El primer testigo en declarar fue el Director de Criminalística de la Policía de Entre Ríos, comisario Alfredo Colazo, encargado de la recolección de material en la escena del crimen. En es sentido, recordó que el cuerpo de Miguel Rosatelli tenía un disparo en la nuca con “todas las características de corta distancia” dado que se podía ver la “deflagración de la pólvora” y el “estallido de la pólvora y del cuero cabelludo”.
En la habitación observó un placard todo destruido, herramientas de mano como palas, cajoneras, etc. “lo que hablaba a las claras de un delito de robo con un homicidio”. “Era obvio que se había sacado algo pero no sabíamos que es lo que había”, indicó.
Además indicó que encontró en el baño un revolver que no tenía ningún proyectil ni vaina servida en sus alvéolos. “Este revolver estaba en la pileta lo que nos hacia presumir que lo habían estado lavando para tratar su estado posterior al suceso y, a su vez, la canilla estaba abierta”, señaló.
Más adelante, Colazo señaló que lo notó “alterado” y “muy nervioso” a Marsicano. “Cuando lo veo me llamó poderosamente la atención las lesiones que él tenía. Si bien no habíamos terminado de analizar la escena del crimen central que era donde estaba la víctima y el placard roto con mucha violencia y había una pala y un par de cajoneras, cuando lo observo, veo que tiene lesiones compatibles con la escena del crimen. Y cuando lo observó más detenidamente, veo que había indicios en las prendas de él”, declaró.
Asimismo, dijo que notó que tenía excoriaciones en los brazos y un golpe en la parte anterior de una de sus piernas, debajo de la rodilla. “A esa altura era compatible con la de los cajones del placard que estaba en el piso tirado y que al pisarlo golpea en el pie de una manera fuerte”, indicó.
Colazo indicó que en el allanamiento a la casa de Marsicano encontraron en el cajón de un mueble proyectiles con un calibre 32 compatibles con el arma encontrada en el lugar del crimen. También mencionó que el acusado se quiso deshacer de una camisa floreada que estaba en un sillón del living. En esa prenda encontraron una astilla compatible con madera terciada como del que estaba hecho el mueble violentado. El testimonio se alargó por espacio de dos horas debido a que la defensa quería saber en forma fehaciente donde estaba el dinero encontrado en la casa de Marsicano que obra como prueba del robo que se le imputa y además debido a un extenso reconocimiento de fotos del expediente.
Luego fue el turno del Subjefe de Policía de la Provincia, Juan Ramón Rosatelli, primo hermano de la víctima, quien recordó que fue anoticiado del crimen cuando se encontraba en Gualeguaychú por una llamada efectuada por el mismo Marsicano. Respecto del acusado, dijo que lo conocía pero nunca había compartido nada. De inmediato, al enterarse, instruyó a las autoridades policiales en Concordia y viajó hasta la casa de su primo. Respecto de la víctima, señaló que se había dedicado a la cría de aves y tenía animales además de casas y departamentos en alquiler. Y, al igual que sus hijos, reconoció que su primo no se manejaba con los bancos.
Más adelante en la audiencia llamaron a declarar a la bioquímica María Silvina Gastiazoro, jefa de la sección Toxicología de la Policía. La mujer explicó que analizaron tres trozos de madera testigo que extrajeron del ropero donde estaba el dinero y las cortejaron con distintas muestras que se habían levantado de lugares como una camisa de Marsicano y de su torso y enviadas en sobre cerrado. “Si se encuentra una correspondencia mayor al 90 %, ya se considera que corresponde al mismo tipo”, explicó. Y sostuvo que “se encontró un elevado porcentaje de correspondencia”.
Ya cerca del mediodía, el perito en balística del Superior Tribunal de Justicia, Antonio Vitale, expuso el resultados de las pericias respecto del proyectil extraído del cráneo de la víctima, del arma hallada debajo de una canilla en el baño y de uno de los cartuchos encontrados en la casa de Marsicano que había sido percutado. Y llegó a la conclusión que tanto el proyectil como el cartucho habían sido empleados en el arma mencionada. Además señaló que el disparo fue ejercido a una distancia “no mayor a los cinco centímetros”.
Asimismo, dejó en claro que el cartucho percutido que no accionó fue por un problema de humedad, antigüedad o mala conservación. De la misma forma, el perito accionó el gatillo para demostrar que no era un arma “celosa” (que se dispara ante el mínimo contacto). Por último, ante una pregunta de la querella, explicó que la presencia de bario (fulminante) y plomo (proyectil) en la mano de una persona significa que accionó un arma de fuego y que alguien que haya cazado tres días antes de hacerse una prueba puede tener restos de ambos elementos si no se higienizó durante esos días.
Por último, fue el turno del hermano de Marsicano quien dio relató al tribunal cuanto dinero ganaba su hermano por año con los emprendimientos agrícolas que llevaba adelante hasta el momento de su detención. La importancia de su declaración se develará cuando llegue el momento de los alegatos para la defensa.
Al finalizar la audiencia, el abogado querellante, indicó que la mayoría de los testigos fueron peritos que han participado activamente en la investigación del caso. “Creo que todas estas audiencias son muy clarificadoras en el sentido de explicar cada uno de los indicios que lo comprometen sobradamente a Marsicano”, explicó.
“Hemos podido escuchar públicamente a cada uno de los peritos que han ratificado sus conclusiones. Nos faltan algunos testigos más pero para esta querella está absolutamente cerrada esta causa y ya estaríamos para producir nuestras conclusiones finales, nuestros alegatos, y mantener nuestra acusación de homicidio doblemente agravado y solicitar la pena de prisión perpetúa”, indicó.
“El perito del Superior Tribunal dio detalles sobre varas pericias. Primero, que el arma encontrada en la pileta del baño de Miguel Rosatelli fue el arma utilizada. El plomo extraído de la cabeza, cotejado con otros plomos encontrados en la casa de Marsicano se desprende que pertenecen al arma secuestrada”, indicó.
Para Rodríguez Allende, Marsicano no sólo efectuó el disparo, sino que sacó cuatro proyectiles del revolver, “se los llevó a su casa, los guardó en el cajón y, al momento del allanamiento, intentó descartarlos”. La presencia del cartucho percutado, para el querellante, es un indicio de que el acusado “intenta un primer disparo, éste no sale, y efectúa un segundo que es el que provoca la muerte a bocajarro pegado en la nuca”.
“La declaración que en su momento efectuara Marsicano quien reconoce haber efectuado el disparo de forma accidental se desvanece con el informe pericial donde es casi imposible pensar que esa arma pueda ser celosamente disparada porque no es así. Hay que utilizar un mecanismo de fuerza necesario para producir el disparo y Marsicano lo hizo así”, manifestó el abogado paranaense.
Rodríguez Allende también se refirió al testimonio de Gastiazoro y las pericias sobre las astillas de madera. “Son absolutamente científicas y se corresponden a las astillas que tenía en el cuerpo y en la camisa y se corresponden al lugar donde se guardaba el dinero, que era el techo del ropero”, señaló.
La audiencia se retoma el próximo miércoles, a las 15:30, con dos testigos y luego, en esa misma jornada, será el momento de los alegatos.