Por Fosforito
El país entero se conmueve por un crimen que no sucedió acá. Los medios publican columnas lacrimógenas y concienzudas sobre el horrible racismo. Fraternidad a escala mundial se podría pensar, o la internacional de la empatía.
Obvio que indigna semejante brutalidad. Tamaño odio y desprecio por la vida. Pero es mirar la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Allá ellos los EE.UU. y sus pobres negros y latinos, la mano de obra y la sangre derramada siempre ninguneada que construyen “La América”
Es lavar las culpas –y refrito una vez más- haciendo la del tero y hacer espamentos lejos de los huevos. Pero está bien, no está mal. Sólo que los aniversarios me irritan y hoy ando con los cables pelados, y no puedo saltar sobre la irritación y esquivar la mirada hacia quiénes se disfrazan de Cándido ante el racismo foráneo, pero se mantienen distraídos ante el odio de clases que es ancestral y cotidianamente violento en este lugar bien al sur del globo.
Acá se justificaron tiros por la espalda a gente que escapaba y se olvidaron rápido de “la bonaerense” acribillando un autito lleno de adolescentes, o del Federal pegándole una patada mortal en el pecho a un jubilado durante los reclamos por la ley de movilidad jubilatoria.
Los mismos que veían con buenos ojos las pistolas que electrocutan, ahora salieron a abuchear la llave de sumisión o la rodilla estranguladora. Tan compungidos por un negro ajeno, pero indolentes, por ejemplo, por la muerte brutal de un peón tucumano con mujer, 6 hijos y 17 hermanos o por un “hippie fumanchero, barbudo y desprolijo, amigo de indios usurpadores de la propiedad privada y que se ahogó de boludo nomás por meterse al río helado sin saber nadar”.
Los que se indignan por manifestantes, pioneros de los tapabocas, como si no supieran que después de las marchas a los “cara descubierta” los van a buscar para darle su reprimenda…
Solidarios con causas extranjeras y extranjeros con las causas propias porque es cómodo no incomodar a los cómodos.
Son como esas viejas que salen a darle de comer a todos los gatos del barrio, pero se quedan mirando por el pestillo hasta que la pordiosera, cargando con sus hijos, deja de llamar a la puerta.
Escribas de alegatos criminales en nombre de Dios y a favor de la vida por nacer, pero distraídos con los cleros de sotana liviana y veloz. Amantes de las reuniones de té al estilo inglés y las colectas solidarias con tal de poder mantener a los pobrecitos a raya.
Los que desprecian al militante, pero abrazaron el periodismo de guerra.
Los que ahora descubren que 10 mil pesos no alcanzan, pero no atinan a desactivar la idea de que las mujeres pobres se embarazan por un plan para malgastarlo “por la canaleta de las drogas y el azar”.
Los que no se aguantan ni 60 días encerrados a medias, en la comodidad de sus casas, pero les parece que cárceles infrahumanas no son castigo suficiente.
Los que dicen “ya di” – como Micky Vainilla, el personaje de Capussotto- como si las monedas que regalan fueran a parar al fondo común de un sindicato de mendigos organizados.
Está visto que por aquí no somos racistas, somos clasistas. Acá despreciamos a los que no son “gente como uno” sin importar demasiado el color de piel.
- Fosforito….
- Sí, ya está, ya está… Sólo necesitaba la satisfacción moral de un acto de descargo
Vayan tranquilos y Feliz Día del Periodista