Desde lo más hondo de la historia, descriptivamente hablando, todos los poderes, constituidos o por constituirse, han buscado legitimarse utilizando medios periodísticos.
Algunos de los grandes protagonistas de la historia ejercieron el periodismo como parte de sus luchas políticas, es decir, por conseguir poder para impulsar sus ideas. Ese rasgo del periodismo –su capacidad para legitimar alguna forma de poder– es un rasgo compartido con la religión y con la filosofía.
Pero los y las periodistas tienen un margen de movimiento (quizás bastante mayor que en otros campos de la actividad laboral humana) para lo que quieran ser (y hacer) por fuera de los intereses a los que los medios en los que trabajan responden (o a los que contribuyen) incluso sin reflexionarlo demasiado. Por eso el diario Uno de Entre Ríos permite a Tirso Fiorotto publicar la formidable nota titulada “Políticos, jueces, empresarios viven de la
soja”, cuya lectura recomiendo imperiosamente.
Y la mayoría de las personas que tienen pasión por el periodismo no son operadores de los poderosos, sino más bien denunciantes de injusticias (por eso tienen como faros a Rodolfo Walsh, Roberto Arlt o Ryszard Kapu?ci?ski, o al propio Tirso, por poner ejemplos bien distintos de periodismo valiente y comprometido, sobre valores que nada tienen que ver con la conveniencia personal). Para pensar en una analogía: la escuela nació para
disciplinar y uniformar. No obstante, lo que cada docente hace puede ser bien diferente: alentar la rebeldía creativa y reconocer y potenciar la diversidad.
Es que el origen no es destino. Lo decidimos en cada acción, cada día, y no solo el 7 de junio. Por eso arranqué marcando algunas distinciones profundamente necesarias. Creo que el mejor homenaje a DiarioJunio y a su director –el apreciado Claudio Gastaldi– en el Día del Periodista y del 16º cumpleaños de este medio, es incluirlo en el deseo sincero de un bello día para quienes hacen esa diferencia, que (felizmente) son muchos y muchas.