Dice Redondo “todo en Juan Meneguin es desmesura. Es desmesura su ternura y su delicadeza, y es desmesura su lírica arrebatada y torrencial”.
Es que, leyendo los libros de Juan es imposible no enemistarse con el progreso arrasador y brutal que destruye los recuerdos de infancia sin piedad. Lo raro, también, es que a ese progreso, la cibernética, la revolución tecnológica, la pinta de un modo y con un vuelo imaginativo que entusiasma. Juan es así también, un torrente de contradicciones. Juan suele ubicarse en tiempos de la revolución industrial, añora el ferrocarril, el río límpido, transparente, los pájaros. Su infancia y más atrás. Parece que ese es su lugar. Sin embargo, y aquí la contradicción, maneja con destreza y hasta se entusiasma con los descubrimientos de la ciencia comunicacional.
Un espécimen poético y más al que conviene leerlo.