EL SENTIDO DEL RUMOR

En el aún más completo  estudio sobre el tema, el libro de Gordon Allport y Leo Postman, “Psicología del rumor” (2) en el que lo definen como “una proposición específica para creer, que se pasa de persona a persona, por lo general oralmente, sin medios probatorios seguros para demostrarla”, dicen que al pasar un rumor se supone que se está transmitiendo un hecho cierto, aunque el relator advierta que  “hay que tomarlo como un rumor, pero me han dicho que…”. Estos autores han formulado las condiciones del surgimiento del rumor del siguiente modo: R-ixa.  Que traducida en palabras significa que “la cantidad del rumor circulante variará  con la importancia del asunto para los individuos afectados, multiplicada por la ambigüedad de la prueba o testimonio tocante a dicho asunto”. Es decir que los rumores circulan cuando el asunto es igualmente importante y ambiguo para los individuos y la sociedad, sin esas dos condiciones no hay rumor.

Los rumores están asimismo motivados por las tensiones emocionales que estas condiciones generan, fundamentalmente miedo, odio o deseo, y su necesidad de ser descargadas. También en la necesidad de racionalizar, es decir, de encontrar explicaciones que permitan comprender los acontecimientos y eliminar las contradicciones y confusiones contenidas en la ambigüedad.

Desde la renuncia del Ministro de economía Martín Guzmán, este fenómeno no ha dejado de producirse en nuestro país. De modo espontáneo, motivado por el temor que sus efectos producen en un área de la mayor importancia social como lo es la economía. Y a la ambigüedad y confusión que tuvo en su desarrollo. Y también elaborado por los medios de comunicación hegemónicos asociados o directamente dirigidos por los grupos concentrados del  Poder económico.

Claramente el fárrago de rumores circulantes no es ingenuo. Ningún rumor lo es:” por su condición de emergente situacional y operacional, ningún rumor es inocente, lleva siempre su carga de tensión y de sentido” (1).  De hecho el lanzamiento de rumores es una especie dirigida a la manipulación de la opinión pública del mismo género que las fake news (noticias falsas) y un proceso más complejo que seguramente las integra, y que José Pablo Feinman definió como “colonización de la subjetividad”, por el cual el discurso del Poder es esparcido de un modo tan descomunal por el aparato comunicacional a su servicio, que es repetido acríticamente por los individuos,  como si proviniera de su pensamiento y su verdad más íntima.

La puesta en circulación de los rumores no es inocente, es un arma poderosa. No es casual que este insuperable trabajo  (2), haya sido encargado por el gobierno de los EEUU en el período de post guerra, precisamente porque en el contexto bélico, los rumores constituyeron poderosas municiones para los contendientes, contribuyendo a acrecentar el odio, el miedo, el desaliento o el deseo,  según sus metas.

En nuestro caso lo son desestabilizadores.

En la segunda guerra mundial los gobiernos aliados crearon “clínicas de rumores”, es decir, una estrategia de permanente desmentida, quitando racionalidad al rumor a partir de informaciones oficiales coherentes y seguras que eliminaban cualquier tipo de ambigüedad.

Parece ser  la fórmula de combate de esta singular batalla, también en nuestro caso. Una información oficial precisa y coherente  que elimine todas las confusiones y contradicciones cuyos riesgos son las profecías auto- cumplidas. Claro que basadas, firmemente en una política económica  al servicio de resolver las angustias de las grandes mayorías populares, sin ambages.

 

1)Pichón Riviere “Psicología social de la vida cotidiana”

2)Gordon Allport y Leo Postman “Psicología del rumor”

 

(*) Psicólogo. MP243

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