Como un dato más del cambio del paradigma que se dio en los últimos ocho años, desde que el Banco Central pasó a ser conducido por Mercedes Marcó del Pont cambió el eje de los debates económicos. En un ámbito que se había convertido en una de las reservas del pensamiento neoliberal, las jornadas de este año estuvieron basadas en la imperiosa necesidad de que el crecimiento económico venga acompañado por una distribución a favor de los más pobres.
En el contexto de la crisis económica que hoy pega con mayor dureza en gran parte de los países del Primer Mundo, los expositores coincidieron en señalar que difícilmente se podrá superarla si prevalecen las políticas que apuntan a enfriar la economía y reducir el gasto público. “Hemos llegado a la conclusión de que la teoría convencional no permitió anticipar esta crisis y que obliga a una posición autocrítica para a la hora de delinear las respuestas. Está claro que algo falló en el pensamiento dominante al ver la problemática económica mundial. Esto plantea una luz amarilla en los centros de decisión internacionales”, señaló Marcó del Pont al cerrar las jornadas. Agregó que “mal podemos definir a la crisis por malas regulaciones, sino tenemos también en cuenta cómo se distribuye la producción entre capital y trabajo”.
Acompañada por los ministros de Economía y de Industria, Amado Boudou y Débora Giorgi, respectivamente, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y la propia Marcó del Pont, Cristina Fernández ubicó a las políticas distributivas en uno de los ejes de su discurso. “La desigualdad fue siempre tema de sociólogos. Era muy difícil escuchar a economistas referirse al tema. Preferían ocuparse de cuestiones como balanza de pagos, superávit, sector externo… Lo más importante que sucedió en estos tiempos es que la desigualdad es una tragedia social, pero sin lugar a dudas es un concepto profundamente económico, es un disvalor económico”, señaló.
A contrapelo de las visiones dominantes en los noventa en las que el crecimiento económico iba disociado de la equidad, la Presidenta sostuvo que “los que tenemos la responsabilidad institucional de conducir los destinos de un país tenemos que ver la lucha contra la desigualdad no sólo como una cuestión de sensibilidad, sino también como una cuestión de afianzamiento fundamental de los procesos de crecimiento económico. No hay sociedades que puedan crecer de manera sostenida si se profundiza la brecha de desigualdad”.
Por su parte, Marcó del Pont destacó el cambio de perfil productivo que se viene produciendo en la Argentina, lo que impulsa a su vez una mejor distribución del producto. “Me enojo cuando se habla del efecto soja”, disparó. “Cuando se miran los números de la Argentina, lo que ha traccionado el crecimiento fue la industria. Lo que más creció en volumen físico fueron las exportaciones industriales. Hoy tenemos un nivel de apertura mucho más armonioso porque crecen las importaciones acompañadas de las exportaciones. Eso es lo que realmente define a la estabilización de una economía”, remato.
La crisis como objeto de debate. Las jornadas monetarias contó con la presencia de economistas y cientistas sociales que se dedicaron a analizar las causas y efectos de la crisis mundial. Muchos de ellos, ligados a academias de los países centrales. Así, Steve Keen, de la Escuela de Economía y Finanzas de la Universidad de Sydney, sostuvo que los economistas neoclásicos no vislumbraron la crisis porque conciben a la economía “no como una ciencia sino como una religión”. Sostuvo que para esa corriente de pensamiento “el capitalismo es inherentemente estable y por lo tanto el Estado no debe intervenir”. Para Keen, hay que tener una conducta racional y no profética para entender la economía y desde ese lugar poder hacer diagnósticos más precisos. Concluyó que los neoclásicos ignoran las clases sociales y que los procesos históricos están ausentes en sus categorías de análisis.
El estadounidense Thomas Ralley, de la New American Fundation, sostuvo que frente a la crisis hay tres miradas preponderantes en cuanto a su solución. La neoliberal, que plantea que deben desregularse los mercados, mantener la independencia de los Bancos Centrales y bajar el gasto público a través de un achicamiento fiscal. La segunda corriente es la llamada Tercera Vía, y es la que justamente aplicó el presidente estadounidense. Señala que si bien tomaron medidas tendientes a regular el sistema financiero, a la vez se llevaron políticas tendientes a flexibilizar el mercado laboral y aplicar metas inflacionarias. Señaló que en realidad fue por estas acciones que el gobierno de Obama no logró sacar a su país de manera definitiva de la crisis económica. La tercera postura es la que definió como progresista y es a la que él adhiere. Indicó que para superar la crisis se debe romper definitivamente con el paradigma neoliberal y en su lugar aplicar políticas enfocadas al pleno empleo, estimular la demanda y crear un mercado laboral basado en la solidaridad. Sostuvo que desconoce cuál de estas tres visiones será la que finalmente se imponga para salir de la crisis. Y si bien indicó que desde los países centrales la tendencia es buscar salidas relacionadas con la primera y segunda visión, señaló que “las cosas pueden cambiar por presión de una horrible realidad”. En ese sentido, recordó que las políticas keynesianas que se aplicaron para salir de la crisis del ’30 en muchos casos no fueron producto de las convicciones sino de condiciones forzadas y que, por lo tanto, ahora puede producirse una situación similar.
Fuente: Miradas al sur