El miércoles 21 de octubre por la noche, el ex senador provincial Miguel Piana, junto al empresario apícola forestal y militante del PRO, Hector D’Ambros, entre otros, se aparecieron rodeados de policías en la tranquera de la Estancia “Casa Nueva” para ofrecer un “salvoconducto” que les posibilitaría salir sin problemas a Dolores Etchevehere y a los integrantes del “Proyecto Artigas” del campo «Estancia Casa Nueva» situado en el paraje El Quebracho, en Santa Elena. Tras la denuncia de la hermana Etchevehere por Extorsión en Contexto de Violencia de Género, el juez dictó medidas de protección y restricción hacia sus hermanos varones.
Los fiscales, Oscar Sobko y María Constanza Bessa, pidieron una morigeración de las medidas de protección dictadas por el juez, a la que DIARIOJUNIO tuvo acceso, y en la que se pueden leer los desopilantes testimonios de los protagonistas del episodio y la “curiosa” interpretación de la Justicia sobre el uso del término “salvoconducto”.
«Yo tengo experiencia en solucionar problemas de este tipo; fui a hablar con los policías cuando fue el conflicto en Concordia (…), los convencí que era el momento que tenían que negociar; hasta los llevé en mi camioneta al lugar donde estaba el Gobernador, y previa acta, se solucionó el problema; además, solución de conflictos de empleados, con las empresas de Concordia; de esa manera he tratado de solucionar los conflictos…” dijo D’Ambros -según consta en el expediente- cuando fue entrevistado por los fiscales, vía telefónica, luego del episodio del “Salvoconducto”.
D´Ambros hacía referencia a su supuesta intervención en los levantamientos policiales que se dieron entre el 8 y 9 de diciembre de 2013 en Concordia: Acuartelamientos que derivaron en saqueos y graves hechos de violencia en las calles y con un saldo fatal de 3 personas muertas durante los incidentes.
Sin embargo, los protagonistas de aquella jornada del levantamiento policial- y lo que dicen los expedientes y archivos de diarios- no le asignan esa función de mediador que se adjudica para sí el empresario apícola y forestal, y coinciden que las gestiones para recuperar la paz social fueron del Obispo de Concordia, Luis Armando Collazoul y el padre José David Zabaleta.
El monseñor Collazuol expresó -bajo palabra- que aquel lunes a la mañana -9 de diciembre de 2013 -, luego de que se produjeran la toma de la Jefatura y los saqueos del domingo 8, se comunicó con el entonces gobernador Sergio Urribarri para interiorizarse y narró que éste le pidió una intervención activa, que hable con los policías y les manifieste que había una oferta salarial. Contó que se negó asegurando que no podía ser portavoz de ninguna de las dos “partes”, y a cambio ofreció sus buenos oficios para “facilitar el diálogo”, ofreciendo para ello la sede del Obispado.
En el juicio a los policías están también las declaraciones del Padre José Zabaleta y de otros funcionarios políticos y de seguridad, y -según pudo consultar este medio- ninguno le habría asignado esas funciones de mediador en el conflicto a D’Ambros. Es más, las fuentes consultadas tienen sospechas que el “Pacificador” habría actuado a favor de los intereses de los sediciosos. Es decir que, más que mediador, habría sido parte interesada.
En otro pasaje de su declaración ante los fiscales, D’Ambros, al ser preguntado por quién le solicitó que ingrese a hablar, contesta: los productores, me lo pidió la gente; y Luis Miguel me dijo «bueno anda vos» (esta confesión del comedido habría sido la causal de las medidas restrictivas para los hermanos Etchevehere); además, la policía sabe quién soy, los jefes que estaban ahí me conocen perfectamente; y le dije a uno de los jefes «yo voy pero uds cubranme, yo no voy a ir si voy solo, sino con seguridad policial»; y bueno, tal es así que fui acompañado por una camioneta repleto de policías, adentro de la cabina y atrás, calculo que 10, más o menos, no los conté; porque yo iba pensando de qué manera podía convencer a los que estaban ahí adentro…”
El señor D’Ambros parece haber creído su propio mito – “fuma de la que vende”, dirían los gurises de hoy-, al punto que repitió su versión ante los ruralistas enfervorizados y la propia Justicia entrerriana.
En el pedido de morigeración hecho por los fiscales al juez, ante las medidas de protección dictadas, hay un párrafo tragicómico digno para el análisis: “Vemos así, que más allá del celo puesto en la protección de las personas que pudieran verse en situación de víctimas, la continuación de la investigación ha modificado la apreciación general de ese hecho, el que más allá de la utilización de una frase según la cual se ofrecía un “salvoconducto” el sentido amenazante de la misma ha de ser puesto en duda, en la medida que No tiene claro tenor amenazante. Además, debemos agregar que, la presencia policial a las personas que intervienen, y que se identificaron como una “comisión negociadora”; nos lleva a pensar, como lo dicen los declarantes, que se trataba de un acto autorizado institucionalmente…
Para los fiscales, el término “salvoconducto” parece que sólo se debería a la familiaridad con que D´Ambros se maneja en el ambiente policial. Los funcionarios judiciales obviaron el evidente contexto de violencia que se detalla en las declaraciones, y por lo que la palabra “salvoconducto” no podría encajar como ingenua, familiar o inocente.
Además, le dieron a los policías -que en principio serían meros custodios y/o observadores- entidad como para autorizar a los supuestos “mediadores de la paz”.
Por su parte, el ex senador provincial por el PRO de Federación, Miguel Piana manifestó -en una declaración también telefónica con los fiscales- que: “Sé el apellido porque él dijo su nombre cuando estábamos ahí; y ese hombre había dicho antes «yo estuve en el conflicto policial de Concordia, cuando se solucionó el problema, yo estuve ahí intermediando»; y bueno, de ahí sé el nombre de él, el apellido. Esto se lo dice allá adentro, cuando preguntan quiénes éramos, y él le dice eso… no tengo idea de quién fue el que propuso eso de ir a hablar. En ningún momento supe eso; había mucha gente exaltada ahí afuera, que querían entrar, y empezaron a decir «muchachos calmense, no es así la cosa, esto puede ser una carnicería». En un momento dado, vino uno y dijo que «por qué no vamos a parlamentar, y pedirles a ver qué es lo que piensan hacer. Si ellos piensan retirarse, poder garantizarles de que nadie les haga nada, que nadie los lastime». Eligieron ahí, bajaron a alguien, que no sé ni quién era, y le dicen a otro «vení vos que sos más pacificador»; en este momento relata el ingreso, diciendo lo mismo que el testigo anterior, y asegurando que es D’Ambros la única persona que habló, que no lo conoce directamente pero que tenía idea que había estado en el conflicto policial de Concordia, y que la idea era garantizar que nadie iba a ser agredido… al menos yo nunca tuve intenciones de amedrentar, y entiendo que las palabras usadas por él fueran amenazantes.”
Al final de su declaración, Piana vuelve a hacer hincapié en los ánimos caldeados de los “patoteros rurales”, incluso, creyó ver el comienzo de una nueva guerra fratricida entre los argentinos, y brindó algún detalle más de cómo el empresario apícola concordiense, D’Ambros, parece moverse entre policías como pez en la correntada: “A nosotros nos acompañó la policía…yo estaba en el montón, y veo que lo bajan a uno porque estaba exaltado, y cuando lo bajan de la camioneta le dicen a otro «suba Ud. que es más pacificador», y ahí un señor que sale a buscar a alguien para que pueda acompañar a D´Ambros y la otra persona, buscan a gente que estaba en la marcha. Entendimos que había una sociedad muy crispada, que la sociedad no cree en los políticos, en la justicia; y que la justicia es muy lenta en todo esto; que me duele mucho esto, y que esto puede terminar en una guerra civil y yo lo quería evitar a toda costa».