El juez Federal de Concepción del Uruguay, Guillermo Quadrini, tiene a su cargo la causa iniciada originalmente en el Juzgado de Instrucción de Gualeguaychú por el asesinato de personas durante la última dictadura militar, que presuntamente fueron arrojados en aguas del delta entrerriano desde helicópteros, de acuerdo con lo narrado por dos testigos de identidad reservada que brindaron su testimonio a radio Máxima y reproducidos por Análisis digital.
El testigo reveló que durante los primeros años del gobierno militar, los cuerpos eran arrojados al río Paraná Bravo y al río Gutiérrez, en el delta inferior, en tambores sellados con cemento, y que uno de los tanques cayó sobre la playa, y fue hallado por unos lugareños, que dieron cristiana sepultura al cadáver.
El río Paraná se divide en tres brazos: el Paraná de las Palmas, el Paraná Guazú y el Paraná Bravo, que son los ríos de acceso al Paraná para la navegación de ultramar. En total, tienen una longitud de unos 200 kilómetros y su ancho frente al Río de la Plata es de 50 kilómetros. Esta formación anegadiza enclavada en el valle inferior del río Paraná se reparte entre las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos.
El testigo señaló que vivía en la zona durante la época de la dictadura y dijo haber sido testigo de los hechos denunciados, pero que no habló antes por temor, pero que ahora quiere limpiar su conciencia. “Los helicópteros tiraban los bultos al agua, en la zona del Paraná Bravo. Yo vivía en la zona, en una estancia cercana y a primera vista, no se podía apreciar que se tiraban bultos desde los helicópteros, sin que pudiéramos saber que era lo que tiraban”, dijo el testigo a radio Máxima.
Según el relato, “muchas veces los helicópteros verdes, sin numeración, pasaban hasta 5 veces por semana y tiraban los bultos al agua. Había veces pasaban 20 días sin que pasara ningún helicóptero. Nunca descendieron y, en caso que lo hubieran hecho, lo hicieron en otra parte, en la zona del Paraná Guazú había un pontón de Prefectura Naval, pero creo que venían de otro lugar, porque nunca bajaron en esa zona”.
Además, expresó que “en 1977 o 1978 fue la época en la que los helicópteros pasaban con mayor asiduidad. La gente estaba en otra cosa, todos metidos con el mundial de fútbol, por eso se aprovechó para tirar mucha gente”, y narró: “Los cuerpos estaban atados de pies y manos dentro de los tachos de 200 litros, los cuales estaban rellenados de hormigón, con el propósito que nunca salieran a la superficie. En esa zona, el Río Paraná tiene una profundidad de 40 metros, es por donde pasan los barcos de mayor porte, así que por eso se colocaban los cuerpos dentro de los tachos con hormigón, para que nunca salieran a flote”.