Entrevistado por el autor de esta nota, Marcelo reflexionó sobre esa acción de genialidad que, según el mismo dijo, “no tuve conciencia real del impacto que terminó teniendo” y agregó no soy fotógrafo, no saco fotos nunca con mi celular que, además no tiene una buena resolución”.
“Me salió”, dijo, “no lo pensé, simplemente la tomé”, agregó con elocuente sinceridad.
La ternura de esa imagen, en la que una Madre de Plaza de Mayo (así con mayúsculas) está frente a los restos de su hijo luego de 40 años de búsqueda intensa, denodada, sufriente y de días interminables de lucha, es inconmensurable y potente como pocas cosas.
La otra foto que presentamos aquí fue tomada por un integrante de AGMER, gremio de docentes que también aportó sus víctimas. Un haz de luz ilumina los restos de Tito ubicados arriba del Reloj de Sol, la insignia más clara de la lucha de cientos de ciudadanos concordienses, quienes con su presencia también dieron testimonio.