cosecha y la extracción de nutrientes fueron menores, la reposición de nutrientes fue muy baja (aproximadamente 1.160.000 toneladas).
El fósforo y el nitrógeno son los nutrientes más importantes en la fertilización. Los últimos datos hablan de que, en el caso del fósforo, su caída constituye una alarma en el sector agrícola ya que la soja necesita 8 kilos para producir una tonelada de grano y sólo recibe un 16% de lo considerado indispensable. El maíz requiere 4 kilos y se le aplica 67%; mientras que el girasol precisa al menos 5 kilos. En situación normal, una tonelada de fertilizantes bien aplicada produce 10 toneladas de granos.

Fuente: BAE

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