Una de las seis causas que investiga la Unidad Fiscal de Concordia por homicidios en la Zona Sur, tuvo su resultado satisfactorio (a los fines estrictamente jurídicos, es decir, no quedó impune) esta semana, cuando el acusado Rubén Darío Acosta González, de 19 años, reconoció haber sido el autor del disparo que le dio muerte a Jonathan Velásquez, de 17, el pasado 21 de marzo.
Eran las cuatro de la tarde, el muchacho estaba sentada junto a un poste de alumbrado público, y según relatan los testigos, simplemente “alguien le disparó tres tiros”.
Tras una investigación del fiscal Mario Guerrero que logró probar el hecho imputado, pero a los fines prácticos corría con los riesgos de todo juicio –y mas en ese barrio- de que algún testigo clave se negara a declarar, o que no fuera localizado, se avanzó en una negociación de juicio abreviado; el imputado optó por aceptar una pena concensuada con la Fiscalía de 11 años de prisión, a cambio de que reconociera el hecho, lo que le daba garantías al Fiscal que la sentencia fuera condenatoria, y al acusado que la pena no fuera mayor a ese monto.
Tras la confesión del imputado, ante los vocales de la Sala Penal, se precisó que le sentencia definitiva –una cuestión administrativa- se conocerá la semana próxima.
Cabe destacar que desde el hecho hasta el acuerdo de pena, no transcurrieron más de 70 días; 70 días en los que se consolidó la investigación y se hizo Justicia.
Pero como siempre hay más tela para cortar y temas para poner en el tapete, ahora surgen nuevas preguntas en torno a este caso, que exceden las competencias del poder Judicial.
Como dijimos al comienzo, (en términos estrictamente jurídicos) el resultado fue satisfactorio, “se hizo justicia” pero a los fines sociales, ¿Qué va a pasar ahora con el joven condenado de 19 años? ¿Qué va a pasar dentro de 11 años cuando termine de cumplir la condena? ¿Se soluciona algo con el simple encierro del homicida?
Estas preguntas y el análisis de algunos especialistas estarán este sábado en la columna de opinión de Rodrigo Peña