Casos de hepatitis y cloacas a cielo abierto en Gualeguaychú

Allí, además del olor nauseabundo, pueden observarse desde la cabeza de un caballo flotando, basura suelta y en bolsas, hasta, obviamente, excrementos. Con este panorama, podría decirse que solo un milagro ha salvado a este barrio, con una población infantil numerosa, de una epidemia. Así lo cuenta la periodista Estela Gigena en el diario El Día de esa localidad.
El mencionado diario corrobora la presencia de líquido cloacal en las viviendas. “Ingresamos, con mucha dificultad, a varias de ellas. Los propietarios de las humildes casas, con entradas cuyo piso es de tierra, han improvisado una suerte de puentecitos con troncos. La idea es llegar a la puerta sin pisar los líquidos cloacales, con excrementos incluídos o profilácticos, que ingresan sin permiso por la cuneta, el inodoro o un resumidero” dice Gigena.
Los vecinos dicen que el final de las cloacas está tapado y por ese motivo, los líquidos, al llegar a ese punto efectúan una suerte de reflujo y vuelven, quedando parte, estancada en las esquinas a cielo abierto y parte, que ingresa a los domicilios, sobre todo a los de la calle Misiones que corresponden a la zona más baja.
Intentando explicar la situación, Irigoyen sostuvo que “hace un par de meses la municipalidad instaló una bomba de impulsión que facilita el funcionamiento de las cloacas al impedir que la materia fecal u otros elementos obstruyan las cañerías”.
En ese sentido, el intendente manifestó que “los vecinos arrojan pañales, ropa, vaqueros y basura a la cloaca. La semana pasada la cloaca se tapó, y cuando fueron a destaparla había una cantidad enorme de ropa obstruyendo”, se quejó.
Por otra parte, admitió que el problema que se sumó al anterior estuvo dado por el agua que arrojó a la cloaca ayer la empresa De Martín, responsable de la obra del Canal Clavarino. Finalmente, Irigoyen expresó que “este no es un problema permanente, sino dos temas puntuales que ya fueron solucionados por el ingeniero Martinelli”.

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