En Cuartel V se entremezclan las calles de tierra y de asfalto. La zona, de amplios descampados, es un lugar propicio para las ocupaciones de tierras que luego son loteadas entre los vecinos que ponen el pecho. Este distrito del oeste del Conurbano es uno de los que más usurpaciones registró en los últimos años: distintas fuentes sostienen que sólo La Matanza y Quilmes registraron más casos de este tipo.
"Este hombre no tenía una actividad fija, sin embargo, la casa donde vive la familia es la única de tres pisos de la cuadra. Eso ya es raro. Lamentablemente, si acá te va muy bien es porque o sos transa o estás con el tema de la venta de terrenos usurpados", explicó un policía de la comisaría de Cuartel V, que prefirió evitar dar su nombre.
Todo comenzó en la esquina de Samay Huasi y París, cuando el hombre llegaba a su casa junto con su mujer en su auto. Al descender, Vera –que tenía a su beba en brazos– se topó con al menos dos personas que lo estaban esperando. Hay quienes dicen que la discusión fue breve y en guaraní.
Sin soltar a su hijita, Vera comenzó a correr para sobrevivir. Al mismo tiempo, su esposa gritó desesperada pidiendo ayuda. Todo fue en vano. "El hombre alcanzó a correr unos 50 metros, cruzó la calle y pretendió refugiarse en una casa, pero quedó encerrado por el alambrado perimetral de la propiedad. Allí lo remataron", le contó un investigador a Télam.
De acuerdo con las primeras pericias, en el lugar donde quedó Vera tendido se contabilizaron 12 vainas servidas, mientras que en el trayecto desde la puerta de su casa se recolectaron otras diecisiete.
Vera falleció en el acto debido a las múltiples heridas. La chiquita sobrevivió unas horas más y alcanzó a llegar al Hospital Mariano y Luciano de la Vega, de Moreno, donde murió tras ser asistida por los médicos.
Los forenses establecieron que el cadáver de Vera tenía 14 orificios de bala, aunque no habían llegado a acreditar cuántos de ellos eran de entrada y cuántos de salida. Su hija, en tanto, recibió al menos dos balazos: uno en el cráneo y otro en la espalda.
Los primeros que llegaron a la escena del doble crimen fueron los agentes de la comisaría de Cuartel V, quienes secuestraron 29 vainas servidas, todas calibre nueve milímetros. De entrada, apenas se enteraron de cómo fueron los hechos, los investigadores descartaron la hipótesis del robo. Además, el hombre tenía las llaves de su auto, sus tres teléfonos celulares y todo lo que llevaba encima, incluso su billetera.
También trascendió que Vera había estado desaparecido del barrio durante un tiempo importante. En ese lapso, estuvo en Paraguay. Este dato alimentó aún más la posibilidad de que se tratara de un ajuste de cuentas vinculado al narcotráfico.
Algunos pocos vecinos que se animaron a hablar dijeron a este diario que la víctima creía que algo podía pasarle: "Por eso, cuando se lo veía por el barrio siempre estaba acompañado de su bebé, como si la presencia de la criatura pudiera protegerlo de un ataque así", confió un vecino.
Por otro lado, los agentes abocados a la investigación estuvieron trabajando en el lugar, recabando datos de los agresores y el posible móvil de los homicidios. Algunos de los voceros consultados delizaron que los homicidas estaban identificados.
