El Matadero del Banco

Hay cosas que hacen doler los ojos, que llenan el pecho con esa rabia nacida de la más doliente indignación. Hay cosas que parecen una mojada de oreja para un gobierno que desde el día 1 no ha hecho más que intentar subsanar la herida social que dejó la gestión de Mauricio Macri con sus políticas económicas, sub ejecuciones de presupuestos para planes sociales, programas educativos, asistencias sanitarias cuando no directamente el cierre de los mismos.

Duele los ojos ver a los pobres viejos desvaneciéndose en las calles, haciendo largas colas que avanzan lentamente y de manera hacinada como vacas marchando en fila rumbo al matadero, con la particularidad que el matadero está ahora alrededor de todos y es invisible.

Estamos en medio de una pandemia que en muchos países mata gente como moscas. En una pandemia que sobrellevamos con una cuarentena a base mucho esfuerzo y sacrifico por parte de toda la población, desde los más pequeños encerrados, atontados, asfixiados en sus casas sin escuela y sin salir porque se sabe que son muy factibles de ser infectados por el Covid19 y transformarse en potentes transmisores del virus. Sacrificio de la gente de mediana edad, de todos los sectores sociales, viviendo al día o intentando mantener sus empresas como pueden, cuidando a sus empleados y a sus familias, comiéndose el tedio y la angustia, bailando con la ansiedad y la incertidumbre de no saber cuándo va a terminar todo esto y qué será de todo cuando todo pase. El heroísmo de servidores públicos que se juegan su salud y la de sus seres cercanos. Una pelea que mantenemos por nuestros viejos que se rompieron la espina por este país. Por nuestros padres y abuelos a los que no queremos ver morir en aislamiento y enterrados en soledad.  

Sin embargo, ustedes pitucos del centro, de camisita y corbata, elegantes y altivos, los que más guitan hacen desde siempre, los eternos salvados con el sudor del pueblo -acá y en cualquier parte del mundo-, los parásitos del trabajo genuino y la producción; Ustedes cuyos empleados cobran sueldos como pocos y sus socios tienen utilidades netas como ninguno; Ustedes por cuyas puertas vidriadas se deja ver el alma enferma de este mundo miserable; Ustedes que no perdonan ni olvidan ninguna deuda ni por centavos, pero son los primeros en pedir la escupidera; Ustedes, bancos y banqueros, por una vez, dejen de cagarse sobre las cabezas y la dignidad de las personas sin ningún pudor, por una vez compórtense de acuerdo a la necesidad de las personas y no del negocio aunque esas personas sean ancianos y ancianas sin cuentas corrientes ni plazos fijos, gentes sin chequeras ni acceso al leasing financiero; Aunque esas personas sean pobres que traen tierra del barrio en las suelas de sus zapatos que ensucian sus pisos espejados.

Es fácil y cómodo echar culpas siempre sobre el gobierno y sus funcionarios de turno que hacen de fusibles cuando ustedes no aportan más que su avaricia y los representantes gremiales de sus empleados colaboran con la intransigencia que su posición de privilegio y fuerza le permiten. No hagan de nuevo el papel de canallas, pónganse los pantalones a favor de la gente que con su sudor mantiene su timba miserable. Dejen de tirar la pelota al lateral para disimular su inacción e indolencia y sus pocas ganas de jugar cuando no se trata de ganar dinero. Atiendan a la gente como se merece. Brinden un buen servicio aunque se trate de los pobres, pongan más gente e inviertan en la protección de sus empleados, paguen la diferencia por el riesgo si es necesario. Pongan la plata ustedes una vez.

Ayuden. Muestren su rostro humano si lo tienen.

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