«Las Contradicciones en la Economía Argentina», según Juan Carlos Lucio Godoy

“Todavía resuenan, y mal, las palabras del Ministro de Economía, Roberto Lavagna, cuando dijo que ‘sólo son populistas los que reclaman aumentos de salarios’
Dos sentidos tenían estas imputaciones. Por un lado acusar de demagogos a quienes piensan que los salarios están atrasados y en segundo lugar, dado el prejuicio de los ortodoxos, impedir que rebrote la inflación si se produjera un aumento salarial.
En primer lugar, es una mala imputación la de demagogos. Tiene baja calidad conceptual y también académica e institucional, hasta el punto que parece tener el intento de engañar, pues cualquier individuo, con adecuada formación económica y, por ende, que sepa, como ya ahora cualquier ciudadano, que existió un verdadera pérdida de capacidad adquisitiva del sueldo, no cree las afirmaciones del Ministro. Es evidente que esto es así, tanto por efecto de la fenomenal devaluación del 2002, como de la inflación inmediatamente posterior, aquella de los primeros ocho meses del Gobierno de Duhalde que superó la cifra del 50 porciento.
En todo caso si no intenta engañar, es un Sofista.
Es cierto que por vía de decretos se aumentaron los Mínimos de Salario y esto permitió que existiera cierta recuperación en el ámbito privado, pero escasa o nula ha sido respecto de los trabajos estatales. Aquí, en muchas reparticiones tanto nacionales, provinciales y municipales, las retribuciones han permanecido incólumes demostrando palmariamente el retraso del que hablamos.
Pero por si esto fuera poco han sucedido encadenadamente dos cosas más que agravan el cuadro respecto de los trabajadores argentinos, por un lado ya se movieron los precios de nuevo y estamos en presencia nuevamente de un proceso inflacionario que el Presidente quiere detener con exhortaciones a los empresarios y consumidores o con piqueteros y bloqueos, recurriendo en consecuencia a una heterodoxia que lo único destacable es que al menos no es de libros, porque nunca se logró éxito en ninguna parte del mundo con estas modalidades, lo que hace al método como no científico y por ello de improbable éxito.
Y la otra cuestión es que volvió a aumentar la CBT (Canasta Básica Total) de alimentos pasando de $740 a más de $770 para que un familia tipo no sea considerada pobre. Si nos atenemos de nuevo a los dichos que son imputables a Lavagna al principio de la nota, parece que es demagógico que alguien, trabajador o ciudadano en general, cualquiera sea el rol que ocupe en la sociedad, reclame por uno de los paradigmas más sobresalientes del mundo moderno cuál es la distribución equitativa de la riqueza.
Es decir, aquí en la Argentina, los sectores formadores de precios ya movieron sus valores, se apoderaron de la renta nacional del resto que es consumidora y “por las dudas”, para que no se les toque la súper ganancia que han obtenido, lo tienen de aliado al Ministro de Economía que nos reta y nos acusa cuando se pretende que se recupere la renta de los trabajadores después de semejantes pérdidas.
Por este último motivo, es decir el incremento sucesivo en el nivel general de los precios -concepto académico de inflación que tiene diversas y contundentes explicaciones- es que se está entrando en una serie de desaciertos, sobre todo por el Ministro Lavagna, que lo hacen aparecer como lo que realmente es en materia de Política Económica, un ortodoxo.
Hace pocos días un alumno de una Facultad de la UBA me hacía la siguiente pregunta. ¿Si mal no recuerdo estos conceptos que vierte Lavagna son parecidos a lo que decían López Murphy y Cavallo, es posible eso? Lamentablemente sí, fue mi respuesta. Nos referíamos obviamente al tema de los salarios y la inflación. La cuestión es para estos economistas -los expertos, como dice el Francés Jaques Sapir, que se sienten los dueños de la verdad- es que ignoran que la cuestión de la Distribución de la Renta en una sociedad no es un tema de expertos sino de políticos y por ello no le corresponde al Ministro de Economía decidir qué hacer con los salarios, los precios y la distribución de los ingresos, sino que es un problema político y del mayor nivel para un país subdesarrollado como el nuestro.
¿Y porqué es ortodoxo Lavagna? ¿Y porqué se equivoca y acusa de demagogos a los que quieren la igualdad y además termina defendiendo al status quo cuando dice, “ojo no movamos nada porque nos puede ir mal”? Porque cualquiera sabe y está escrito en los diarios ya, que en este país son sólo 200 empresas las que forman los precios, contra las miles que existen, la mayoría son extranjeras y de hecho actúan de manera oligopólica, es decir son pocas empresas las que ofrecen al mercado, por lo que no tiene la culpa ni los pequeños negocios ni los pequeños productores, mucho menos los carniceros de barrio ni los almaceneros y panaderos de cada pueblo chico e incluso de grandes urbes, cuando hay algún aumento y más vale que tampoco los trabajadores, que hasta el momento son el pato de la boda.
En la Argentina la Inflación no es hoy por culpa de su pueblo que si ganara un peso más pudiera afectar la capacidad instalada de las empresas. ¿Cómo puede pensarse así cuando la mitad de la gente gana menos que para comprar una Canasta Básica Total? Es decir que no es por la capacidad de demanda de su pueblo sino que la devaluación a elevado la capacidad exportadora además de aumentar todo lo que se importa dado el dólar alto, y entonces estas famosas grandes empresas prefieren vender al exterior y es en todo caso la demanda externa la que provoca la posibilidad de estos aumentos que terminan castigando a los habitantes del país.
Por ello es que no es bloqueando ni mandando piqueteros como pararemos futuras inflaciones sino yendo a la causa original de estos males y que es romper con los Monopolios, los Oligopolios y con las concentraciones de Oferta que acuerdan precios entre ellos y terminan manejando la economía Argentina. No son los Trabajadores los culpables de estas, todavía, pequeñas variaciones en el Nivel General de precios y menos cuando ya se comprobó que sin moverse los salarios se volaron los mismos. Son los empresarios, que como decía Adam Smith, nada menos que el Padre de la Economía Política, son ellos insaciables y solamente respetan las reglas de juego cuando tienen un sistema en competencia.
Eso es lo que le falta a la Argentina, más competencia y menos concentración y el día que un Ministro y por ende un Presidente se decidan a respetar la base mismas de la ciencia económica que es la competencia y estén dispuestos a echar a los monopolistas, recién allí otro país será posible. Mientras tanto, como decía un viejo peronista catamarqueño, lo demás es “cháchara”.

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