El fallo no representa una sorpresa por su contenido sino por su oportunidad, que le permite a todos los medios interesados, que no son pocos, volver a publicar las fotos y la historia de sus famosos bolsos. En realidad, el Tribunal le había otorgado la excarcelación hace tiempo, cuando López cumplió los dos tercios de su condena y no había ningún motivo legal para denegársela. Pero había fijado en 85 millones de pesos la fianza, una cifra que López se declaró incapaz de cubrir.
En ese momento empezó una larga disputa judicial, con la intervención de la Cámara de Casación que exigió al Tribunal que fijase una fianza «cumplible», que terminó en los 14 millones finalmente aceptados ahora.
La decisión de los jueces contó con el dictamen favorable del fiscal federal Miguel Ángel Osorio, y dispone que la excarcelación «se haga efectiva en el día de la fecha y desde el lugar donde se encuentra alojado» López.
Como López además forma parte de la Causa de las fotocopias de los cuadernos, en la que se declaró arrepentio y acordó con el fiscal Carlos Stornelli convertirse en un «testigo protegido», el tribunal señaló que el exfuncionario estará «bajo la exclusiva custodia del Programa de Protección a Testigos».
El Tribunal Oral Nº1, conformado por los jueces Adrián Grünberg, Ricardo Basílico y José Michilini, es el mismo que condenó a José López a la pena máxima de 6 años por el delito de enriquecimiento ilícito. Lo más llamativo de ese juicio fue que el tribunal no hizo ningún esfuerzo por averiguar el origen del dinero que intentó guardar el ex funcionario en el convento.
Un juicio insólito para un caso insólito
En el juicio por enriquecimiento ilícito, centrado en la cinematográfica imagen de los bolsos arrojados por la noche en un convento, quedó bastante claro que el ex secretario salió de su vivienda el 14 de junio de 2016 luego de una pelea con su esposa, María Amalia Díaz. Según parece ella lo acusaba de una infidelidad. Cuando el juez federal Daniel Rafecas allanó la casa de Dique Luján se encontró con dos platos servidos para la cena y una comida a medio comer. Se supone que López pensó que su ex esposa, que se fue furiosa, lo iba a denunciar. Y por eso decidió poner a salvo el dinero que tenía escondido en una habitación oculta al lado del tanque de agua.
Rafecas allanó la casa de la mano de la Policía Federal, que no encontró el escondite con los rastros de la plata. Fue el propio López el que al principio del caso hizo la revelación, lo que permitió un segundo allanamiento y la detección de una falsa ventana en el techo que en realidad era una puerta a la que se accedía poniendo manualmente una escalera.
Aquella noche, López salió de Dique Luján hacia el convento en General Rodríguez. Tiró los bolsos por encima del paredón y –como se vio en las imágenes– fue ayudado por la religiosa Inés Aparicio. Aparicio no fue condenada. La religiosa dijo que pensaron que López traía comida en los bolsos, algo que solía hacer. En el juicio no apareció ninguna evidencia contra la mujer.
Las mentiras de López, «arrepentido» de la mano de Stornelli
El 11 de agosto de 2018, López acordó con el fiscal Carlos Stornelli. Se convirtió así en arrepentido en la causa por las fotocopias de los cuadernos. La jugada tuvo un primer impacto en el expediente del convento: el ex secretario salió del penal de Ezeiza, donde prácticamente no recibía visitas de nadie, para ser alojado en una cómoda unidad policial de Palermo.
El pacto con Stornelli llevó automáticamente a un cambio de la versión de López sobre el origen de los nueve millones de dólares arrojados en el convento. Durante todo el proceso y en su primera declaración en el juicio había dicho que el dinero “vino de la política”, sin dar más explicaciones.
Una vez sellado el acuerdo con el fiscal, López se despachó con una historia muy distinta. Dijo que “suponía” que el dinero venía de Cristina Fernández de Kirchner porque se lo dio el ex secretario Fabián Gutiérrez la misma noche en que llevó los bolsos a General Rodríguez. Contó que tuvo una reunión previa con Gutiérrez en el hotel NH de la calle Bolívar y que luego le mandaron los nueve millones de dólares custodiados por dos personas, una llegó en moto y la otra en un auto. Los dos enviados –según dijo– lo siguieron hasta el convento.
La coartada se cayó a pedazos casi de inmediato. En las numerosas imágenes de su periplo de Tigre a General Rodríguez no apareció ningún auto ni ninguna moto de custodia. Tampoco se encontraron evidencias de la reunión con Gutiérrez que ni siquiera estaba en Buenos Aires. En la valija en que se encontró la mayor parte de la plata había un marbete que demostraba que la usó una hija de López en un viaje anterior. También se encontró un recibo de un cambio de dólares realizado por López en Hong Kong. Y en la casa se encontraron pruebas de que el dinero estuvo cerca del tanque, en especial porque los billetes tenían rastros de humedad del escondite lindante con el depósito de agua.
Como no se le podía achacar la culpa a CFK, los grandes medios perdieron interés. Pero, además, bajaron su furia contra López para preservarlo como arrepentido en la causa que más les interesa, la de las fotocopias de los cuadernos.
De dónde salieron los dólares: ¿la ruta del dinero M?
La lógica indicaba que la búsqueda del origen del dinero era el gran objetivo del juicio. Sin embargo, prácticamente no se trabajó en ese terreno.
El fiscal Osorio consiguió que Estados Unidos conteste un pedido elemental: en los bolsos se encontró un ladrillo de billetes, en total 100.000 dólares, con el sello del Comerzbank de Estados Unidos y la Reserva Federal de USA. El Departamento de Justicia norteamericano nunca quiso contestarle al juez Rafecas pero sí lo hizo con Osorio. Reveló que el ladrillo fue transportado por la empresa Brinks al Banco Finansur de Buenos Aires. Se trató de una partida de 3,2 millones de dólares.
El Estado argentino trabajó poco y nada el tema. El Finansur, manejado por Jorge Sánchez Cordova, tesorero de Boca Juniors en los tiempos en que Macri era el presidente xeneize, operaba con algunas empresas trascendentes en la obra pública, entre ellas Odebrecht. Y era público que Odebrecht había pagado coimas en la obra del soterramiento del Ferrocarril Sarmiento, el megaproyecto en el que la constructora brasileña era socia del Grupo Macri en una unión transitoria en la que estaban Iecsa, Gella e Isolux.
Pero no hubo una verdadera investigación sobre el tema. Un banco allegado a Macri y Boca, empresas vinculadas al mandatario: nada bueno podía salir de ahí.
Y eso se reflejó en el juicio. No hubo ningún intento de avanzar en la búsqueda del origen del dinero. Constructoras cercanas al ahora presidente, banco muy vinculado con el ahora presidente. Dos más dos son cuatro. Parece la razón de tanto silencio y el poco interés de los grandes medios en este año de juicio.
Seguramente ahora que el tema vuelve al centro de la atención pública, ninguno de los medios interesados en volver a publicar las fotos y los videos de López se tomará el trabajo de recordar nada de esto.