Loggio precisó que en la zona se produce mucha verdura de hoja como lechuga repollo, acelga, rúcula, achicoria y berro además de un poco de tomates o morrones. “Es incipiente pero podemos producir muchísimo más tomate. Seguramente ahora que estamos bajo cubierta y con riego esto va a ser una producción de futuro, lo mismo con los morrones”, dijo, Respecto de las frutas, enumeró duraznos (La Criolla y Los Charrúas), sandías, melones y citrus.
“Nosotros tenemos una estimación hecha con otros organismos públicos que trabajamos los temas de la economía social que el 80 % de las frutas, verduras y hortalizas que se consumen en Concordia vienen de otros mercados como Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Buenos Aires”, indicó.
En ese sentido, dijo que cuando comenzó la gestión los integrantes de la feria hortícola trabajaban en la calle. “Con un costo muy grande del municipio logramos hacer una feria muy grande con estructura propia. Hoy están bajo techo; están cómodos trabajando. Pero somos conscientes de que hay que crecer mucho en producción fruti-hortícola”, indicó.
En el sector históricamente predominaron algunos problemas. El primero de ellos es la falta de asociativismo en el sector. “Para esto es imprescindible un cambio cultural, de mentalidad, de la importancia de trabajar juntos”, recalcó. El segundo es que el 95 % de los horticultores no tienen invernáculos “Sol fuerte, lluvia fuerte, granizo: perdían toda la producción y había que empezar de cero”, indicó. El tercer inconveniente es que carecen de pozos de agua y regaban con agua potable, un servicio caro con un líquido clorificado.
Loggio destacó que han podido construir 20 invernáculos de 10 x 40 metros y además han perforado una decena de pozos de agua. “Y le hemos comprado motocultivadores (máquina que sirve para remover la tierra) para las dos cooperativas frutihortícolas que existen en Concordia. Históricamente trabajaron a pala y azada. Y estamos hablando de productores que tienen media hectárea, tres cuartos de hectárea o una hectárea. Imaginémonos lo que significa producir a mano”, dijo.
Incentivar la producción local acarrea innumerables beneficios generando un círculo virtuoso. “Abarata el costo (para el consumidor) por un lado y genera riquezas porque el productor hortícola es mano de obra intensiva y en cualquier producción hortícola aunque sea de media hectárea hay dos o tres personas trabajando y cuando crece necesita gente para poder producir más porque hay que estar todo el día trabajando, regando, carpiendo, cosechando, limpiando”, explicó.
Por último, Loggio indicó que las razones que llevaron al fracaso al mercado concentrador que se intentó llevar adelante en el predio ex Fertimaq siguen vigentes. “En la medida en que no haya oferta suficiente, pensar en un mercado concentrador es complicado. Hay que aceitar muy bien el proceso, el productor está acostumbrado a vender y cobrar pero cuando se trabaja en un mercado concentrador las características son distintas. Principalmente tiene que haber un volumen permanente. Por ejemplo, supongamos un ejemplo cualquiera, tengo que entregar 1.000 kilos de tomate por día y hoy Concordia no está en condiciones de producir eso, entonces necesitamos generar mucho más oferta para un mercado concentrador”, señaló.
Por lo tanto, indicó que por ahora se debe crecer en la producción de verduras y hortalizas para satisfacer una demanda local cada vez más importante. “Por ahora la producción concordiense está muy lejos de satisfacer esa demanda”, señaló. En tal sentido, indicó que la apertura de numerosas verdulerías en la ciudad indica que hay una cultura de “comer productos frescos”.
Una recorrida por las verdulerías
Belén, propietaria de una verdulería ubicada en Coldaroli e Hipólito Irigoyen, indicó que las verduras de la zona que comercializa son, en su mayoría, de hoja como lechuga, perejil, cebolla de verdeo, acelga, rúcula y achicoria. “La mayoría se produce acá en Concordia”, indicó. También incluyó remolachas, tomate, zapallitos de tronco y coreanos. A la lista agregó las frutas cítricas como naranja, pomelo, limones y pomelos. “Todo lo otro viene de afuera como banana, manzana, pera, kiwi”, enumeró.
En la esquina de 25 de Mayo y San Martín, Pablo atiende una verdulería. Al ser consultado, respondió que la mercadería de la zona consiste en “zapallito, papa, batata amarilla, morrón, tomate, algún tipo de lechuga. Y después rúcula, berro, la hoja verde chica”. Y explicó que es demandada por varios factores. Por un lado, menos deterioro por el viaje. “En esta época es cuando más sufre el calor”, dijo.
Además tiene poco período de estacionamiento en las cámaras frigoríficas. “Para nosotros es mucho más conveniente. Tiene otra duración en la verdulería misma. Tiene menos desperdicio. Cuando la verdura o la fruta están mucho tiempo en cámara, uno la ve aparentemente preciosa cuando la compra en el mayorista pero en un par de días se deteriora mucho porque al haber sido estacionada en cámara uno no sabe durante cuanto tiempo y eso puede provocar que la duración sea mínima, en dos días o como mucho tres. Eso depende de cada comerciante y a mí no me gusta comercializar cosas que tengan más de un día o dos porque no están frescas” Y lo más importante: “tiene otro tipo de sabor y los clientes se dan cuenta”, argumentó el vendedor.
No obstante, admite que el precio quizás es la única desventaja. Por ejemplo, el tomate. “El de la zona tiene gusto a tomate, jugo, color y uno va a grande cadenas que comercializan de todo un poco y además frutas y verduras y cuando abre el tomate que se ve bien, adentro está escolorido y no tiene gusto a nada”, indicó. Pablo admitió que es una verdura que tiene “vaivenes que son bastante surrealistas. Parece que cotizaran en bolsa” debido a que hay épocas en las que sube mucho o baja en la misma proporción. Pero, en líneas generales, señaló que “en ésta época el tomate de la zona está un poquito caro, a $ 30, $ 32 el kilo; depende de la verdulería y de los márgenes que manejen. Y el tomate traído de otra zona puede estar entre $ 7 y 8 menos. Lo que pasa es que el tomate que viene del Mercado Central de Santa Fe o de otros Mercados Centrales ha sido estacionado mucho tiempo y la verdad es que ya no tiene gusto a tomate”, manifestó.
Interpelado sobre la aparición de numerosas verdulerías en la ciudad, Pablo explicó que no se debe a que la verdura o la fruta sean baratas. “Hoy en día la verdad es que la comida es cara en general”, mencionó. Sino a que la gente puede elegir lo que come. “Si van a comprar al supermercado un enlatado, ya está y no tiene mucha posibilidad de elegir. Pero cuando compra fruta y verdura tiene la sensación que puede manejarse en que es lo que está llevando a la mesa”, razonó. Además dijo que no se puede “discutir las ventajas” de las frutas y las verduras. Por ello, señaló que hay quienes dejan de ir a ciertas verdulerías porque no les dejan tocar la mercadería. “Los mayoristas te dicen que no dejes que el público toque la mercadería porque la echa a perder. Pero la gente tiene que elegir lo come. Si me echan a perder algo porque lo aprietan un poco, y bueno lo echarán a perder pero uno no puede decirle al cliente que no vea lo que come porque el cliente tiene derecho a ver que es lo que está eligiendo. Hace valer su dinero”, manifestó.
En calle Laprida, entre Ramírez y Saavedra, una verdulería ofrece “rúcula de la zona”. No sólo ofrece esa verdura de la zona -explicó Esteban el propietario- sino también tomate, lechuga, zapallito de tronco, cebolla de verdeo, morrón, batata de Chajarí, etc. “Por temporada limón” y “a veces” zapallo coreano.
A la hora de elegir, los clientes prefieren la mercadería de la zona por la calidad. “No está madurado en cámara. Viene todo natural, lo cosechan y te lo traen. Tiene otro sabor”, dijo. Pero admite que no es más barata. “Los productores van y se fijan los precios que están vendiendo los galpones y te ponen el mismo precio. Es mejor calidad pero el mismo precio. No como antes que era mejor calidad pero a precios más económicos”, dijo.
Si está al mismo precio, el consumidor prefiere “de la zona”. “Incluso capaz un poquitito más caro te lo lleva igual porque sabe que es bueno”, dijo. Pero si la diferencia se ensancha. Sólo la eligen quienes pueden “darse el gusto”. Pero si tiene que alimentar a una familia grande prefiere llevar diez tomates en vez de tres porque saben que “tiene que darles de comer a todos”. Respecto de la aparición de tantas verdulerías, indicó que por un lado, porque la gente se fija mucho en la estética y la fruta y la verdura ayuda para mantenerse. “Y lo de la zona es más sano porque no tiene tanto agroquímico. Lo otro está todo apurado como los pollos que les ponen hormonas porque es todo comercio. Primero el dinero y después se verá que sale. Antes era todo natural”, sostuvo.
Y por el otro porque muchas personas, disconformes con el trabajo que realizan, deciden comenzar un emprendimiento propio. “Prefieren ellos mandarse por ellos mismos”, indicó Esteban.