La joya de la Bauhaus que la Argentina desprecia

En 1948, el húngaro Marcel Breuer estaba dictando un seminario en la Universidad de Buenos Aires cuando su colega argentino Carlos Coire le propuso diseñar un punto de encuentros sociales para el barrio La Serena. La anécdota es que Breuer inmediatamente dibujó el “trébol” de cuatro hojas que caracteriza el parador. La obra fue llevada a cabo por Coire y Eduardo Catalano. Breuer había estudiado en la Bauhaus y había dirigido el equipo de diseño de muebles. Bajo su gestión se creó la emblemática silla Wassily. En 1928 se había mudado a Berlín para dedicarse a la arquitectura, pero luego de la toma del poder por Adolf Hitler acompañó a sus compañeros de Weimar al exilio en Estados Unidos.

El edificio de la zona sur de Mar del Plata fue un éxito inmediato, tanto por su original forma y su fábrica de hormigón, madera y vidrio, como por su doble función de restaurante diurno y disco nocturna. En su apogeo en los años cincuenta, el Ariston tenía una pista de baile giratoria y cada cliente recibía una bolsita de talco para poder bailar descalzo sin resbalarse.

Como con otros patrimonios de la misma región y estilo –la Casa del Puente, por ejemplo– el tiempo fue duro con el Ariston. Primero fue dividido en tres restaurantes, que lo llenaron de agregados, y luego fue abandonado a los vándalos, que lo incendiaron varias veces. Hoy, lo que queda es apenas el hormigón original, con todos los cerramientos arrancados o quemados. Una campaña busca que el parador sea declarado patrimonio y reciba una consolidación y restauración.

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