Productos regionales: deben sobrevivir a la caída del poder adquisitivo, la pandemia, la competencia industrial y la falta de turistas

Los alfajores: un producto siempre demandado en las ferias y paseos.  

Lampazzi sostuvo que en Concordia hay artesanos y empresas chicas de productos regionales como fábricas de alfajores o de dulces como mermeladas o de cervezas que no venden tanto acá como en las ciudades de los alrededores que los turistas suelen elegir con más asiduidad para un fin de semana largo como Federación, Chajarí, Colón o Gualeguaychú. “O en la misma ruta que tiene un corredor interesante para la venta de productos regionales”, dijo.

“Lamentablemente en Concordia no está tan desarrollado eso. Comercio de regionales hay muy pocos. Pero si hay una continuidad, eso se va a ir desarrollando y van a volver los que dejaron de estar”, indicó. Y remarco que el turista quiere consumir algo de la ciudad. “Esa es la gracia. Si le ofreces un jugo: el turista quiere un jugo de naranja exprimido de Concordia. No quiere un sachet o una gaseosa”, indicó.

Más adelante, Lampazzi sostuvo que los productos regionales más demandados, además de los dulces como las mermeladas los licores y los alfajores, son los cuchillos o la talabartería. “Tenemos unos cuantos productores pero han quedado menos de los que habían. No solamente por la pandemia sino que antes ya se estaban cayendo”, dijo.

Incluso, algunos cerraron antes de la pandemia. “Antes de la pandemia había dos empresas que fabricaban jugos de arándano y dulces de frutas y mermeladas pero cerraron”, indicó. “No vendían por cuestiones de mercado; no hay un desarrollo muy grande. Tenía otro trabajo, se cansaron de poner plata y se dedicaron a su trabajo. Están ganando plata con su laburo porque en lo otro perdían”, dijo.

El presidente de la entidad intermedia dijo que el “punto débil” es que la ciudad no tiene un mercado suficiente para esa demanda. “Es más. Tengo algunos que están abriendo locales en Federación y Colón y no tienen en Concordia porque acá les fue mal”, dijo en referencia a una conocida marca de alfajores “Nogal”. “El 95 % de lo que elaboran lo venden fuera de Concordia”, dijo.

“Eso va de la mano del desarrollo éste que falta. De alguna manera, Concordia absorbe muchas veces el turismo que no pueden absorber las ciudades de alrededor. Lamentablemente esto es una realidad. Esperemos que esto se vaya revirtiendo con el tiempo”, remarcó.

Lampazzi admitió que son productos “caros” que tienen más reconocimiento en ciudades vecinas que en Concordia donde los comparan con los productos que se encuentran en cualquier góndola de un supermercado. “Hacés una mermelada y quieren que sea más barata que las de Arcor. Lo mismo con una cerveza. Pretenden que el producto que haces a baja escala, cuidando el producto, con las mejores materias primas, con un volumen muy chico, trabajés mas barato que una empresa multinacional. Eso es una cuestión de Concordia. Lamentablemente sucede: la gente intenta, intenta e intenta, pero lamentablemente se cansa y termina cerrando”, admitió.

Un federalense ofrece productos tallados en madera «Son únicos», los destaca. 

 Cuchillos, mates y alfajores

Juan José, un federalense feriante de la plaza 25 de Mayo, destacó que los artículos que ofrece son ‘únicos’. “Compro la madera y los fabrico yo. Son únicos”, dijo. En la mesa se exhibe una tranquera de algarrobo en miniatura con movimientos. ¿El valor? $ 700. Una manga de campo con movimientos a $ 900.

También tiene juegos didácticos que toman como base un tangram (El Tangram es un rompecabezas que está compuesto por 7 piezas: un paralelogramo –romboide-, un cuadrado y 5 triángulos) y otros que forman parte de la “familia del tangram”. “Son juegos con medidas milimétricas”, resaltó. Los juegos rondan los $ 600 o $ 700.

“Además el trabajo o deja de ser artesanal. Eso no lo conseguís en ningún negocio, simplemente lo encontrás en distintas ferias”, resaltó. Un juego le lleva cuatro o cinco horas de trabajo sin incluir la pintura.

Juan José destacó que en ocasiones hace precio con sus productos sobre todo a los colegios porque sabe que lo necesitan para enseñar. En tanto, la gente que pasa y pregunta en general se manifiesta conforme con los precios. “El que le parece artesanal, sabe cómo está hecho y como se lo hace, no pregunta el precio: lo paga directamente”, dijo.

Carlos Pérez, vendedor de cuchillos y mates oriundo dela ciudad de Federal, explicó que sus productos no están exentos de calidad. Los cuchillos son de “acero de carbono” lo que equivale a decir que son de “acero negro” mientras que los mates son forrados en cuero auténtico. “Tengo el torpedo, el camionero y los imperiales”, dijo.

“Yo vengo de una ciudad donde se venden muchos cuchillos. Se venden para negocios, para reventa y para ferias. Yo hago lo mío para ferias y siempre en Concordia porque ya soy conocido acá”, recalcó.

Lo más económico es un ‘cuchillito’ con una hoja de 10 centímetros: arranca en $ 900. Lo más caro, un juego de asador que puede costar cerca de $ 7.000.  Un cuchillo kukri (un cuchillo de Nepal con una hoja curva) puede costar $ 8.000. ¿Algo intermedio? Un juego de tenedor y cuchillo con cabo de madera a $ 1.500. Los mates más baratos valen $ 900. Un mate torpedo puede costar entre $ 1.200 y $ 1.500. Un mate de alpaca con virola cincelada vale $ 2.500. Los imperiales trepan hasta los $ 4.500, $ 5.000 o $ 5.500.

Respecto de sus clientes, sostuvo que quienes recorren con la vista el stand y saben de cuchillos se dan cuenta que tiene “una buena vaina de cuero”. “Son todos con marca. O sea que no vendo ningún cuchillo que no tenga la marca mía”, dijo.

Carlos sostuvo que sus clientes solo regatean cuando compra tres o cuatro artículos. “A veces uno le hace porque te lleva tres cosas”, dijo. O, a veces, cuando pagan en efectivo (también trabaja con tarjetas aunque aclara que al mismo precio y prefiere ‘comerse’ el recargo) le piden una rebaja.

Florencia, vendedora de los alfajores ‘Regionales Delgado’, explicó que ofrece distintos gustos como membrillo, arándano y naranja. La docena de alfajores valen $ 600. También ofrece de chocolate aunque un poco más caros: $ 800 la docena.

Los visitantes pasan, preguntan y, en algunos casos, compran sin pedir rebajas. “Saben que es artesanal. Lleva mucho más trabajo. No es algo industrializado. Lo que se hace es todo a mano”. Otros piden precio. Y, en otros casos, preguntan, se dan media vuelta y se van, admite riéndose.

Para captar a los indecisos, hacen degustaciones. “Como que se convencen; la mayoría lleva porque les gusta. Hacemos algo que está hecho en el momento”, indicó. Y sostiene que quienes degustan pero no compran, lo harán en la próxima feria. “Estamos haciendo futuros clientes”, dijo.

Florencia explica que no se pueden comparar con los alfajores que se pueden comprar en un supermercado. “Lleva mucho más tiempo. Los industrializados obviamente que son mucho más económicos. Eso es indudable”, remarca.

 

Informe: Guillermo Coduri

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