Pobres los pobres

La explotación laboral no es solo un problema económico, es una cuestión moral. Arrasa con  la dignidad humana. Degrada la sociedad. Humilla y avergüenza. Crea desesperanza, engendra la violencia. De género, social, delitos, suicidios. Esas  atrocidades que vivimos cotidianamente. Nos preguntamos de dónde salen esos monstruos. Es la derivación de la violencia gestada por un sistema abusivo, injusto, desigual. 

Tal como descubrió Evita en un relámpago de lucidez: “hay pobres porque hay ricos”, que se apropian de la riqueza que producen los trabajadores. Pero ya no existe Evita, ni la justicia social. Existe la concentración de la riqueza y un pueblo desamparado. No existe Evita y existe la pobreza y el hambre. Y la voracidad, el egoísmo y la indiferencia de los que acumulan. Y la alternativa es el gobierno de los ricos, atendidos por sus propios dueños. Es decir, no hay alternativas. O tal vez sea la toma de conciencia y la lucha de los desesperanzados, que ya no confían en cómplices y traidores. 

Los números revelan que Concordia es la ciudad más empobrecida del país como producto de la explotación laboral, no de la desocupación.

Es una ciudad rica en recursos, distribuidos inequitativamente. Pocos discursos de campaña discurren sobre el corazón sangrante de la ciudad. La injusticia social que no solo empobrece a los trabajadores, sino que, sobre todo, envilece moralmente a la sociedad.

 

(*) Psicólogo. MP243

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