Hay muchas interpretaciones sobre la misma; hay quienes hacen referencia a una celebración agrícola, otros a una suerte de guerra civil entre judíos tradicionalistas y helenizados, otra al solsticio de invierno en el hemisferio norte y otra mas referida al triunfo de los macabeos sobre Antíoco, el rey helenístico que quería imponer su credo politeísta al pueblo monoteísta.
La historia más común es que los macabeos derrotaron a los helenos mediante una hábil y prolongada guerra de guerrillas ?en el poder desde hacía años- y recuperaron la perdida independencia; al mismo tiempo, se produjo la purificación del Templo de Jerusalén, el que había sido profanado por los invasores al colocar en él ídolos paganos.
La tradición judía continua relatando que se había producido un milagro, ya que pudo encenderse el candelabro del Templo durante ocho días consecutivos a pesar de que había una muy pequeña cantidad de aceite, que alcanzaba sólo para un solo día. Esto habría dado origen a la principal costumbre de la festividad, que es la de encender, en forma progresiva, un candelabro de nueve brazos llamado ?januquiá? (uno por cada uno de los días más un brazo ?piloto?).
No importa cuál de todas ellas tomemos, podemos darle a esta festividad una interpretación laica alejada de lo religioso, por fuera de lo que se dice en el Talmud y otros textos bíblicos. Si es una festividad agrícola o estacional, se celebra el trabajo y sus frutos; si es la que conmemora el triunfo macabeo, se recuerda la lucha por la emancipación de un pueblo sobre un opresor.
Esta última mirada nos conduce directamente, por la vía rápida, al presente. Si se recuerda la justa lucha de los judíos por la libertad y su capacidad de decidir sobre sus propios destinos, contra el avasallamiento generado por los griegos, ¿por qué no aceptar la independencia total y absoluta del pueblo palestino? Si es para un lado, también debe ser para el otro si se quiere ser coherente y consecuente con sus propias ideas.
La existencia de un Estado Palestino democrático, autónomo, soberano, laico, libre conviviendo junto al Estado de Israel no es el problema; por el contrario, es la solución.
Al recordar esta fecha, el ICUF (Idisher Cultur Farband / Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina), reivindica el derecho de los pueblos a su autodeterminación, y en esa orientación, levanta con fuerza la idea-madre de Dos Pueblos=Dos Estados como escalón imprescindible para construir una paz justa, estable, duradera y democrática, y dotar de la seguridad que se necesita.