González estaba en su casa el 5 de marzo de 2004. Había bebido más de la cuenta y estaba “tomado”, según sus propias palabras. A las 18:30 hs. llega su señora, Lidia Ester Ruiz, y comienzan a discutir. Intuyen que el tono de sus palabras trascendieron los límites del hogar y llegaron a oídos de los vecinos, quienes se pusieron en contacto con la policía.
“Ahí empezaron a insistir, insistir que me querían llevar. Yo les dije que los iba a denunciar a los Tribunales. Ellos me dijeron que no tenían nada que ver con Tribunales. Yo me levanto, salgo para afuera y ahí me ‘cazaron”, contó González.
Ruiz atestiguó que los golpes comenzaron cuando González estaba dentro de su domicilio, continuaron en la puerta de la casa. “no se resistió en ningún momento, les pidió que se retiren nomás”, indicó.
La odisea continúo a las 8 de la noche, en el calabozo del destacamento policial de Colonia Ayuí. “Entra un policía, prende la luz del calabozo, viene el oficial Nenguez (sic), apaga la luz y dice: ‘¿vos sos pesado?’. No le conteste nada, me levanté y me pega una patada en la pierna. Caí y ahí empezó”, dijo González.
En la oscuridad, González, esposado por la espalda, no sabía con que le estaban pegando. “No sé si era una cachiporra, una goma o un caño, no sé”. El jornalero solo pedía que Menguez lo deje de golpear. Los golpes se concentraron en la espalda y en el toráx, del lado derecho, debido a que González yacía en el piso recostado sobre su lado izquierdo. Las súplicas de González fueron en vano, la paliza continúo hasta que el oficial lo pateó en una costilla, dijo González, señalándose la parte derecha del tórax. “Ahí me desvanecí, ya no me acuerdo más nada”, contó.
La concubina de González concurrió al destacamento acompañado por su hijo mayor. Intentaron pagar la multa pero en el lugar se negaron aduciendo que tenían que averiguar si González tenía antecedentes. “Yo les dije que no porque era la primera vez que lo habían llevado”, indicó Ruiz. El hijo pidió retirar el dinero que tenía el padre, ese día había cobrado el jornal, y el reloj pulsera. “Mi hijo pasa y lo ve esposado al padre, todo golpeado. Sale afuera llorando, diciendo ‘mi papá esta todo golpeado’. Y me pide que lo saque de acá del calabozo”, precisó la señora.
“Me cortaron los brazos”
Cuando González recuperó la conciencia, estaba alojado en la Jefatura Departamental. En ese momento, pidió para hablar con el Jefe de Policía. “Entró al calabozo y me preguntó que quería. Yo le pedí por favor que me lleven al hospital, que estoy mal. ‘Esperá un cachitó’ me dijo. Y ahí me dejaron”.
Ruiz pidió, durante la mañana, para hablar con su esposo pero no se lo permitieron. Recién a las dos de la tarde, su concubina pudo ingresar a la Jefatura para verlo debido a que tuvo que esperar al horario de visitas. “Cuando yo pasé, él estaba tirado en un banco, recostado y ahí me pidió por favor que lo lleve a un médico”, precisó Ruiz. En Jefatura me dijeron que no tenían auto. «Entonces yo dije que por medio mío iba a pagar un remisse. Cuando dije así, enseguida lo llevaron en un patrullero”.
González estuvo una semana internado en el Hospital Felipe Heras. El saldo de la golpiza es harto elocuente: “me ‘jodió’ un pulmón, me partió el bazo sanguíneo y me molió el hígado”.
“Los médicos dijeron que se salvó por un milagro. Estuvo con suero, oxígeno, sondas. Le tuvieron que hacer transfusiones de sangre. Estaba mal”, precisó Ruiz.
El tratamiento continúa hasta la actualidad. “Sigo con pastillas e inyecciones. Después que salí de internación, estuve como dos meses más o menos en reposo”. González no pude trabajar. “Estuve trabajando hace poco en un monte, hago juerza (sic) pero me jodo esto acá y me agita. No sé si es el vaso o la punta de las costillas”, expresó. “Prácticamente me cortaron los brazos”.
Actualmente, la concubina de Ruiz, quien trabaja en la empresa “Salerno” debe mantener el hogar. “Tendré que luchar yo por mis hijos y por él también porque fuerza no puede hacer”.
El expediente penal
Ruiz decidió denunciar lo sucedido. El expediente se abrió por lesiones graves y vejámenes, al que se adjunta «la historia clínica para verificar la veracidad de los dichos y la entidad de las lesiones sufridas. Nos incorporamos como querellantes particulares, incorporamos varios testimonios que desvirtúan casi por completo la versión policial. Vamos a incrementar la prueba con un par de testigos más que declararán próximamente”, indicó el Dr. Martín Jáuregui, abogado querellante.
El principal sospechoso, de acuerdo al expediente, es el oficial ayudante Simón Menguez. El policía, no está imputado aún y se supone que sigue prestando servicios normalmente en la fuerza.
“Esto debería provocar el requerimiento fiscal y la imputación a quien aparece como prima facie como sospechado”, explicó el abogado querellante. Independientemente del expediente penal, Jáuregui aseguró que la querella estudia la iniciación de una demanda civil contra el gobierno provincial para reparar los “daños y perjuicios sufridos, materiales y morales”.