Ucrania: El negocio depredador de los EEUU y la OTAN

Volviendo a la guerra actual, las negociaciones de una paz honorable para las partes están lejos de ser negociada en esos términos. En la guerra no hay paz honorable. Sólo vencedores y vencidos.

A pesar de que la diplomacia de EEUU ha dado luz verde, a través de la India como interlocutor válido, es solo una máscara para encubrir el actual descuartizamiento de Ucrania donde todos los operadores de las corporaciones y Fondos buitres se están repartiendo el viejo Estado tapón de la vieja Rusia de Kiev.

Paso a describir a los «saqueadores»: El mayor Fondo de cobertura del Mundo, Black Rock, que dirige Larry Fink, que maneja un volumen de negocios de US$ 8 billones de dólares y tiene reconocida influencia en la política de los EEUU, «trabaja» en la recaudación de fondos para la reconstrucción de la Ucrania de la postguerra. Las estimaciones más modestas para levantar el país ascienden a U $350.000 millones de dólares, que pueden estirarse hasta 1 Billón si la guerra continúa. Para Black Rock sería una de las operaciones más colosales de esta década.

Si esto llegara a ocurrir, representaría una nueva aplicación sobre el terreno de la estrategia de «golpear y aterrorizar», que más tarde se convertiría en «destruir y reconstruir», un programa iniciado en la Segunda Guerra Mundial con la Alemania vencida y continuado con la guerra de Irak con el pago a través del petróleo.

Esta estrategia pasa por la destrucción de los países hostiles a Washington, lo que no solo los libra de adversarios políticos que cuestionan su legitimidad para dominar el mundo a su sola conveniencia, sino que produce primero un gran beneficio para la industria bélica, motor central de la  economía de EEUU, y luego pasar a la reconstrucción de lo anteriormente destruido.

De hecho, el fin de las hostilidades siempre se cierra con un acuerdo que favorece a las empresas mineras y constructoras estadounidenses, a los que luego se añaden jugosos contratos que el Pentágono firma con las empresas mercenarias encargadas de vigilar al personal civil y diplomático de EEUU durante los años que dure la reconstrucción. O sea que los sepultureros se convierten en médicos: el TNT de ayer se convierte en el cemento del mañana.

La estrategia de «destruir y reconstruir» es por lo tanto portadora de grandes éxitos económicos -además de geopolíticos- para los EEUU y está precisamente vinculada a los éxitos militares de Washington. De hecho solo ha fracasado en Afganistán y Siria, donde los yanquis hicieron desastres y han sembrado literalmente el campo de minas explosivas y fugitivos. 

En Kabul no les fue bien y fueron expulsados después de 19 años por unos miles de hombres en zapatillas y turbantes, por lo que a EEUU le quedaron U$8.000 millones de  dólares depositados en la Reserva Federal como indemnización por su fracaso. En Siria Irán y los rusos intervinieron y cambiaron la dinámica de la guerra, desbaratando a esa creación de la CIA que es el ISIS y a toda la OTAN.

Está visto que política, económica y militarmente EEUU no saldrá de Ucrania de todos modos. Ahora Monsanto es el principal propietario de la enorme cuota de tierra fértil ucraniana obtenida a precio vil por la derogación de una Ley -por parte del presidente de facto Zelensky- que protegía el suelo ucraniano de venta a extranjeros. Monsanto (ahora Bayer) se hizo de las tierras con derechos a explotación, e incluso con financiación internacional para la producción que Ucrania exigió y los EEUU cobraron.

Fueron U $17.000 millones de dólares concedidos por el FMI. O sea una paradoja en la cual un gobierno recibe fondos que luego los entrega a empresas extranjeras para que acaparen tierras en su país. ¡Patriotismo neoliberal le dicen!

Lo mismo puede decirse de los 37 laboratorios para la guerra bacteriológica abiertos y gestionados por el Ejército de los EEUU en territorio Ucraniano. El Pentágono ha financiado la modernización de al menos 60 laboratorios clandestinos biológicos secretos a lo largo de la frontera con China y Rusia y cuyo director administrativo es Hunter Biden, el hijo del presidente Joe Biden.

Estos experimentos de ganancia, en función de los estudios para modificar genéticamente un virus animal con el fin de convertirlo en un patógeno que pueda transmitirse de humano a humano , están prohibidos en EEUU desde 2014. Los laboratorios seguirán en manos de EEUU, a la vez que el «Imperio» será el mayor acreedor de Ucrania, que tendrá que pasarse la eternidad pagando su deuda con Washington por los suministros de armas, que todo el mundo cree que son ayudas cuando en realidad son contratos de ventas.

Pero el  «circo» propagandístico sigue con la ridícula ceremonia de Zelensky en el Congreso, con el júbilo de los congresistas demócratas caducados y la presencia de sólo 70 de los 238 Senadores Republicanos, que se presentó como el canto del cisne de Biden, mas que el comienzo de una nueva era trágica de la lucha por el poder mundial. Las informaciones de fak new sobre la amenaza rusa por una posible invasión a Europa sirvieron principalmente para apoyar el enorme aumento del presupuesto para gastos militares hasta la suma de U$850.000 millones de dólares (incluso U$ 50.mil millones mas de lo que había solicitado la Casa Blanca), lo que significa un posicionamiento de avanzar con el proyecto de la guerra con China.

No crean que solo en nuestro país se fugaron U$ 86.000 millones de dólares en 2018. En EEUU, una auditoría externa, revela que el Pentágono no sabe adónde fueron a parar U $6.550. millones de dólares, que constituye un 40% de su presupuesto. O sea dinero de los contribuyentes «desaparecido en combate». 

Y si el lobby del CIM, (Complejo Industrial Militar) está satisfecho, el lobby petrolero y del gas también lo estará. La guerra deseada por EEUU ha logrado su principal resultado: el bloqueo de la asociación comercial de Rusia con Europa, el fin de los suministros energéticos que permitían el desarrollo industrial y comercial de la Unión Europea, el cese de las actividades financieras para perjudicar a Rusia y la ruptura de las relaciones políticas. La ruptura de la dependencia de la Unión Europea de Rusia pasó a ser una dependencia de EEUU con el gas licuado y transportado de EEUU con un valor que triplica en precio de lo que pagaba la UE. Lo que significa un aumento sideral de las tarifas de los combustibles que los europeos se resisten a pagar, encima con una inflación diez veces superior a la que tenían antes de la guerra.

Desde el punto de vista del sentido común, continuar la guerra tal como está no tendría sentido  porque se  han conseguido los resultados deseados: Moscú ya quedó lejos de Occidente y cada vez más anclada a Oriente. La presión militar de la OTAN  sobre Rusia seguiría siendo alta, incluso si los territorios de Crimea y los de la región del Donbass se incluyeran como territorios rusos, el resultado seguiría sería poner otros 330 Km. muy útiles entre Moscú y la línea del frente ucraniano. El adiós anunciado de Kiev  a la OTAN podría ser sustituido por el mortal abrazo de la Unión Europea, de modo que los dramas sociales que ya están instalados y los costos del restablecimiento de la economía ucraniana correrían a cargo de los europeos.

Continuar una guerra convencional supondría una enorme carga para Washington y Bruselas, sin ninguna victoria sobre el terreno como sucedió con Napoleón en 1812 o Hitler en 1941. Pareciera que la Historia no es estudiada por líderes de estrecho juicio estratégico. Por eso acuden ahora a entrenar, armar y financiar a grupos neonazis encargados de continuar las acciones militares, incluso después de alcanzar un acuerdo de Paz, que costaría poco y rendiría mucho. Un poco como lo que se puso en marcha de 2014 a 2022 con los acuerdos de Minsk, garantizados por Alemania y Francia que la CIA y los mismos ucranianos dieron el golpe de Estado dando comienzo al bombardeo sobre la región del Donbass. Esos acuerdos sólo sirvieron para ganar tiempo para construir el ejército ucraniano confirmado por la ex-Canciller Angela Merkel con su sincericidio al saber que los gasoductos entre Rusia y Alemania fueron saboteados por EEUU.

En el final en los «cerebros» del Pentágono y de la CIA, en Langley, Virginia,se contempla un escenario en el que Ucrania reduzca su tamaño, creando así una corriente político militar que no reconozca los acuerdos y opte por la vía del conflicto permanente. esto crearía un modelo de guerra de guerrillas permanente como el de los muyahidines afganos y los chechenos que mantuvieron a Moscú comprometido militarmente durante años sin otro propósito de debilitarlo y ponerlo en condiciones de desviar los recursos de la industria bélica orientándose a la guerra de «baja intensidad», como diría nuestra amiga Stella Caloni, cuando visitó Concordia, y que evitaría una confrontación nuclear que preocupa tanto a EEUU como a la OTAN.

Porque como siempre ocurre tras un conflicto de raíces profundas, la paz no implica apaciguamiento sino solo un breve interludio entre los conflictos, porque los patrocinadores de este conflicto siguen avivando las llamas del terror simulando defender la Democracia.

 

ricardomonetta@hotmail.com 

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