Héctor Daniel Morales se desempeñó hasta el año 2.000 como Fiscal General es decir jefe de todos los fiscales de la Provincia, en el anterior período de gobierno de Jorge Busti, es decir una época en que la Justicia penal miraba para otro lado mientras se cometían hechos sospechados de corrupción tales como : Puerto Ibicuy ; ACISER, etc. No se recuerdan investigación alguna, por lo menos con algún resultado, que haya promovido el Ministerio Público por aquel entonces. Es decir, Morales le fue en ese sentido totalmente funcional a Busti.
Llegado el gobierno de Montiel, se creó el sistema llamado «de la Renta Vitalicia» para lograr el retiro de algunos miembros de la cúpula del Poder Judicial. Tentado por la oferta, Morales se acogió al beneficio y mandó una nota al Poder Ejecutivo diciendo que renunciaba para cobrar el privilegio rentístico vitalicio. Furiosos al enterarse, sus colegas del Superior Tribunal lo increparon duramente, presionándolo para que desista de tal actitud. A tal extremo, que Morales, arrepentido como Pontaquarto, mandó otra nota al entonces Ministro de Justicia, comunicándole que retiraba el pedido de la Renta Vitalicia, es decir, renunciaba a renunciar.
Para desazón de sus compañeros, no pudo ser, cuando la nota del Fiscal atravesaba la plaza desde el Palacio de Tribunales a la Casa de Gobierno, en sentido contrario simultáneamente, cruzaba un ordenanza trayendo a Tribunales copia del Decreto que le aceptaba la renuncia a Morales y lo convertía en un jubilado de privilegio: con poco más de cincuenta años y escasos aportes cobraría de por vida una renta mensual de más de seis mil pesos exenta de impuestos.
«Es tarde» ,comentan que exclamó ofuscado Daniel Carubia cuando vio por la ventana de su despacho cruzar al mensajero.
Resignado, o tal vez aliviado, Morales recibió el decreto de aceptación de su renuncia sin hacer mayor escándalo ni alharaca y se retiró cautelosamente a cuarteles de invierno, solamente apareciendo esporádicamente a cobrar su jugosa renta, o brindar alguna conferencia sobre su especialidad. Sus compañeros de la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia no le perdonaron lo que consideraron una traición: el Vocal Carlos Chiara Díaz llegó al extremo de pedir que el Superior Tribunal retirara el auspicio a un curso sobre capacitación judicial porque en el disertaba una persona «descalificada» por cobrar la renta vitalicia: no era otro que el propio Morales.
Así trascurrieron cerca de tres años: Morales cobraba su renta puntualmente y el cargo de Fiscal General era ocupado sucesivamente por dos mujeres nombradas por Montiel: primero Marta Brodsky y luego Laura Gambino.
Busti lo volvió a su puesto. Es que, controlada la cabeza, resulta fácil ser «democrático» y «transparente» en las instancias inferiores -jueces y fiscales de primera instancia- que, en definitiva no son decisivas pero, sirven para amoldarse al estilo «K». Así entonces, ex-menemistas reciclados se mimetizan, Consejo de la Magistratura mediante ; «participación popular» en la elección de jueces -de abajo, obvio- ; convocar a dar charlas a Eugenio Zafaroni, etc. Mientras tanto, se reforma la ley 8.369 (de amparos y temas constirucionales en general) que se concentran todos en la Sala Penal donde están los amigos y ex-socios ; ex-senadores justicialistas y “los soldados”.
Solo faltaba un jefe de fiscales “del palo”. Así, el Gobernador Busti dictó el Decreto 104 con toda su carga patética : De sus considerandos se desprende que Morales, se acogió, es cierto, al «nefasto» sistema de la Renta Vitalicia. Pero ocurre que lo hizo engañado, dice, increíblemente el decreto, porque «no advertía sus alcances”.
Quizás el gobernador no se percató que el decreto estaba referido a quien iba a ser, por su propio designio, el hombre que, de hecho, nos está representando a todos en la misión de hacer cumplir fielmente las leyes…es decir, una persona que no se da cuenta con facilidad de cosas simples.