Radical encrucijada electoral

La radiografía de la historia electoral de la Unión Cívica Radical desde el regreso de la democracia en 1983, tras alzarse entonces con el triunfo de la mano de Raúl Alfonsín, es el espejo de los cursos de acción de los partidos políticos y de las instituciones provinciales y nacionales.

Desde la salida precipitada de entonces y un retorno al poder totalmente fallido en 1999, el partido centenario se encuentra ante su tercera experiencia en el poder, amén de que lo haga en un segundo plano enmarcado en la sigla Cambiemos, un bebé electoral parido por el entonces senador nacional Ernesto Sanz y la diputada nacional Elisa Carrió conjuntamente con quien a la postre sería el presidente de la Nación, Mauricio Macri. La coalición de Gobierno quedó integrada con el Pro, la UCR y la Coalición Cívica, en la centralidad, más fuerzas regionales, como sucedió en Jujuy, entre otros distritos, donde el ejercicio de la soberanía popular respaldó en las urnas esas alianzas circunstanciales en el objetivo de desbancar del poder al kirchnerismo.

Como dijimos, las coaliciones electorales no son ninguna novedad para el radicalismo. Se las valieron solos en el 83 con la locomotora alfonsinista, pero tras la abrupta partida después de un golpe de mercado, inflación e insurgencia social mediante, entre otras maniobras, el camino para vencer al peronismo necesitó de otras fuerzas afines. Lo consiguieron con la agonía del menemismo, cuando el entonces diputado nacional del Frepaso, Carlos “Chacho” Alvarez le hizo llegar la sugerencia a Fernando de la Rúa -a través de legisladores nacionales con quienes compartía cafés en los bares de las inmediaciones del Congreso- el mensaje de unidad para presentarse en las urnas.

Alberto Flamarique fue uno de los designados por Alvarez para configurar la que después sería bautizada como Alianza. El mismo Flamarique que fue ungido ministro de Trabajo, cargo a partir del cual se convirtió en uno de los responsables de la causa del soborno a senadores, causa en la que muchos años después todos quedaron absueltos. Después de haber sido clave para el triunfo, Chacho fue una de las principales razones para dinamitar el Gobierno con su renuncia a la vicepresidencia, prologando la posterior eyección del cargo de Fernando de la Rúa, tras una revuelta en Plaza de Mayo.

Pasaron los años y los mandatarios, pero la dirigencia radical no se rindió en su búsqueda de permanecer en el escenario nacional. Probaron en 2007 con un extrapartidario que supo jugar en los gobiernos de Alfonsín, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, siendo clave en los dos últimos: Roberto Lavagna. No le fue bien a esa fórmula que encabezó el exministro de Economía junto al entonces senador jujeño Gerardo Morales, ya que Elisa Carrió les birló el segundo lugar. En las presidenciales siguientes, la UCR probó con volver a sus orígenes, promoviendo a Ricardo Alfonsín para la presidencia, quien a su vez jugó una carta audaz en la provincia de Buenos Aires, cediéndole la candidatura a gobernador al empresario y legislador Francisco de Narváez, con un resultado más que negativo, como en la intimidad han reconocido ante Parlamentario.

Bicentenario para la victoria

Después de 12 años de kirchnerismo, y con el mismo criterio que esbozó Alvarez años atrás, Elisa Carrió tomó la posta de unidad para ganar la presidencia de la Nación más allá de las divergencias ideológicas. La UCR, mediante la tenaz influencia de Ernesto Sanz, tendió puentes con el Pro y entreabrió la puerta de la Coalición Cívica de Carrió. El destino de esa coalición y, a la postre, el de la presidencia de la Nación, se resolvió en la Convención de Gualeguaychú, donde el titular de la UCR logró imponer la decisión de jugar junto a Mauricio Macri.

A la postre, el acompañamiento fue exitoso, pero con el correr del tiempo se fueron generando resistencias a partir del hecho planteado de entrada por el presidente electo de que esa no sería una alianza, sino una coalición de Gobierno. Y por ende, que el reparto se haría en función de necesidades y no de porcentajes partidarios. El radicalismo consiguió tres ministerios: el de Defensa, adonde fue el riojano Julio César Martínez; el de Comunicaciones, con el cordobés Oscar Aguad, y el de Agricultura, con el formoseño Ricardo Buryaile. Todos exdiputados nacionales, a los que se sumaron los nombramientos de funcionarios en la segunda línea del aparato estatal, más embajadores. Pero el reparto no satisfizo la sed radical, pero sobre todo la sensación de estar “dibujados” a la hora de las decisiones, lamento que se escuchó en el congreso partidario realizado en Tucumán, donde el presidente del bloque de diputados nacionales radicales y del interbloque Cambiemos, el cordobés Mario Negri y su par del Senado Angel Rozas, se columpiaron de lo lindo para responder los planteos de los delegados, diputados nacionales y senadores nacionales, gobernadores, intendentes, etcétera.

La reunión estuvo precedida por documentos provinciales en algunos casos muy duros, como el de los entrerrianos, que incluía un fuerte cuestionamiento a la “pasividad” partidaria ante el “giro neoliberal” de la alianza Cambiemos.

Además de solicitar más cargos, a la hora de los reclamos está la conformación de listas para las próximas legislativas, y pese a que faltan varios meses todavía para ese tema, muchos radicales entienden que no hay que esperar hasta último momento, sino que este es el momento para evitar ser “ninguneados”, tal la definición expresada por un dirigente radical bonaerense ante Parlamentario.

Es que las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza son los distritos donde la puja está latente y crece día a día, sin que ello implique no estar atentos a lo que sucede en los demás distritos, más allá de su menor incidencia en el padrón electoral.

La situación tiene dividida a la dirigencia radical. Están quienes defienden la unidad y priorizan la confianza política con el macrismo; entre ellos figuran Mario Negri, Angel Rozas, Oscar Aguad, Daniel Salvador, Enrique “Coty” Nosiglia y Ernesto Sanz, entre otros, mientras que los que se anotan en la decisión no ceder en los planteos de mayor protagonismo y un reparto equitativo en el armado electoral 2017, sobresalen los senadores Julio Cobos, Juan Carlos Marino y Ricardo Alfonsín, entre otros.

Cómo se dilucidarán estas posiciones es un misterio, aunque bien se sabe que las internas son una especialidad de los radicales.

¿Cómo repercute este estado de situación en el Congreso de la Nación? Donde la presencia de Cambiemos es más masiva es lógicamente en Diputados, donde no puede considerarse que el interbloque esté en crisis, ni nada parecido, pero lo cierto es que en los últimos tiempos los plenarios para analizar los cursos de acción de la actividad legislativa se redujeron al punto tal de desaparecer, más allá de los intentos constantes del cordobés Mario Negri de poner paños fríos a la situación, ante los planteos radicales que en este caso también se quejan de ser ninguneados. Por supuesto que hay promesas de que cuando se reanude la actividad parlamentaria reanudarán los encuentros, aunque más de un radical expresó sus dudas, pues desde el macrismo no emiten señales concretas en ese sentido.

Aires bonaerenses

Al contar con el 40 por ciento del padrón electoral, la provincia de Buenos Aires está en el centro de todas las disputas, tanto en el oficialismo, como en la oposición. En el caso del partido centenario, el pase de facturas recién comienza y nadie cede en las mutuas acusaciones respecto del rol a cumplir.

Este panorama se potencia a partir de la estrategia electoral de la gobernadora María Eugenia Vidal con gestos frentistas que incluyen fundamentalmente a peronistas y que representan un alerta que golpea en las puertas del radicalismo.

La divisoria de aguas puso al vicegobernador Daniel Salvador de un lado y a Ricardo Alfonsín, titular del Comité Provincia, del otro, como caras visibles de la discordia.

En el caso del hijo del expresidente de la Nación, hace un tiempo que viene permitiéndose deslizar ciertas críticas hacia el seno del Gobierno de Cambiemos. Días pasados la emprendió, cual encendido opositor, contra el blanco preferido que representa en el Gobierno el ministro de Energía, Juan José Aranguren, quejándose porque el funcionario no haya consultado a su partido sobre los aumentos de las tarifas de servicios públicos. Sostuvo que Aranguren “no ha tenido experiencia en la gestión”, que “ha quedado debilitado”, y remató diciendo que “en la UCR tenemos técnicos más importantes”. La siguió tras el desfile por el Día de la Independencia, cuestionando la presencia de Aldo Rico en el desfile. Más allá de que la de Defensa sea una de las carteras que maneja un radical, consideró “inexplicable” que el excarapintada hubiera participado del cierre de los festejos por el Bicentenario.

No es el único radical que se ha permitido los últimos días exteriorizar sus críticas hacia el Gobierno que integran, pero no con la participación que quisieran. Pero en el caso del titular del Comité Provincia de la UCR está claro que la inquietud obedece a la provincia de Buenos Aires, donde no dejan de reprochar los coqueteos del Pro con sectores peronistas. Al final, dejaron de lado las quejas silenciosas, pasando a la ofensiva con un durísimo comunicado en el que aclararon que si bien no se oponen a “la incorporación de fuerzas sociales o políticas al frente Cambiemos”, las mismas “deben satisfacer elementales consideraciones de forma y fondo”.

“Preocupa el hecho de que el Pro tome decisiones que afectan la composición de Cambiemos de manera inconsulta y sin la debida participación del resto de las fuerzas”, destaca en uno de su tramos el comunicado del Comité Provincial que oficializó el clima deliberativo.

“La primera condición para afianzar Cambiemos tiene que ver con la necesidad de asegurar un trato considerado y respetuoso entre sus integrantes”, agrega, para sugerir luego que las incorporaciones que vayan a consumarse “se apoyen y funden en valores como los que explican el nacimiento de Cambiemos: la defensa de las ideas y los principios asociados a una ética republicana de la política”.

Un lenguaje depurado, encriptado, que pone en tela de juicio -aunque sin decirlo- “la ética republicana de la política” de esos nuevos integrantes de Cambiemos. Posiciones cuestionadas por Salvador, quien busca garantizar el andar de Cambiemos en la Provincia, y con relación a las candidaturas desde su entorno dijeron a Parlamentario que no es tiempo de imponer esa discusión. “Ya llegará el momento”, aclararon, al tiempo que deslizaron que “los capitanes de las derrotas” no tienen autoridad moral. Parecía aludir a Alfonsín, entre otros dirigentes afines que conforman la mayoría del Comité Provincial, que debe renovar sus autoridades en octubre próximo, en una elección que será más que trascendente. Para la misma hoy por hoy están terciando el propio Daniel Salvador, el vicepresidente del Senado provincial Carlos Fernández (impulsado por Alfonsín) y el diputado provincial Maximiliano Abad, un hombre cercano a Ernesto Sanz.

Está claro que el vicegobernador bonaerense está de acuerdo con el funcionamiento de Cambiemos en la Provincia, y resaltó el crecimiento del partido en las últimas elecciones para intendentes, y los cargos en el organigrama institucional (ver recuadro). Encuadrado en el mismo razonamiento, Camilo Etchevarren, intendente de Dolores, no anduvo con medias tintas y sostuvo que la UCR “se sigue manejando con generales que nunca ganaron una batalla”, al cuestionar al radicalismo bonaerense por haber criticado las incorporaciones inconsultas de la gobernadora María Eugenia Vidal y reclamar una mesa de diálogo para que los radicales sean tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones.

Terció también Mariano Mugnolo en su condición de presidente de la Convención Radical bonaerense, quien salió a defender el rol del vicegobernador Salvador y del radicalismo en Cambiemos frente a las críticas efectuadas por la conducción de la UCR bonaerense. El dirigente radical sostuvo que “el comunicado de la Mesa del Comité de la Unión Cívica Radical de la provincia de Buenos Aires no sorprende”, por cuanto “las conducciones partidarias de los últimos seis años continuaron el camino que desde principios de esta década intentamos cambiar: mirar hacia dentro del partido y atender a necesidades de individualísimos inconducentes, desconociendo las necesidades de los ciudadanos de nuestra provincia”.

Asimismo, el titular del órgano radical provincial expresó que “la propuesta republicana de la Convención de Gualeguaychú logró su cometido. El fin del kirchnerismo nos deja en los albores de la construcción de una nueva provincia, tras 28 años de desgobierno justicialista”.

“La pretensión de diálogo requerida en forma pública confunde a la ciudadanía y distrae los objetivos que la Unión Cívica Radical de la Provincia debe perseguir: afianzar sus vínculos con la sociedad y trabajar en pos de maximizar la universalización de derechos en una provincia que posee las mayores desigualdades sociales del país”, agregó Mugnolo, que garantizó al continuidad de la “la consolidación de Cambiemos y la gestión de Gobierno provincial y el fortalecimiento de la Unión Cívica Radical, que hoy cuenta con 40 gobiernos locales que día a día trabajan incansablemente por el bienestar de los bonaerenses”.

Santa Fe

El santafesino es otro distrito clave por su magnitud, donde la alianza Cambiemos no está constituida. Pasa como en la Ciudad de Buenos Aires, donde solo un partido de los integrantes de Cambiemos es Gobierno. En el caso santafesino, los radicales integran el Frente Progresista y son la base del Gobierno santafesino. Hoy ese frente está en terapia intensiva, por cuanto un sector ya ha dicho que deben ser consecuentes con la alianza nacional y marchar de la mano del Pro a las urnas el próximo año. Otro sector, minoritario, resiste romper con el socialismo.

La embestida reciente del presidente Mauricio Macri contra el gobernador Miguel Lifschiz -al que acusó de no saber trabajar “en equipo”- fue tomada como un gesto de presión para que la UCR rompa con el socialismo y quede alineada tal cual sucede a nivel nacional, lo que despertó la bronca de los dirigentes socialistas, entre ellos el exgobernador y diputado nacional Hermes Binner, quien además de cuestionar esa metodología destacó que el Frente Progresista es un modelo que buscan esmerilar de cara a las elecciones 2017.

Quien todavía no fijó su posición el senador nacional Omar Perotti, uno de los principales dirigentes del peronismo, quien no es adicto al kirchnerismo, y se mantiene en el bloque que lidera Miguel Angel Pichetto. Trascendió también que ha habido contactos de parte del Pro precisamente con el senador que, de todos modos, no competirá el próximo año.

Mientras esperan las definiciones de la UCR, el exgobernador y presidente del Partido Socialista, Antonio Bonfatti, avanza en la idea de sumar a referentes “de un peronismo que no se ha sentido contenido en el kirchnerismo más duro, radicales que no están de acuerdo con Cambiemos, gente que proviene de espacios individuales, sectores cooperativos”.

Bonfatti, que hoy preside la Cámara de Diputados provincial y seguramente el año próximo encabezará la lista del Frente Progresista como candidato a diputado nacional, no se queda únicamente en sus pagos, sino que comenzó una recorrida por el país que ya incluyó Tucumán, Córdoba, Gran Buenos Aires, CABA y Entre Ríos.

Con todo, los socialistas confían en que ir separados en las legislativas no necesariamente debería significar el final del Frente Progresista. Diferente sería que esta discrepancia subsista en 2019. Para entonces, los radicales irán seguramente con el que más les garantice de cara a la gobernación.

Alfajores cordobeses

Lo de Córdoba es para alquilar balcones. No es para menos y ninguno de sus dirigentes permanece ajeno a las movidas de quien hemos definido como “el senador 73”: el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, muy activo en sus conversaciones con el gobernador Juan Schiaretti. No hay que olvidarse tampoco del reciente viaje a Europa de Schiaretti con el presidente Mauricio Macri.

La sospecha de posibles acuerdos de gobernabilidad alimentan las alertas electorales de la UCR, en particular del intendente Ramón Mestre, del ministro Oscar Aguad y de Mario Negri, los tres radicales más encumbrados dentro del partido centenario cordobés, entre otros que consideran la imperiosa necesidad de mantener una férrea defensa de los acuerdos con el Pro en la construcción de una opción ganadora en la provincia que fue decisiva para que Macri se alzara con el triunfo electoral.

Mestre, por ejemplo, insiste en recordarle al Pro el compromiso de que en las elecciones para gobernador él sería el candidato por Cambiemos.

La UCR está molesta con las idas y vueltas y la carencia de una respuesta concreta a los reclamos de que la unidad no sea declamatoria, sin un anclaje político que garantice la continuidad del proyecto de la alianza, si es que realmente se pretende derrotar al peronismo.

Es que en todos los oídos retumbó la frase del ministro del Interior Rogelio Frigerio respecto a que para consolidar la nueva Argentina debe primar la generosidad política, para no quedar atrapados en falsas opciones. Palabras más, palabras menos, después de una reunión con el gobernador Schiaretti.

Otras provincias

Bastión inexpugnable para la oposición, en Formosa jugará fuerte Cambiemos el próximo año, apostando a la figura del actual ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, que será seguramente candidato a senador nacional.

No es el caso de otro ministro radical, el de Defensa, Julio Martínez, quien ya adelantó que no se postulará para un cargo legislativo en las elecciones nacionales de medio término del próximo año. “No es mi intención participar de esos comicios”, reveló Martínez, a pesar de que en ámbitos partidarios se descontaba que sería candidato a senador nacional, para competir con el exgobernador y actual diputado nacional peronista Luis Beder Herrera. El ministro dijo además que con él como candidato o sin él, “Fuerza Cívica tiene muchas posibilidades de ganar las elecciones legislativas”. En efecto, de acuerdo con varias encuestas realizadas en la provincia, Fuerza Cívica podría lograr dos bancas a senadores si encabezase la lista el ministro de Defensa del Gobierno del presidente Mauricio Macri. Sin embargo Martínez, quien ya fue diputado nacional, resaltó que prefería seguir como ministro del gabinete nacional, donde se siente “muy cómodo y con apoyo pleno del presidente”.

Tucumán es otra provincia donde un radical tiene expectativas especiales. Hablamos de José Cano, quien fue protagonista el año pasado cuando la oposición denunció fraude en las elecciones para gobernador, que terminó ganando Juan Manzur. Hoy ese gobernador tiene una muy buena relación con el Gobierno nacional, pero no por nada Cano fue puesto al frente del ambicioso Plan Belgrano, destinado a realizar obras de infraestructura en el norte del país. Sin embargo no es de esperar que el excandidato a gobernador se postule el próximo año; ya fue senador y diputado, por lo que se espera que al cabo de cuatro años de gestión al frente del citado plan vaya por la gobernación.

Otra provincia donde el radicalismo se ilusiona es Santa Cruz. Allí el actual diputado nacional Eduardo Costa ganó las últimas dos elecciones legislativas, pero debido a la Ley de Lemas no pudo llegar a la gobernación, si bien fue el candidato más votado. Seguramente Costa será candidato a senador nacional en las próximas elecciones, ¿con Cristina Kirchner en frente?

El que seguramente se quedará sin banca es el actual senador Alfredo Martínez, uno de los radicales que no oculta sus críticas hacia el Gobierno de Cambiemos, por ejemplo en el caso del tarifazo. Al punto tal de haber presentado él mismo un amparo contra dicha medida. Entre otras críticas, cuestionó la presencia de Aldo Rico en los festejos del Bicentenario: “Nunca debería haber ocurrido. Fue el hombre que se levantó contra Alfonsín y contra la democracia”. Y puntualmente cuestionó la relación del radicalismo con el Pro en el seno de Cambiemos. “Hemos pedido mayor participación desde la UCR en los debates para la toma de decisiones”, señaló, aclarando que “no alcanzan las reuniones que hay para sentirnos contenidos en las decisiones que toma el Gobierno”.

El fondo de la pelea

En rigor, los reclamos de la UCR respecto de tener un mayor protagonismo parten de la centralidad de que 2017 es una bisagra histórica que demanda sí o sí contar con una fuerza electoral que asegure el triunfo de Cambiemos; de lo contrario, los dos años siguientes la gobernabilidad hasta las presidenciales será una agonía, y el clima parlamentario tendrá otra impronta, muy distinto del actual, de un trabajo conjunto en la elaboración de las leyes.

Es que el recambio legislativo 2017, cuya campaña electoral está en ciernes, es decisivo: el radicalismo arriesga 23 bancas, el Pro pone en juego 14 y la Coalición Cívica 3 en la Cámara de Diputados de la Nación, mientras que en el Senado, las provincias que renuevan son Buenos Aires, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, San Juan, San Luis y Santa Cruz. De esos ocho distritos, solo dos son oficialistas (Buenos Aires y Jujuy). La Unión Cívica Radical solo expone tres senadores: uno en Formosa, Luis Naidenoff; Silvia de Rosario Giacoppo en Jujuy, y el restante en Santa Cruz, Alfredo Martínez.

Los dirigentes radicales que respaldan la alianza electoral consideran que debe constituir un Consejo Económico y Social con la presencia de los sectores de la producción, empresarial y sindical que canalice las demandas y la búsqueda de soluciones.

“Estamos conformes con la gestión, pero es necesario que las resoluciones no queden reducidas a un par de dirigentes, sino que deben ampliar los ámbitos”, precisó a Parlamentario un alto dirigente. Por ahora resta esperar respuestas desde el macrismo.

 

 

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