En estas más de tres décadas, en nuestra Argentina se trazó una barrera infranqueable al autoritarismo, como lo conocimos, se ampliaron los derechos y nació una sociedad más diversa y movilizada. Pero, como contracara, no logró desarrollar política de largo plazo, escapar de las periódicas crisis económicas, ni enfrentar con éxito la desigualdad y la creciente corrupción relacionada con el Estado. Debemos defender la pluralidad de opinión, donde el que piense distinto a uno, no es un enemigo, es simplemente un ciudadano que piensa distinto. De esta forma pensaremos un país que aprendió en estos años que democracia es mucho más que ausencia de dictadura.
El 30 de Octubre quedara gravado en nuestras mentes, en nuestros sentimientos y en el recuerdo reverencial en esa figura histórica, que fue el padre de esta naciente democracia, el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, que fue el autor de llevar adelante esos primeros capítulos heroicos de la democracia naciente, cuando todavía el poder militar era muy grande.
El primer gobierno democrático presidido por Raúl Alfonsín tubo aciertos y errores, pero el principal legado que nos deja este demócrata será el respeto a la ley, a las reglas de transferencia legítima del poder, además de su concepción de la política sustentada en valores públicos y virtudes cívicas, como son la austeridad, la honestidad, la tolerancia y el diálogo.
Este es mi pequeño homenaje al padre de esta joven e imperfecta democracia que hoy cumple 32 años, y a la que debemos comprometernos todos los días a perfeccionarla.
Raúl Alfonsín fue, como dijo Jairo, El Ciudadano Presidente.