Darío Pérez animando a los participantes de la «Marcha del Orgullo» el pasado 21 de noviembre
-Darío, sos uno de los firmantes de la carta que se publicó en los medios en la que se sostiene que la muerte de Silvio Diez se trató de un crimen de odio cuando el fiscal del caso, la policía y los bomberos todavía no afirmaban ni descartaban ninguna hipótesis, si bien se inclinaban por una muerte natural antes del incendio o un crimen en el marco de un robo y un incendio intencional para tapar rastros o un «crimen pasiona»l. ¿Por qué ustedes sostuvieron desde el principio que se trató de un asesinato y remarcaron esa figura de “Crimen de Odio”?
Darío Pérez: Mirá, son compañeros autoconvocados que fueron también compañeros de Silvio en los talleres que participaba en la Dirección nuestra, en talleres de teatro y en otros ámbitos sociales y culturales. Me piden a mí tomar intervención, acompañando a la familia. Silvio era un sujeto de derecho y Silvio merece, como merecemos todos y más cuando es un deceso con tanta violencia, con tanta agresividad, que sea esclarecido el hecho. Hay una partida de defunción que establece el motivo del fallecimiento del compañero Silvio, pero te lo digo desde la experiencia, desde la capacitación y desde los contactos con redes que hemos establecido desde el 2016 en que se creó esta Dirección, estos delitos tienen características muy particulares. No es un homicidio simple, no es un homicidio agravado por robo, esto que nosotros queremos introducir como delito de odio, establece que un delito se equipare a un delito de lesa humanidad. Lo que transmite este hecho es provocar miedo en otros sectores de la sociedad. Es provocar miedo en la aceptación de las disidencias, de las diversidades. También en provocar miedo en otras familias que tienen que aceptar que no pueden cumplir con el mandato social.
-Fueron muy tajantes desde el principio en descartar que la muerte de Silvio no fue autodeterminación ni accidente. A primera lectura parecía prematuro y arriesgado.
DP: Silvio falleció en una circunstancia violenta, de la cual el grupo de autoconvocados descarta que haya sido una autodeterminación. Silvio vendía unos productos, entonces había hecho citas con sus clientas, ayer, hoy, mañana, y para el sábado tenía planeado salir en la comparsa. Una personalidad suicida no proyecta, no cumple con sus obligaciones, en disfrutar… Y los compañeros que son afectos de Silvio, de los talleres, son los compañeros que saben realmente: con quién se veía Silvio, con quién hablaba, si le gustaba alguien. Nosotros consideramos que esto debía ser caratulado al menos como muerte dudosa, que realicen las pericias y las medidas cautelares para establecer realmente como fue el deceso de Silvio, entonces en ese marco, más allá de que haya una partida de defunción con los motivos, nosotros pretendemos introducir este concepto de crimen de odio, que es un concepto no naturalizado por la Justicia. En Entre Ríos fue utilizado solo una vez en el asesinato de una compañera trans en Paraná.
-¿Cuál sería la novedad o el beneficio en introducir esa figura?
DP: La diferencia entre un crimen de odio y un delito común es que un homicidio hace que una persona pueda estar seis años en la cárcel, por ejemplo, y a través de una buena conducta, de la asistencia a talleres, y pensando que las cárceles son para la reinserción social, pero todos sabemos que las cárceles son un castigo y que están muchas veces en condiciones deplorables, pero al margen de esto, después de esto, ponele que vos salís redimido, hayas sanado y seas una buena persona, pero en el caso de delitos de odio, de lesa humanidad, la condena debería ser perpetua, porque lo que pretenden estos tipos de sujetos, por decirlo de alguna manera, para no ofender a las personas, es imponer una ideología de odio, de intolerancia. Para mi es una cuestión pendular. Viste el péndulo de llevarlo a donde lo lleves genera una reacción, entonces ante la conquista de derechos, el avance normativo, el avance en la sociedad con el respeto a las minorías, se ha generado una reacción de una derecha obsoleta, donde hay fachos que han salido del closet, entonces a nosotros que hemos luchado mucho tiempo para tener el respeto de la gente, esto es muy doloroso, es muy doloroso para las familias, es muy doloroso para el grupo humano, para los compañeros de la escuela, para todos. Entender que hay un grupo ultraconservador, de derecha, fascista, violento que se animó a salir del closet y decir así tenés que vivir, así no tenés que vivir, esto tenés que hacer, esto no tenés que hacer, así te tenés que vestir, así no te tenés que vestir es violento. La otra diferencia que tiene un crimen de odio respecto de un delito común, es que los únicos legitimados para el aporte de la prueba, para participar en el proceso, etc., muchas veces es el círculo familiar. En cambio, en el caso de un crimen de odio, se equipara a lo que se llama interés difuso. Mirá la comparación que te voy a hacer porque lo hablaba con la familia de Silvio: en las cuestiones ambientales que son bastantes avanzados, si vos tirás la basura en una esquina y lo llevamos a la justicia abstracta y obsoleta, el culpable es el vecino que no tiene tacho de basura. El derecho ambiental contempla este interés difuso. Como vecino que podamos denunciar ese hecho, sin ser nosotros los depositarios de la basura ni ser responsables del desperdicio. Es decir, se amplía el concepto, se corre el límite de los que son legitimados para presentar y que el rigor de la ley caiga sobre los supuestos autores materiales si los hubiera. Quiero un mundo mejor, quiero que no haya más Silvios.
-¿Se van a presentar ante la justicia?
DP: Mirá, yo me puse a disposición del Departamento de Investigaciones de la Policía para ver cómo podemos hacer para conseguir datos ciertos y fidedignos que nos puedan decir cuáles fueron los últimos movimientos de Silvio que puedan ayudar a dilucidar qué pasó con Silvio. Hay aristas muy particulares que me hacen pensar primero que Silvio no haya tomado una autodeterminación, preservar las pruebas, preservar el entorno, y comprobar si hay realmente un plato sucio, si hay un vaso compartido, si hay huellas digitales. Silvio vivía con su mamá, pero tenía su individualidad. Tenía un departamento. El sentido común y el criterio me hace pensar que todas las huellas, si estaba solo, serían de Silvio. Ahora no puedo pensar que se ensucie la escena del crimen sin tomar las huellas digitales y ver las personas que estuvieron con Silvio. Y en eso, no estudié como abogado, pero tiene que ver con el sentido común.
-¿Sabían si Silvio era hostigado, maltratado fuera de los ámbitos que ustedes compartían con él?
DP: Por la experiencia te puedo decir que la sociedad hace que muchos compañeros vivan tapados y en ese contexto a veces es difícil saber si tuvo una cita casual, si estuvo acompañado por alguien. Por eso es importante que los compañeros puedan aportar algo o las personas y transeúntes que pasaron por ahí, el día de su muerte. Consideremos esto como una cuestión accidental, trágica, por ejemplo: Yo me pongo a fumar un cigarrillo arriba de la cama y me duermo. Pero Silvio fue encontrado en posición cubito dorsal debajo de un colchón incendiado. Si te estás prendiendo fuego, te buscas una manta, buscas agua… no te vas a tapar con un colchón. Uno pide auxilio cuando siente el olor a humo, cuando ve que las llamas se vuelven incontrolables… Entonces hay circunstancias que nosotros por lo menos pedimos que la carátula sea considerada como muerte dudosa.
-Cuando se trata del crimen de una persona de orientación sexual disidente es moneda corriente que se busque la culpa en la víctima: “algo habrá hecho”, “el permitió que alguien entre a su casa”, “tal vez lo mató un ‘chongo’ al que acosaba, etc., etc…
DP: Definitivamente. Mira, hasta 1990 y con mucha vergüenza lo digo por esta cuestión familiar, yo no me consideraba anormal ni enfermo, pero sí, era una patología parecida. Yo pasé etapas de mi adolescencia y de mi juventud, donde sufrí violencia institucional, sufrí bullying, sufrí discriminación y eso hace que a mis 46 años tome esto como una bandera política además y en este contexto donde se han avanzado en normas, en legislaciones en materia de Derechos Humanos, poder empoderar a otros sectores de la población que no solamente somos el colectivo LGTBI+ , hay mujeres que son violentadas, hay personas que padecen obesidad y que son discriminadas y esto lo vemos a diario. Hay cuestiones de la heteronorma sobre los cuerpos que tienen que tener hombres y mujeres y hay espacios, donde vos lo podés percibir. Yo lo conozco a Silvio desde hace 15 años por la comparsa, Bella Samba, yo te puedo explicar que Silvio era una persona sumamente solidaria, abierta, receptiva. Era muy reservado con sus cuestiones personales. Yo nunca hablé con él de su orientación sexual, pero sí llegué a tener mucho afecto, mucho cariño, en que fue víctima de vulnerabilidad, de discriminación y de estas cuestiones como está pasando ahora.
-La mayoría de la sociedad todavía considera lo “normal” en esta heteronorma que mencionás y que nos marca desde que nacemos: los colores que tenemos que vestir, los juguetes que tenemos que elegir, los trabajos que podemos hacer, los deportes que debe practicar cada género, etc…
DP: Entrar a una juguetería y pensar que hoy por hoy una chica no puede ser astronauta, no puede ser arquitecta, no puede ser ingeniera. No existe el juguete para permitir esta normalidad porque estamos lamentablemente gobernados por una heteronorma que pretende cumplir mandatos sociales. Así como está el tema de la ESI muy vigente, la prevención de los embarazos no deseados, la interrupción de los embarazos. Capacitarnos y entender que esta cuestión del mandato social viene muy cargada de prejuicios, de preconceptos, de construcciones arcaicas que no permiten el pleno desarrollo de las personas. Esto como introducción lo menciono, porque quiero hacer esa salvedad. Ahora, lo heteronormal tampoco es lo normal, es un discurso político que tiene una construcción enorme, pero que, si vamos a un contexto histórico, en Esparta, en las sociedades más antiguas lo normal era otra cosa. Por darte un ejemplo y ser autorreferencial: yo soy una persona gay y ante el discurso prefiero auto percibirme puto. Cuando yo salía en mi barrio para ir a jugar al hockey por decirte, me gritaban maricón, puto, cosas muy violentas. Nunca me decían gay u homosexual. Ahora, hasta 1990, la homosexualidad estaba dentro de la lista de enfermedades mentales de la Organización Mundial de la Salud, como una tara, por lo que yo de alguna manera era considerado un tarado si se quiere, cuando -pensando los conceptos de mandatos sociales- yo soy una persona monógama, que vive en pareja, bastante heteronormado para ser una disidencia. Somos buena gente. No jodemos a nadie, yo laburo todo el día, laburo solidariamente en otros ámbitos, colaboro en la comparsa. Tengo la suerte del acompañamiento de mi papá que sabe que no soy un sinvergüenza, ni un delincuente, ni un malhechor y lo único que me saca de este contexto de normalidad es mi homosexualidad.
-En tono de chascarrillo te pregunto: ¿Sos un puto conservador?
DP: No tanto. Soy puto, peronista y negro. Tengo tres conceptos que me han juzgado, me han estigmatizado y me han herido hasta silenciar, pero a diferencia de esto que pasó, yo tuve el respeto, el acompañamiento y el entendimiento por parte de mis familiares.
Silvio Diez, de 42 años, encontrado sin vida el pasado martes en el interior de su vivienda incendiada. Hoy hay un detenido, sospechoso de su muerte.