El ex presidente del Centro de Industria y Comercio señaló que la seguridad en la ciudad “siempre fue un tema preocupante para los comerciantes”. Por ese motivo recordó que dos años antes de los episodios que se juzgan mantuvo varias reuniones con los vecinos. A esos encuentros asistieron el ministro de Gobierno, Adán Bahl, y el jefe de policía de Provincia, Héctor Massuh. Cuando les manifestaron la necesidad de tomar acciones concretas, la respuesta de las autoridades fue pedirles, a su vez, que convoquen interesados para ingresar en la escuela de agentes de policía.
Niez sostuvo que estaba informado sobre el salario que percibían los policías que recién comenzaban a trabajar. La suma rondaba los $ 2.900. “Me parecía muy poco”, dijo a los jueces. Y añadió que de acuerdo a lo que le manifestaban los mismos policías, muchas veces no tenían dinero para balas, ropa, nafta para los patrulleros, para los chalecos antibalas que estaban vencidos o incluso para comer cuando eran derivados a otras ciudades.
Más adelante volvieron a reunirse por el mismo motivo vecinos de calle Juan B. Justo y Batalla de Cepeda. En esa oportunidad, realizaron una marcha a la casa del gobernador Sergio Urribarri en reclamo de seguridad. La respuesta del Ejecutivo fue enviar a Bahl y Massuh quienes a su vez hicieron el mismo planteo: convocar aspirantes a la escuela de policía. Niez dijo que directamente se opuso por el bajo sueldo que percibían: $ 3.200.
El 8 de diciembre, Niez recibió un llamado de Kleiman cerca de las 20 donde la anoticiaba que los agentes que hacían adicionales en la peatonal se retiraban de sus puestos por una protesta salarial. De inmediato, Niez le pidió que de inmediato se contacte con Gendarmería por el inminente riesgo de que comiencen los saqueos. Kleiman llamó pero la respuesta del Escuadrón fue que no tenían orden de intervenir.
El testigo se dirigió a su comercio y en el trayecto observó que ya habían comenzado los saqueos. Pasó por enfrente del local de Centro Eléctrico ubicado en avenida Tavella que fue vaciado en su totalidad. También vio una concentración de motos en la esquina de Tavella y ruta 4, los saqueos en el hipermercado e incluso recordó haberles recriminado a los policías de custodia en la casa del gobernador observar en forma pasiva a personas que cruzaban con mercadería saqueada del supermercado Modelo ubicado cerca de la terminal de ómnibus.
Al día siguiente, lunes 9, abrió la empresa pero cerca de las 11 cerraron las puertas ante la inquietud de los empleados. Niez sostuvo que, a diferencia de medio centenar de comerciantes, no sufrió los saqueos en carne propia. Incluso, sostuvo que había dado orden de no resistir si llegaba gente con esas intenciones y que desalentaban a los empleados que se ofrecían para ir a cuidar la empresa debido al riesgo de vida que hubiesen corrido. Pero colaboró con el pedido de algunos vecinos que le solicitaron bolsones de arena para bloquear las calles cercanas aunque les pidió que nos las cierren del todo por si debía cruzar una ambulancia o un patrullero.
Cerca del mediodía, concurre a una reunión en la Cafesg a la que acudieron el mandatario provincial, Massuh y Bahl además de varios comerciantes que habían sido saqueados. Niez le reclamó a Urribarri por la situación salarial de la policía y recibió una respuesta subida de tono. “No es el momento. Los policías son sediciosos y drogadictos”, fue la contestación de Urribarri.
Más tarde recibió una llamada del intendente Gustavo Bordet quien le pasó con el gobernador y éste, a su vez, le pidió a Niez “por favor que le de una mano” e interceda ante los policías acuartelados llevando la propuesta que estaban elaborando. ¿Por qué cree que lo llamaron a usted? Le preguntó el fiscal Mario Guerrero. Niez dijo que cree que se debía a su trabajo con las instituciones intermedias.
El testigo se dirigió a la Cafesg y recibió una planilla testigo con la propuesta. Antes de dirigirse a la Jefatura de Policía, le pidió al Obispo Luis Collazuol, que lo acompañe. El eclesiástico se negó pero le ofreció el Obispado como sede neutral para reunirse. Niez se dirigió en soledad a la Jefatura. En la plaza le pidió a una persona que estaba de civil que quería dialogar. Le dieron un megáfono para que transmita la propuesta a todos los presentes en plena calle, frente al edificio policial. Allí recibe como contrapropuesta un pedido de un sueldo básico de $ 4.000 además de más partidas para balas, chalecos antibalas y nafta. A su vez, el comerciante les dice que “no era bueno lo que había pasado esa noche” y que sería bueno que pudiesen engancharse sus salarios al de los jueces y fiscales, tal como existe en el interior del poder Judicial, debido a que son auxiliares de la Justicia.
La respuesta de Urribarri fue que “ni en pedo” iba a proseguir una negociación que apuntaba a $ 4.00 de sueldo básico. Pero le pidió que se quedase en la Cafesg porque paralelamente el subjefe de policía de provincia, Juan Ramón Rosatelli, estaba negociando paralelamente. Luego de esperar un rato van a hacia la Jefatura. Allí les dicen que estaba todo resuelto. Vuelve al edificio de San Juan y Cadario, acompañado por el obispo, pero luego de esperar un rato los policías no aparecen. Se venía la noche y Niez le pide a Collazuol que lo acompañe a Jefatura. El eclesiástico se niega y allí Urribarri le pide: “Monseñor déme una manito”.
En ese momento, llegaban los policías. Las negociaciones las encabezaba Urribarri directamente quien golpea la mesa en un momento, al aseverar que no tenía más de $ 42 millones para arreglar. Uno de los policías se va de la mesa, se empantana la conversación y allí intercede Collazuol pidiendo a ambas partes que aflojen porque -enterado a través de los curas párrocos de la situación violenta que se vivía en los barrios- advierte que mañana iba a haber “50 muertos” y que los responsables iban a ser todos lo que estaban ahí en ese momento. No obstante, Niez dijo que era una "incoherencia" decir que la negociación se realizó bajo presión debido a que había predominado el respeto entre las partes.
Luego de que un abogado de apellido Medina pidiese un incremento de $ 600 para el básico y recibiese como respuesta $ 300, las negociaciones amagan con interrumpirse muevamente. Collazuol advierte que se iba y que no lo iban a encontrar más tarde y en ese momento finalmente se levanta la huela policial. Niez aseguró que el clima era “distendido”, hubo respeto entre las partes, nadie levanto la voz y fue como una paritaria gremial, que el mandatario y los policías se sacaron varias fotos y que no vio armas entre los policías que negociaban a quienes tampoco identificó excepto a uno, de apellido Gómez, que no esta imputado en la causa. También recordó que el tema de las sanciones se habló y que el gobernador dijo que se iba a tratar al día siguiente, martes 10.
El testigo aclaró ante los jueces que no justificaba para nada lo que había sucedido en la ciudad. “Concordia quedó a la buena de los saqueadores”, dijo. Luego dijo que las autoridades deberían haber dado la orden para que otra fueza de seguridad se hiciese cargo de la seguridad y como eso no sucedió fue una vergüenza lo que pasó. “Nos dejaron a la buena de Dios”, dijo con un hilo de voz. “Hay comerciantes que están quebrados todavía”, dijo despuées cuando puedo retomar la palabra. Al mismo tiempo, manifestó que “nada quita que esto no pueda volver a ocurrir” debido que algunas de las cuestiones comprometidas no se cumplieron. No obstante, hay que tener en cuenta que Bahl y Massuh remarcaron a los jueces que en la actualidad un policía gana el doble que un empleado público.
Por otra parte, Niez se preguntó por qué razón el gobernador lo llamó a él y al obispo para negociar si se iba a desconocer lo que se discutió en esos encuentros.
