Todos conocemos la historia de Federación. Una ciudad que hace poco más de 30 años fue inundada por las aguas del lago para darle lugar “al progreso“ y al mismo tiempo paría otra ciudad de Federación -la Nueva Federación- que se convertiría en “la linda”, en la joya del lago. De un pueblo de casas grandes, lleno de árboles y de pájaros, pasaron a un lugar que no estaba terminado, a vivir en medio del barro. Los vecinos de siempre quedaron lejos. La Nueva Federación es treinta y pico de años después, un pueblo prolijo, de edificios bajos, lleno de flores y de cielo.
Pero otras de las particularidades de la “joya del lago” es su casta política, de antecedentes fuertemente ligados con la última dictadura militar y una composición ideológica tilinga que algunos endilgan, primero, a su alejamiento geográfico de la ruta 14 que la convertiría en un páramo extraño y ajeno respecto a las ciudades vecinas como del mundo que pasa por esa importante arteria. También a la tragedia de ser una ciudad hundida, un pueblo trasplantado de la vieja a la nueva ciudad donde los de arriba se mezclaron con los de abajo y los de abajo se creyeron que ya estaban arriba. Hasta que los de arriba empezaron a comprar unidades habitacionales de los de abajo para construir dúplex, bungalós y terrenos sobrantes para erigir la ciudad termal-turística que es, donde los terrenos hoy valen como en Barrio Norte. Los que no pudieron adaptarse o mantenerse se volvieron a la vieja ciudad o viven hacinados en pequeñas viviendas.
Una ciudad donde las historias y los pasados oscuros son secretos a voces que no indignan, ni inquietan a nadie. Una población que, a sabiendas, que Carlos Jaime Cecco ocupó varios cargos gubernativos en la última dictadura militar 1976-1983, siendo incluso, varias veces intendente interino en ese oscuro período de nuestra historia, lo catapultó como diputado nacional en una oportunidad y lo eligió dos veces intendente en democracia.
Una presentación judicial de 2011 denunciaba y buscaba impugnar la elección de Cecco como candidato a intendente, mostrando pruebas que demostraban que durante la dictadura militar ocupó los cargos de Secretario Municipal, Secretario de Obras y Servicios Público, a cargo del Departamento Ejecutivo, Secretario de Gobierno y Hacienda e Intendente Interino en varias oportunidades. En el escrito se señala que, al otro día del nefasto 24 de marzo de 1976, la intervención militar, designa a Cecco como Secretario Municipal, con retención al cargo de Contador Municipal, por ser según reza el Decreto nº 1 “… una persona merecedora de la confianza de esta Intervención”.
El legislador de nuestra Constitución Provincial quiso que las personas que ocuparon cargos en “Esa Sangrienta Dictadura” estén alejadas de las cargos públicos que generaba nuestra democracia y así plasmo el art. 6, punto 4 de la Constitución de la Provincia de Entre Ríos, “Es condición de idoneidad para ocupar cualquier función de gobierno no haber desempeñado a partir del 24 de marzo de 1976 cargos con responsabilidad política en los regímenes de facto”.
Los trapitos ventilados dejaron al intendente sin posibilidades de despegar nuevamente a nivel nacional; sin embargo la ciudad termal no le dio la espalda a pesar de detalles espeluznantes como que fue Cecco quien entregara la llave de la ciudad y lo declara Huésped de Honor al mismísimo Jorge Rafael Videla, en el año 1979 y hacer lo mismo con otro dictador, Albano Harguindeguy. Aquellos decretos fueron firmados por Carlos Cecco como secretario de Gobierno y Hacienda. La denuncia además da cuenta de otro hecho que está lejos de dejar bien parado a Cecco ya que cuenta que, antes de entregar el gobierno al hombre elegido por la democracia en 1983, se nombra a sí mismo como Jefe de División, Categoría 22 (la más alta del escalafón) y en Planta Permanente. Por lo que se pudo averiguar de la causa judicial, todo fue probada por instrumentos públicos surgidos de la misma municipalidad que el regenteo en tiempos de la dictadura y que gobernó por el voto de su pueblo.
A pesar de existir una norma por demás de tajante y clara, la denuncia contra Cecco no prosperó en términos legales por argucias y una resolución entre gallos y medianoche, pero confinó al referente político más influyente de Federación a quedarse en el pago para siempre, manteniéndose agachado, cuidando la cabeza de “las balas”, pero siempre manejando los hilos de “Su” ciudad.
Como si esta fuera poco, esta semana, Juan Spañoletti, ex vice intendente de Federación por la UCR en el período 2011-2015, gestión de Carlos Cecco quedó detenido por trata de personas luego de que la policía Federal y el Ministerio de Trabajo de la provincia encontraran a cinco personas en situación extrema de salud e higiene dentro de una de sus propiedades ubicada Colonia Ayuí. El abogado disputó la intendencia de Federación en las elecciones en 2019 por Cambiemos y perdió por una escasa cantidad de votos. Era el sucesor natural del ex jefe comunal de esa ciudad, Carlos Cecco.
Todos los pueblos tenemos componentes conservadores y antidemocráticos en nuestras sociedades, pero años de democracia, educación y memoria han relegado a esos sectores a un plano muy secundario. Las sociedades democráticas han logrado un nivel de conciencia que no permite que estos personajes oscuros puedan salir a la luz y gritar a viva voz y confesar sus canallas ideas y convicciones criminales sin que tengan una reacción y condena de la mayoría de la sociedad.
Podríamos recordar la reacción de la ciudadanía de Concordia cuando unos trasnochados – el Club de Leones de Concordia, el Club Progreso, la Sociedad Rural de Concordia, el Club Hípico, ASODECO, el Centro de Comercio Industria y Servicio, el Rotary Club Concordia, el Rotary Club Salto Grande, la Liga de Madres de Familia y la Asociación de Citricultores-, allá por 2006, y a días que se conmemorasen 30 años del golpe, intentó darle curso a un proyecto de ordenanza para que el Polideportivo Municipal llevara el nombre del dos veces intendente de facto (dictaduras de 1966 y 1976), Rafael Tiscornia. Aquel proyecto tuvo una condena social pronta y duró lo que dura un puñado de arena entre los dedos.
Federación guarda silencio.