EL MILITANTE
Oriundo de una tradicional familia de Concordia, joven estudiante de Derecho en la UBA al Dr. Oscar Mario Rovira, recientemente fallecido le tocó vivir, los convulsionados tiempos de 1955.
No lo hizo como testigo desinteresado sino como protagonista, militante de las luchas universitarias, según quienes lo conocieron expresando sus inquietudes a través del movimiento estudiantil.
Una publicación de la FUBA lo muestra actuando como uno de los dirigentes que encabeza la toma de la Facultad en defensa de la autonomía universitaria, conquista que se consiguió arrancar al gobierno cívico militar llamado de la “Revolución Libertadora”
Más adelante, Oscar Rovira habría de acercarse a posiciones social-cristianas
DIPUTADO
Ya recibido de abogado , allá por los años 60 ocupó una banca de diputado provincial , representando precisamente al Partido Demócrata Cristiano.
El entonces jefe de la bancada radical César “Chacho” Jaroslavsky, haría mención en un libro autobiogáfico, de sus duros debates con el diputado Rovira, a quien recordaba como “un abogado de Concordia, muy inteligente”.
EL JUEZ
Años más tarde se desempeñaría el Dr. Rovira en el Poder Judicial de Entre Ríos. Primero como Juez Civil y Comercial, màs tarde como Camarista laboral, alguna vez, fugazmente como Vocal del Superior Tribunal de Justicia.
Sus fallos eran sólidos , demostrativo de conocimiento, preparación y cultura jurídica y general.
Asì era reconocido , tanto por abogados como empleados que trabajaron a sus órdenes
Las críticas que se le podían efectuar nunca llegaban a cuestionar la corrección de su proceder, en su labor, ni en su vida particular.
EL FISCAL ANTICORRUPCION
La etapa verdaderamente trascendente de su existencia, ocurrió cuando, después de su jubilación como magistrado el gobernador Dr. Sergio Montiel lo puso al frente de la recién creada Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA).
Tarea que el Dr. Rovira asumió como un compromiso trascendental, convirtiendo su desempeño en una suerte de cruzada contra la corrupción y los negocios turbios de gobernantes y funcionarios públicos..
Con escasos medios llevó a cabo una tarea verdaderamente ardua, formuló cerca de doscientas denuncias , acumulò cientos de fojas de expedientes, puso en la picota a más de un poderoso.
No obstante, tan nobles objetivos se entorpecieron y frustraron , no sólo por las tenaces resistencias de los posibles o reales afectados sino por errores de estrategia.
Que no cabe sólo atribuir al titular de la Fiscalía, sino también al proceder de alguno de sus colaboradores inmediatos.
Es que cuando se denuncia la corrupción es menester señalar al corrupto , aislarlo.
Y, sobre todo , acreditar con las pruebas más contundentes posibles la acusación.
Tengo en la memoria una de las primeras manifestaciones públicas del Dr. Rovira al hacerse cargo de la Fiscalía:
“Desde 1987 –dijo- se instaló en la Provincia de Entre Ríos un sistema de corrupción política”.
Con tal caracterización se englobaba un tanto indiscriminadamente, a los grandes hechos de corrupción, con las pequeñas faltas administrativas, y aún a muchos políticos y funcionarios que, habiéndose desempeñado en esos períodos lo habían hecho honestamente
Cuando la acusación se generaliza, si todos, o casi todos son corruptos o cómplices , en mayor o menor medida, la corrupción pasa a ser algo así como algo inherente a la condición humana.
En esa tesitura, los verdaderos corruptos resultan indemnes: como se ha dicho ,” no hay mejor forma de ocultar un elefante que en medio de un rebaño de elefantes”
Peor aún porque en muchos casos los insospechados o culpables menores pueden, de buena o mala fé, pasar a ser funcionales de los verdaderos malandrines.
Algo de eso ocurrió en nuestra Provincia, cuando el Dr.Rovira, quedó sin el necesario acompañamiento político y ciudadano para sustentar su campaña moralizadora.
En el clásico drama de Ibsen “El Enemigo del Pueblo” el autor hace decir en un momento a su héroe “El hombre más fuerte es el que está más sólo”.
Es verdad ,en parte. Pero también lo es la misma réplica de otro personaje ibseniano: “El que lucha solo, lucha sin esperanzas”.
Sean cuales fueren sus errores, no merecía el Dr. Rovira terminar como terminó: con una inicua condena en su contra dictada por la misma Justicia que obstaculizó y cajoneó la mayor parte de sus denuncias.
Es una paradoja entre tantas que, precisamente cuando se apagaba la vida del investigador de tantas corrupciones, un Juez declarara libres de culpa y cargo a funcionarios y empresarios en la causa de las “grandes maquinarias” o “cosechadoras truchas”, aquellas que se querían exportar a Angola y en la que en un “show “mediático hicieron fotografiar en plena Plaza de Mayo a la entonces Presidenta.
La Biblia y el Calefón, que le dicen…