Si bien sólo el 6,4 % de la superficie terrestre, está cubierta por humedales, son considerados entre los ambientes más productivos del planeta. En este sentido, brindan a las personas una larga lista de bienes y servicios, como ser: Abastecer el agua dulce que consumimos, recargar las aguas subterráneas, retener sedimentos y nutrientes que
mejoran la fertilidad de los suelos, ofrecer hábitat, alimento y refugio para la biodiversidad, resguardar especies de interés económico de las que obtenemos alimento, forraje para el ganado, madera, productos farmacológicos y de interés ornamental.
A su vez, proporcionan ambientes de interés paisajístico, científico, turístico, comercial, cultural y educativo. Son una barrera natural para disminuir los fenómenos extremos como tormentas, inundaciones y sequías.
A esta lista se agrega un tema que alarma a todos los países del mundo, el cambio climático. El dióxido de carbono (CO2) es uno de los principales gases que causa el efecto invernadero. En este sentido, los humedales captan 3 veces más CO2 que las selvas, por lo que conservarlos constituye una herramienta concreta para frenar el calentamiento global.
Aunque son muy claros los beneficios que brindan estos ecosistemas, en los últimos 100 años el planeta ha perdido un 64% de sus humedales, 40% tan solo en las últimas 4 décadas. La falta de estrategias políticas concretas es el principal problema para frenar su destrucción.
Las principales amenazas que ponen en riesgo su permanencia son el drenaje del agua, la contaminación, el relleno y la modificación de sus caudales por el urbanismo y negocios inmobiliarios no planificados, el avance de la agricultura y la ganadería intensiva.
Por otro lado, la subvaloración de estas áreas por parte de la sociedad acarrea una serie de creencias erróneas como por ejemplo que son lugares donde se “cría” el mosquito vector del dengue y otras alimañas, tratándolos por consiguiente como terrenos “baldíos o inservibles”.
Argentina, junto con otros 170 países, firmó el tratado del convenio de Ramsar, en el cual se comprometen a proteger los humedales de todo el mundo. Lamentablemente, no hemos avanzado mucho respecto a las leyes para su protección. En el caso de Concordia está en vigencia desde 2019 la Ordenanza Municipal Nº 36.802 de Protección de Humedales, sin lograr hasta el momento frenar la destrucción de los mismos dentro del ejido de nuestra ciudad. Por otro lado, el 5 de junio del corriente año, nuestro municipio adhirió formalmente mediante el decreto Nº 624/2020 a la Red Argentina de Municipios frente al Cambio Climático (RAMCC), asumiendo la responsabilidad de elaborar un plan local de acción climática, por lo que proteger eficazmente los humedales representaría una respuesta concreta frente a este compromiso.
Numerosas ciudades del mundo desempeñas diferentes estrategias para recuperar, resguardar y valorar sus humedales. Nuestra ciudad debería considerarse afortunada de poder contar con una vasta red de este ecosistema y gozar de los numerosos beneficios antes mencionados. Sin embargo, no contar con una correcta gestión redundara en perjuicios muy negativos para todos los vecinos tales como inundaciones repentinas, baja absorción y escurrimiento del agua de lluvia, anegamiento de barrios, rupturas de calles, desborde de cloacas etc.
Para reducir estos problemas, es necesario que la sociedad comprenda su valor y que su destrucción influye negativamente sobre nuestra calidad de vida.
Dr. Eduardo Etchepare.
Biólogo. CONICET-UTN.
Integrante del Consejo Asesor de Protección de Patrimonio.