Cuarto Poder

No obstante, no era mucho lo que había que hacer. Una orden, un par de empleados municipales con unas tijeras, una escoba y un rastrillo bastaban para poner en orden el lugar.

Por el contrario, por una nota que incidió en forma positiva se puede contar muchas más las que no tuvieron ningún efecto. Si ir más lejos, se pueden enumerar diez: la falta de tratamiento de un proyecto que regula los intereses de los préstamos a los empleados municipales,  las falta de cloacas que padecen los vecinos del arroyo Manzores que habitan en las inmediaciones de avenida San Lorenzo, la cantidad motocarros entregados que contrasta con la de carros que siguen circulando, la ausencia de un circuito para el tránsito pesado que evite el deterioro del asfalto que producen los camiones, la carencia de interés del Estado en cualquiera de sus órbitas en interesarse en los requisitos que exigen las inmobiliarias a los interesados en alquilar.

El incumplimiento de la media hora de espera en los bancos que no baja de la hora u hora y media, la escasa cantidad de actas por alcoholemia o falta de casco de parte de la dirección de Tránsito en comparación con las cientos por mal estacionamiento, la inexistencia de una fábrica de medicamentos estatal, el incumplimiento de las termas sociales a pesar de que fueron instituidas por ordenanza hace 20 años, la ausencia de un registro de microbasurales de la ciudad, etc. Sólo por mencionar algunas escritas siempre sobre Concordia en los últimos meses.

La lista en realidad es interminable.

A diferencia del primer ejemplo, son situaciones que no se arreglan con una pala, una escoba o una tijera. Se necesita decisión política, recursos y, muchas veces, optar por dirimir entre intereses contrapuestos.

Por todo ello, ¿hasta que punto puede el periodista incidir en la realidad? ¿Existe un cuarto poder como tal? Quienes manejan los resortes del poder político y el poder económico no están sentados detrás de un teclado, un micrófono o una cámara de TV. A pesar de ello, hay quienes le otorgan a la prensa facultades que exceden ampliamente las capacidades que posee.

 Por eso, en esta fecha, vale la pena repasar que pueden hacer y de hecho hacen todo el tiempo los medios para mejorar las condiciones de vida de la población. El periodismo reside en la capacidad de dar voz a quienes no la tienen, mostrar lo que se oculta, remarcar las contradicciones en quienes dicen una cosa y hacen otra, preguntar y repreguntar, indagar, cuestionar, etc. Esa es la verdadera tarea que la comunidad debe valorar y estimar.

Y reclamar cuando intuya que el comunicador perdió la única brújula que debe guiarlo: la honestidad.

Por ello sólo se puede ejercer periodismo con la ética como único norte. El único interés genuino es el bienestar de la población. Si bien es cierto que quienes anuncian y financian programas y publicaciones pueden ejercer presión para desviarse de esa premisa fundamental, el desafío será eludirla porque no se puede perder de vista cual es el único capital que no puede dar el lujo de perderse: la credibilidad.

Feliz día para todos aquellos que trabajan diariamente con honestidad reivindicando la profesión, a pesar de los vaivenes económicos, las dificultades  para acceder a la información, los teléfonos oficiales que no contestan, las puertas de los despachos que no se abren y los comentarios pérfidos de quienes descreen de la honestidad de los trabajadores de prensa. 

 

 

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