Me lo contó un Pajarito y Punto.

Por Fosforito

Cuando me dicen que son todos chorros, suelo decir que está mal generalizar. Cuando se quejan que siempre están las mismas caras, respondo porque vos no ponés la tuya.

En el imaginario no somos el país que merecemos porque nuestras conductas no se ajustan a las normas como en los países «serios» del primer mundo, estamos llenos de chorros y rodeados de gente que quiere vivir sin laburar.

Y, a veces, me veo tentado a pensar que es así…

Más cuando pajarito me cuenta de la cantidad de gente que estaba prendida…

Pajarito me cantó al oído nombres e historias de gente “de bien”, vecinos conocidos, ciudadanos que pagan sus impuestos, que odian la corrupción y les produce asquito el populismo benefactor. Gente que se la gana y se la merece.  

Nombres insospechados de poder tener algún tipo de tongo con una presunta red de estafadores que hallaron la manera de currar a una multinacional por medio de una empresa de cobro electrónico, ofreciendo a los “clientes” -que operaban con ellos- suculentos porcentajes de descuento por las cosas que compraban por internet: desde toneladas de ropa, artículos de electrónica, cubiertas para camiones, repuestos de autos, comestibles… Cualquier cosa que se pudiera comprar por Mercado libre y pagar por Mercado Pago, depositando en un cobro exprés…

Parece que los muchachos le encontraron la vuelta para hurgarle el monedero a un monstruo que factura miles de millones. Apenas una rodaja varias veces millonaria, de la que el gigante tardó tiempo en darse cuenta.

La confianza mató al gato y parece que se cebaron.

-“Querías comprar una auto, lo pagabas por Mercado Pago. Si te salía dos palos, vos les dabas un palo ochocientos. A vos te daban tu cupón de pago por los dos millones.”

– “Hay un local de ropa que lo llenaron. La mujer les dio un millón y le trajeron mercadería por diez.”

Los clientes que operaban con ellos se «ahorraban» un  10, 15, 20 por ciento según el monto de las transacciones…  Los “¿hackers?” se quedarían con el resto. Según Pajarito, parece que el dinero no ingresaba aunque el sistema creyera eso. ¿Cómo lo hacían?

-Bueno, hasta ahí nomás sé, Fosforito

Pajarito lanzó un suspiro y me contó que ahora entiende mejor algunas cosas. Un colega del mismo rubro, un cuentapropista, un vendedor de las calles al igual que él, un buen tipo que viene de muy abajo, con voluntad de progresar, se puso un pequeño local justo cuando empezaron los malos tiempos… pero bueno, siempre puede funcionar igual.

Según me contó Pajarito, el modesto comercio trabajaba con normalidad, los clientes entraban a comprar, pero no en una proporción razonable a los gastos suntuosos que empezaron a sucederse: Viajecitos a Punta -incluso si el dólar andaba por los aires como un globo desatado-, vehículos 0km, moto, teléfonos celulares de última generación, escuelas privadas, casa con pileta, torres de sonido con efecto sorround, relojes con bluetooth y rayos láser, y cualquier otra pelotudez que se les pueda ocurrir. Los camiones de los mayoristas empezaron a llegar de Buenos Aires con más frecuencia y con más mercadería. Tanta que tuvo que alquilar un galpón para acopiarla.

Pajarito tenía una sonrisa extraña cuando se asomó a mi ventana. Ya se había clavado un par de whiskies y el ardor en su templanza era notable. Pajarito parecía estar celebrando una revelación que le trajo cierto alivio, una especie de consuelo:

“Medio que no me cerraba. Pero tampoco daba para pensar mal. Qué sé Yo. Nos veíamos todos los días. Éramos varios los que andábamos en lo mismo, pero ninguno hacía esa diferencia. Y, como su negocio, hay 80 iguales en Concordia… Y yo más que pensar mal, me sentía un poco nabo. Me decía: A ver, ¿qué estoy haciendo mal acá? Ja ja, pero ahora ya está.   

Cuando sucedieron los allanamientos, me acordé de que el “quía” -al que le cayeron con la Federal- era su cliente. Uno de los primeros. Hacía muchos años que el flaco iba a vender cosas al negocio que clausuraron… 2+2, hice la cuenta… y tirando verdes, recogí algunos maduros.”

El pajarito también trajo muchos nombres de quienes serían “asiduos compradores de buena fe” que gustaban de pagar por mercado pago siempre por el mismo cobro exprés. Aunque también se harían, y en buena medida, cobranzas a domicilio…

Unos pagando por las cosas mucho menos de lo que valían. Otros, al parecer, quedándose con toda “la viva”.

-¿Quién va a llorar porque le roben a Mercado Libre, Fosforito?

-Pero no, pajarito. Entiendo que hablas de otra cosa. Estamos llenos de campeones que se golpean el pecho y cuando pueden cortan camino.

En fin, son sólo chismes que me contó un pajarito y seguramente aquel antipático presidente uruguayo haya exagerado un poco.

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