En la primera manifestación de despedida a un presidente argentino, una multitud se reunió ayer con sus familias, amigos y compañeros en la Plaza de Mayo para ser parte de la última plaza de Cristina presidenta, momento histórico que quedará en la memoria entre abrazos, llantos, encuentros espontáneos y alegrías.
A diferencia de otras movilizaciones, ayer predominó la llamada "gente suelta", aquellos ciudadanos que no va encuadrados en ninguna columna. Si bien había sindicatos, organizaciones políticas y estudiantiles, esos sectores estaban ubicadas a los laterales y habían llevado pocas banderas para que el centro de la Plaza y las calles aledañas se abarrotara de personas que fueron por su cuenta. La plaza se empezó a llenar desde bien temprano, a media tarde.
Muchos salían de trabajar y se quedaban a la espera del discurso final. Tres empleados bancarios se quejaban de que con el sainete del bastón y el traspaso "se tapa que se va un gobierno sin dejarnos caídos en el piso". Otros llegaron viajando desde el Conurbano. "Viajé en micro que me pagué yo solita", aclaró Laura, de Berisso.
Fue llamativa la cantidad de chicos y bebés que fueron con sus padres a los que miraban llorar sorprendidos. Los cantitos no eran tampoco los habituales, incluso nació uno nuevo, propio del momento: "Oh, vamos a volver, a volver", que sonaba cada tanto por distintos lugares de los alrededores de la Plaza.
Carteles escritos a mano, sombreros de papel con agradecimientos a Cristina, fotocopias repartidas de mano en mano con las principales medidas de estos doce años eran retratados por los celulares y cámaras de fotos, que también eran extendidos para registrar selfies. Una gran bandera improvisada atravesaba el lado derecho de la Plaza. "Los cargos son efímeros, la lealtad es eterna", rezaba.
Las vallas de hierro de la Plaza estaban decoradas con flores de cartulinas y mensajitos en papel. "No fue magia, fue lucha y esfuerzo", se leía. Otra bandera atada con cuerdas a los árboles rezaba "mis viejos me hablaban de Perón y Evita, y yo voy a poder contarles a mis hijos que estos 12 años de mi vida fueron los mejores". «
Historia e ideologías
Cuatro docentes de Filosofía e Historia de la Universidad Nacional de General Sarmiento viajaron desde el partido de Malvinas Argentinas en el tren San Martín, el subte B "y caminando" con una bandera pintada a mano en la que se leía "Abracémonos hasta que vuelva Cristina". "Creemos que es importante estar en la calle, somos profesores de Historia y sabemos lo que es la ideología neoliberal que llega al país, a los que no les gusta la militancia y la juventud organizada", dice Inés. Y Nadia le retruca en debate: "Desideologizar es idiotizar, buscar la apatía, se vienen los '90 recargados." "Somos representantes de la educación pública, de una universidad inserta en el Conurbano y no encerrada en la academia", agrega Nadia. Su papá es ex combatiente de Malvinas y durante estos gobiernos "pudo tener trabajo digno y un reconocimiento que no había tenido".
uN GRUPO DE RESISTENCIA
Alicia tiene 58 años y de su cuello cuelga un cartelito de "Resistiendo con aguate", el grupo de Facebook que ya tiene 500 mil miembros y que nació luego de la primera vuelta electoral cuando el panorama ya pintaba sombrío para el Frente para la Victoria. "Ojo, yo siempre me referencié con mi sindicato, soy de la lista Celeste del Suteba", se ataja la trabajadora social de Chivilcoy. "Pero nos dimos manija con el grupo de Facebook y propuse que viniéramos con los cartelitos así nos encontrábamos", cuenta. La estrategia le funcionó porque a cada rato la interrumpían los miembros del grupo para saludarse. "Hoy es un hecho histórico, es la primera vez que hay una manifestación de despedida de un presidente", señala. "Estoy hecha bolsa, yo ayuné en la Carpa Blanca por dos semanas, sé lo que se viene", cuenta, pero de repente parece reaccionar. "Igual nos damos ánimos y fuerza con los del grupo, mi marido me dice que me la paso todo el día en el Face."
Imágenes mentales
Liliana tiene 42 años, es de la Plata y llegó al centro en auto con sus hijos de cuatro y seis años, su marido Sebastián y su amiga Mariana. "Vine por ellos", subraya. Y señala a los nenes que comparten un pegajoso copo de nieve turquesa. "Siento que hemos recuperado la dignidad como personas, más allá de los logros, lo importante es que abrimos la cabeza y empezamos a ser conscientes de nuestros derechos", subraya. "Para mí la política era todo lo mismo siempre, y ahora aprendí que es una herramienta maravillosa para cambiar las cosas", completa. Su marido Sebastián es miembro de la orquesta nacional de Música Argentina. "Ahora soy el delegado", explica. "Quería venir con los chicos para que les quede el recuerdo, la foto mental", remata Mariana, emocionada.
DESDE un barrio 'GORILA'
Abrazados vienen caminando medio apretados padre e hijo, Rulo de 49 años y Julián de 20, estudiante de Psicología. "Estamos completamente de acuerdo con todo lo que hizo este gobierno, muy contentos por los derechos conquistados, los económicos, sociales y políticos. Pero a la vez estamos muy tristes. Soy de Belgrano, el barrio más gorila de la Ciudad, toda mi familia está en contra", sintetiza Rulo, dueño de una estampadora textil. "Yo tengo una pyme, y estos fueron los mejores años, pude dar trabajo, y seguí creciendo hasta ahora", historiza.
Peronismo PURO
Laura tiene 60 años y fue a la Plaza por un motivo claro: “Soy peronista”. La acompañaron su hijo Alexis, de 43 años y operario de un papelera en Berazategui, y su hija Jorgelina, de 37, auxiliar escolar que cuenta que su hijo de 17 años “estudia y quiere salir adelante". "Yo también volví a estudiar para trabajadora social en la Universidad de La Plata. No lo voté a Néstor porque militaba en la izquierda, pero después me fui viniendo para este lado”, relata. Por su parte, Alexis está preocupado. “Lo veo todo para atrás de ahora en más”, se lamenta.