La verdad como relato

Hume[1] pensaba que los hechos se repiten a lo largo del tiempo, y que lo que varía es el espíritu contemplador; por su parte Carlos Oliva[2] refiere, sin negar la repetición que, tal vez, Hume se haya equivocado y considera que esta se produce, con cambios sutiles- imperceptibles, en los hechos y las cosas; pero en el que no cambia nada, es en el espíritu contemplador.

¿Qué significa esto? Que la concepción de la repetición histórica, se la puede narrar como una tragedia griega y entonces se espera el colapso o la ruina del orden establecido; o como una farsa, es decir la repetición garantiza permanencia, y el cambio solo es cuestión de la percepción del espíritu contemplador; la otra opción es pensar que, en la repetición solo puede alterarse el orden con la intervención violenta de un sujeto de poder, tal como lo concibe Marx.

Por estos días escuchamos versiones diametralmente opuesta de los mismos hechos, y en cada versión narrada podemos ver la repetición histórica, es decir desde una perspectiva u otra, todo es nada más que una nueva versión de la historia ya conocida. Tomemos esto para cualquiera de las noticias que circulan como “agenda” de los medios.

Ahora bien, el debate propuesto es ¿los hechos son los mismos y lo que cambia es el espíritu contemplador? o ¿los hechos tienen sutiles cambios, a lo largo del tiempo, y lo que permanece inmutable es el observador?

Pensemos en ejemplos, se escuchan y leen frases como: “Los políticos son todos chorros” “Los pobres son haraganes” “las mujeres tienen hijos para cobrar la AUH”, otros en relación al género “Las mujeres son brujas” “Los varones son brutos” “los putos son perversos”

¿Qué hacer con los “dichos” que tan lejos están de los hechos? Deberemos aprender como ciudadanos a dudar de nosotros mismos. ¿Las certezas que nos transmite la cultura puede ser tomada como verdad de las cosas?

Sí, es cierto que las cuestiones de las ciencias sociales, muchas veces lejos están de la comprobación empírica del dato. Pero no se trata de pensar aquí en el dato como verdad irrefutable, sino que el dato es parte de los hechos y de las cosas y no podemos prescindir de él.

Sin embargo, a poco de rascar la superficie de la noticia, salta que tal vez las cosas, más allá de que puedan repetirse en el tiempo histórico como permanencias, también tienen sutiles y perceptibles cambios y diferencias, que quienes lo contemplan no pueden o no quieren ver.

Los discursos de los medios masivos de comunicación, que mayoritariamente se repiten (sin análisis ni críticas, y menos aún sin datos que los fundamenten) en las redes sociales, por subjetividades individuales, para transformase en masas narrativas culturales.

En estos discursos la historia se relata cómo tragedia, donde cualquier intento de reforma o transformación es un campo minado en el cual peligra volar por los aires el “orden natural” de las cosas; o en versiones más new age, se la relata cómo farsa, en el cual el espíritu contemplador no tiene más que “aceptar” desde nuevas perspectivas el orden que se repite irremediablemente.

De tanto en tanto se escucha y lee algún relato con deseo intervencionista de sujetos empoderados que pretenden fundar un nuevo orden o encontrar alguna nueva forma de procesar la verdad de las cosas y los hechos, considerando los datos como prueba aceptable, pero suele suceder que los lectores no presten demasiada atención o ¿no quieren hacerlo porque eso podría cambiar algo en su espíritu contemplador?

En síntesis, quizás es momento de que los ciudadanos empecemos a dudar de nosotros mismos, y que nos interpelemos si los relatos que reproducimos de los hechos son una tragedia, una farsa o un intento de intervenir comprometidamente desde una comprobación sobre la verdad de los hechos, para construir un nuevo orden que nos integre a todos y todas.

¡Qué gran aporte haría la escuela enseñando a distinguir, interpelar y dudar de las supuestas verdades!

 

Lic. Verónica López

Tekoá Cooperativa de Trabajo para la Educación

 

[1] David Hume: Filósofo británico SXVIII

[2] Carlos Oliva: Filósofo mejicano. Nace en 1972. UNAM Filosofía y Letras

 

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