Durante un acto organizado por su amigo Carlos Lafforgue, junto a Pedro Catella -hijo de su última compañera, Alicia Eguren-, el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, y una nutrida militancia, se cumplió la última voluntad de quien fuera diputado nacional por el justicialismo y representante personal de Perón durante el exilio.
Cooke, autor del célebre libro "Peronismo y Revolución", falleció víctima de un cáncer de pulmón el 19 de septiembre de 1968, y en su testamento le pidió a Eguren que, de no ser posible la donación íntegra de sus órganos, sus restos sean cremados.
Pero específicamente indicó que "las cenizas no se conserven ni se depositen: dispérsalas poéticamente al viento, tíralas al mar", escribió: "en la medida que he dedicado mi vida a los ideales revolucionarios de la libertad humana, me perpetuaré en la obra de los que continúen esa militancia".
Cuarenta y seis años después de su fallecimiento, luego de que las cenizas permanecieron en custodia de Eguren -desaparecida en 1977 por la última dictadura cívico militar- y posteriormente por sus amigos, sus restos fueron arrojados al río durante un acto que se realizó en el porteño Parque de la Memoria, a la vista de cientos de militantes de distintas organizaciones sociales peronistas.
Mariotto, en diálogo con Télam, recordó a Cooke como "una figura emblemática del peronismo, un intelectual, un hombre comprometido que falleció muy joven pero dejó un legado de reflexión y acción política que se convirtió en un 'deber ser' para todos los peronistas".
"Hoy tuvimos la posibilidad de cumplir con su última voluntad, pero no con un ánimo necrológico, sino con el ánimo de desplegar las banderas de Cooke que están bien vivas", afirmó.
El acto, presenciado por militantes de las agrupaciones Proyecto Nacional y la Corriente Martín Fierro, reunió a diversas figuras del peronismo tal como el presidente de la Cámara de Diputdos Julián Dominguez, el titular de la Biblioteca Nacional Horacio González, y el dirigente Luis D'Elía, entre otros.