Haciendo gala de esa perfecta alquimia entre rock y pop que le es característica, Coti fue recorriendo su vasto repertorio de éxitos, acompañado de una excelente banda que sonó compacta, precisa, sin fisuras.
En un primer plano indiscutible de la escena, los hermanos Sorokin con su estética dylancalamaresca, disfrutaron de la localía recibiendo el afecto del público, que en el último tramo del recital abandonó sus butacas y se abarrotó junto al escenario para bailar. El entusiasmo de la gente que desplegó aplausos y ovaciones incesantemente, hizo que los músicos retornaran una y otra vez al escenario para los bises, culminando cerca de la medianoche con una cálida despedida.