Al respecto, el abogado defensor, Héctor Bergara, señaló que “la esperanza de que saliera absuelta estaba, debido al trabajo realizado, pero era un caso complicado”.
Enseguida aclaró Blanco que “no tiene problemas psiquiátricos, sino de índice psicológico”, y estimó que eso fue lo que se tuvo en cuenta para no condenarla.
Asimismo, admitió que “le hará falta asistencia profesional, pero correrá por cuenta de ella y de sus familiares afrontar esta situación”.
Los jueces Juan Ascúa y Felipe Celli interpretaron que la mujer no comprendía la criminalidad del hecho, acontecido el 9 de julio de 2005, en tanto que el vocal Hugo Perotti —ex juez de Instrucción de Diamante— votó por la condena a cadena perpetua.
Acerca de la postura del fiscal, Juan Carlos Almada, quien había solicitado la pena perpetua, Bergara opinó que “la actitud no fue caprichosa, sino que él esgrimió sus fundamentos para llegar a solicitar esa condena”.
En cambio, para el diario UNO, la clave de la sentencia se debe a que el tribunal excluyó el informe de la autopsia por vulnerar el derecho a la defensa en juicio, ya que el juez de La Paz, Carlos Trajtemberg, no notificó a la defensa para que verifique un prueba considerada irreproducible.
Garantizando el cumplimiento de las normas del debido proceso, los camaristas coincidieron con el pedido del defensor Héctor Bergara de decretar la nulidad de la autopsia, cuyo resultado habría determinado que la beba nació con vida y que habría muerto por asfixia por inmersión. Descartada la autopsia fue imposible determinar si la criatura efectivamente nació con vida, y, en ese caso, si fue su madre quien le causó la muerte.
Por otra parte, Bergara opinó que la madre de la joven “tiene que ver mucho en esta historia. Y como dato que les doy para que saquen sus conclusiones, tomen en cuenta que no estuvo presente en Tribunales para escuchar la sentencia que se le daba a su hija”, señaló el abogado a los periodistas.
Finalmente, comentó que Blanco “tiene una familia afectiva que son sus abuelos, que no son sanguíneos y deberán hacer de ahora en más el trabajo de contención”, puesto que, según manifestó, “no volverá con su madre ni a Santa Elena”.
Sabrina ya había sido madre soltera siendo muy joven, en el año 1998, y vivía despersonalizada por su madre, quien la asediaba psicológicamente, situación que quedó expuesta durante el debate oral y público, cuando claramente se puso en evidencia que para Alicia Moscardini —madre de Sabrina— su nieta y su hija eran poco menos que “cosas, algo más en la casa de lo que ella podía disponer”. Amenazas constantes de que se iba a tener que ir de esa vivienda si no se sometía a la manera de pensar de ella, pero dejando a su bebé, hicieron que Sabrina agachara la cabeza una y mil veces.
El destino le jugó una mala pasada cuando buscó contención en un hombre de 44 años, compañero de trabajo en el hospital zonal, quien durante una relación extramatrimonial la dejó embarazada.
Su desentendimiento y la clara amenaza de su madre la llevaron a la crisis, que el doctor Sturla, uno de los peritos especialista en psicología que trabajó en el caso, explicó en el expediente; analizando que Sabrina pudo haber negado su propio embarazo y, pese a que eso no la transformaba en inimputable, no le permitió advertir la criminalidad del hecho.