Al parecer la antinomia “Salud o Economía”, planteada en un comienzo de la pandemia, está teniendo un claro ganador por estos días: La economía.
La derrota tal vez se podría explicar por la crisis económica de una recesión con inflación (estanflación) que se arrastra desde años anteriores y que se vio profundizada por una pandemia inesperada, haciendo que la subsistencia diaria de miles de personas se vea comprometida y por lo tanto obligadas a tener que salir a las calles de todas maneras a pesar de los riesgos para propios, cercanos y ajenos. Eso, sumado al agotamiento mental por el encierro de la cuarentena y las posteriores restricciones, se podría agregar además la falta de un mensaje claro y contundente sobre si valió la pena todo el esfuerzo previo; es decir: si estos números podrían haber sido peores sin las medidas a tiempo o si, al fin y al cabo, se llegó a lo inevitable pero con un sistema de salud mejor equipado -aunque con un personal diezmado, contagiado y cansado- y más cerca de una vacuna.
Lo evidente es que Concordia atraviesa su peor etapa frente al covid mientras la sociedad -a excepción de algunas restricciones y la permanencia de muchos ciudadanos que sí han tomado conciencia y se manejan con cierta responsabilidad- parece estar haciendo vida casi normal y a placer cuando los números están en rojo: 2831 contagios hasta la fecha, 618 casos activos, 587 aislados, 41 fallecidos y un 90 por ciento de ocupación de camas para pacientes críticos de alta complejidad.