“Tal es así que la noche anterior a su muerte, este asesino entró en su casa y, entre otras cosas, se cocinó milanesas. Como tuvo que escaparse porque mami lo vio y llamo a la policía, las dejó sobre la heladera”.
“Al otro día, el domingo, cuando mami las encontró nos dijo ‘pobre hombre, arriesgarse así por un poco de comida. Si supiera dónde está le alcanzaría las milanesas’, lejos de poner alguna maldad en él, sólo pensó en sus necesidades, en el hambre que tendría…”.
“Mamá era una persona blanca, sin maldad, de otra época y crio dos hijas que tampoco pudimos ni supimos medir el peligro al que había estado expuesta ese sábado. Para todas sólo era una persona con hambre muy desesperada como para meterse en una casa a buscar comida”.
“Hoy, nos damos cuenta que era un asesino de casi 1,90mts., dispuesto a todo desde el primer momento, esperando la oportunidad para matar a una mujer de 81 años, indefensa e incapaz de hacerle frente, a la que no hacía falta matar, porque ella le hubiera dado cualquier cosa que le pidiera”.
“Mamá tuvo una vida en la que hubo algunos momentos dolorosos _ como en todas las vidas- y, se sentía realizada, plena, tremendamente feliz”.
“Hoy sólo nos queda recordarla y amarla eternamente, imitar esa enorme bondad que la caracterizó y esperar que este asesino nunca más vuelva a dañar a alguien de la manera en que lo hizo con mami, nosotras y todos los que la queremos mucho”.