Abuso infantil: En los últimos meses creció considerablemente la cantidad de abusos incestuosos

Claro que estos son solo los casos que han llegado a ser denunciados, ya que como es sabido, el grueso de los hechos en este tipo de delitos no se denuncia. Según los especialistas, solo el 30% de los casos se concretan en denuncias judiciales, pero en sociedades con valores y niveles de educación tan primaria, ese porcentaje puede descender al 10%.
Y Concordia, aunque pueda verse muy bonita dentro de los bulevares, exhibe las más profundas miserias en toda su periferia, y como es sabido la miseria no solo es económica, sino también educativa, y moral.
Claro que no hablamos de la moral religiosa ni inquisidora, simplemente nos referimos a las más primitivas de las normas morales que rigen una sociedad: La prohibición de matar y la prohibición del incesto. Dos principios casi innatos, que muchos niños siquiera llegan a conocer nunca.

La muerte es tan natural en algunos barrios de Concordia, que en varias oportunidades los periodistas hemos sido testigos de cómo los niños seguían jugando a la pelota al lado de un cadáver del que aún brotaba sangre, o que en más de una ocasión, fueron los chicos, los únicos que aportaban información en el lugar del crimen. La segunda máxima primitiva, la prohibición del incesto, es violada todos los días en nuestra ciudad, y a razón de tres veces en siete días, ese episodio llega a oídos de la Justicia.

Hace un par de meses la noticia era la de una menor de 12 años, que fue violada y de esa violación quedó embarazada. El abusador era su tío.

En menos de 72 horas surgieron más noticias similares, una menor de 14 años era prostituida y regenteada por su propia madre, y dos niñas de 9 y 13 años eran sistemáticamente violadas por un anciano a cambio de unos pocos pesos. Cuando una de las nenas ingresó a cámara Gesell, declaró también que había “un abogado” que a veces le pagaba por tener sexo: según refirieron fuentes judiciales la menor “no mencionó el nombre de ese abogado” que no es otra cosa que un violador.

El pasado lunes nos enteramos del caso de dos hermanitas que eran violadas por su padre, tienen 6 y 10 años. Y, entre el martes y el miércoles se registró una nueva denuncia por abuso sexual de menores.

Volviendo al tema que dispara la nota, por que ya es un hecho que –por el contrario de lo que sostiene el coordinador del Copnaf- en Concordia hay muchos casos de abuso, se denuncian un promedio de 12 casos mensuales pero la cifra de casos no denunciados es muy superior.
Los menores están totalmente desvalidos, y si de gestionar se trata, mínimamente es responsabilidad del Estado preguntarse ¿porqué ahora hay más casos de violación-incesto?

Seguramente que la respuesta es incómoda, pero es la única forma de comenzar a cambiar las cosas, eso si se entiende a la política como una herramienta para cambiar la realidad de los pueblos, y no con el viejo principio maquiavélico de: “el arte de simular y disimular” Solo en tal caso –el segundo- serían comprensibles aunque reprochable en todo sentido, las desafortunadas respuestas que el Coordinador Departamental del Copnaf, que en dialogo con DIARIOJUNIO opinó que “no son muchos” los casos de abuso sexual de menores en Concordia.

Y el punto es que si hay abuso sexual e incesto, y peor aún lo hay en estas proporciones, es decir no son vagas excepciones, son casos que se repiten una y otra vez; quiere decir que hay ignorancia, que hay mucha ignorancia, que el ser humano en algunos sectores de esta ciudad, no ha adquirido siquiera las mínimas y más primitivas normas de convivencia.
En criollo, estamos hablando de una franja social olvidada, donde un niño no sabe que sus genitales son partes íntimas, porque no le enseñó nadie, porque siempre anduvieron desnuditos en la calle, y porque sus padres ven pornografía en la misma habitación donde ellos duermen, o cuando éstos están trabajando se juntan a verla en casas de vecinos, y las niñas y niños debutan con hombres mayores, cuando no son violadas, son adoctrinadas a través de cine condicionado.

No hay límites para la infamia cuando hay ignorancia, y cuando hay tal grado de ausencia Estatal. En las escuelas, mientras los maestros se ponen y no se ponen de acuerdo con respecto a cómo dar las clases de educación sexual o a partir de qué año darlas, los chicos están aprendiendo de la peor manera y de la que no permite correcciones.
Además las denuncias solo aparecen en casos muy particulares, ya que en ciertos círculos –que no son pocos- la pedofília y el incesto están naturalizada.
Con ello la dificultad para probar los hechos, las constantes retractaciones de las víctimas y las dificultades serias que la pobreza presenta para la Justicia.

Decir que no hay abusos o que son pocos, es querer tapar el sol con la mano, lo que se requiere es vocación y fundamentalmente “Comprender el mundo”. Tomar nota de los problemas de la realidad, visualizarlos y después atacarlos en lugar de solamente silenciarlos.

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