Una testigo reconoció que le mintió al fiscal en la investigación por el crimen

Fue así por el testimonio de una mujer que reconoció que le mintió al fiscal Santiago Alfieri en la Investigación Penal Preparatoria (IPP), cuando declaró bajo juramento de decir verdad; el testimonio del forense de Tribunales que sostuvo que a la chica intentaron violarla pero no lo lograron, y tres testigos que refirieron que escucharon gritos en el campo, en la zona donde tiene su casa el mayor de los Saucedo.

Gabriela Jacobi comenzó su declaración pidiéndole perdón la fiscal. Explicó que le mintió porque tras comentar en el facebook de la madre o la hermana de Gisela López, no lo pudo asegurar, que había visto a la chica cuando la seguía un hombre, recibió amenazas para que se callara porque si no sus hijos pagarían las consecuencias.

La mujer, que dijo que no realizó la denuncia, sólo agregó que informó a la Policía de las amenazas y no le dieron “bola”, había dicho ante el fiscal que la persona que seguía a la chica “tenía la cara bien blanca y el pelo rubio con rulos, era bien rubio”.

Este martes cambió su declaración, brindada bajo juramento de decir verdad, y dijo “vi cuando la seguía un pibe, bueno, se ve que era un hombre, flaquito” y brindó una descripción del sospechoso que se ajusta a las características de Saucedo padre.

 Respecto a las amenazas que supuestamente recibió, la mujer no fue clara. Incluso dejó más incertidumbres que certezas cuando mencionó que tras recibir las primeras amenazas, a la media hora de subir su posteo en facebook tres días después de la desaparición, cambió el chip, y no obstante que nadie conocía el nuevo número, volvió a recibir nuevas amenazas.

Ante la perplejidad del defensor Roberto Fabián Alsina, que insistía en preguntar sobre las contradicciones que notó entre las dos declaraciones, la fiscal coordinadora Carolina Castagno resaltó que se obviaba que la mujer adujo que fue amenazada.

Antes de Jacobi, cuyo futura situación quedó supeditada a la decisión que tomará el Tribunal, integrado por Ricardo Bonazzola, José María Chemez y Cristina Van Dembrouke, cuando dicte sentencia, respecto al pedido de remisión de su testimonio a Fiscalía para que se investigue el delito de Falso testimonio, declaró el perito del Cuerpo Médico Forense de Tribunales, Walter Daniel Aguirre, que dijo que la chica fue duramente golpeada en el rostro, cuello y tórax. También precisó que murió por asfixia por estrangulación con un cordón y con las manos, mientras estaba con vida.

Aguirre expresó que por el estado de las larvas que tenía el cadáver y por las pupas que se hallaron en el lugar donde se halló el cuerpo, éste estuvo allí desde el día de la desaparición.

No obstante, el perito dejó una ventana de entre quince y dieciocho horas en las que el cuerpo pudo ser removido o trasladado a aquel lugar. El forense sostuvo que Gisela no presentaba signos de haber sido violada, aunque sí tenía signos de haberse defendido de un ataque de índole sexual.

Tatiana Salinas, Rosana Herman y su esposo Maximilano Zárate, declararon respecto a un incidente que sufrió la primera, una joven de 20 años. Salinas refirió que el 5 de mayo de 2014, alrededor de las 22.30 y las 23, regresaba a su casa desde la escuela, por el sendero en el que fue vista por última vez Gisela López.

La chica contó que un hombre, al que no puso reconocer, intentó taparle la boca y arrastrarla hacia el monte, pero logró soltarse y gritar, acudiendo en su ayuda Herman y Zárate, que caminaban delante de ella.

A su turno, la pareja ratificó el hecho, pero con diferencias respecto al sospechoso: la mujer dijo que “tiene similitudes con Saucedo” pero ante las preguntas de la defensa sobre si estaba segura o lo presumía, dudó, y respondió que creía que podría ser Saucedo “por la forma de caminar y la contextura”, siendo imprecisa también en esta manifestación; en tanto que el hombre sin dudas dijo que no podía decir quién era porque no lo vió, incluso afirmó que nunca dijo que podría ser Saucedo, porque no vio al hombre, la que corrió varios metros hasta que se `le perdió en el monte.

Matilde Raimunda Quiroz, abuela de la víctima, Lidia Coronel e Irene Godoy, todas vecinas Barrio 120 Viviendas, de Santa Elena, relataron las circunstancias en las que refirieron que se escucharon gritos de ayuda en la madrugada del 23 de abril de 2016, que venían desde la zona de la casa de Saucedo, en aquel barrio.

Quiroz, consultada por el Tribunal para que aclarar en qué circunstancias se enteró de los gritos, dijo que fue el domingo en la casa de su hijo Darío, cuando se lo relató su nieta de dos años.

Coronel recordó que estaba en su casa mirando televisión en la cama cuando los escuchó. Coronel dijo que se lo comentó a Godoy, que es su vecina, quien le respondió que también los había escuchado.

 

 

 

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