Fue precisamente en su ciudad donde, en el colegio secundario al que asistía, un profesor que era teniente de fragata ingeniero retirado –y jefe de la Delegación Naval de la zona–, intentaba transmitir a sus alumnos su amor por la Armada. Cuatro de esos jóvenes ingresaron a la institución; uno es el, ahora, suboficial mayor Maradona, suboficial de destino del Arsenal Naval Azopardo.
Luego de su ingreso en 1982 a la Escuela de Suboficiales, en Buenos Aires, tuvo su primera formación naval que continuó en la Escuela de Armas, en Puerto Belgrano. “Al venir del interior no conocía el mar. Ver buques de guerra… una base tan grande… todo me sorprendía. Todo lo que nos contó el profesor se me olvidó. Era todo nuevo y estaba solo”, recuerda.
Cuando le preguntan por cómo eligió la especialidad dice que fue un poco por casualidad. Reunidos los ingresantes en el hall de entrada de la Escuela de Armas, los instructores iban nombrando las especialidades en voz alta y los jóvenes, sin saber demasiado de qué se trataba, levantaban la mano anotándose en una u otra. Él lo hizo en Munición.
Una vez egresado, su primer destino fue Polvorines del Arsenal Aeronaval N°1, en la Base Aeronaval Comandante Espora. Durante dos años su función fue hacer control y mantenimiento de la munición. En 1985 le salió el pase a la Base Aeronaval Río Grande para desempeñarse realizando la misma actividad y para hacerlo con el Batallón de Infantería de Marina N°5.
“Soy muy respetuoso al trabajar con munición, con explosivos. Y trato de que la gente que trabaja con esto sea muy profesional, porque si uno no lo es puede causar un accidente”, recomienda seriamente el suboficial Maradona.
En 1990 estuvo en la Base Aeronaval Punta Indio y al año siguiente fue a hacer el Curso Aplicativo de Cabo Principal en la Escuela de Armas; su siguiente destino fue en Experiencia de Armas del Arsenal Naval Puerto Belgrano (ARPB).
“En el 92 vine por primera vez a Azul, acá me casé y formé una familia. Trabajaba en Polvorines, el Arsenal Azopardo está integrado por 35 polvorines”, detalla. Ya acompañado por su familia, volvió a la Estación de Experiencia de Armas del ARPB. Su vida itinerante lo llevó de nuevo bien al sur y el cambio de milenio lo encontró en la Base Naval Ushuaia. Su siguiente pase, 5 años después, fue al Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada. De allí pasó a la Escuela de Suboficiales de la Armada, como encargado del Batallón Giachino y luego como instructor de su especialidad, ambas experiencias muy diferentes a lo que había vivido profesionalmente hasta el momento.
Hasta marzo de este año estuvo en Polvorines del ARPB y fue entonces cuando, ya en los últimos tramos de su carrera, volvió al Arsenal Naval Azopardo como suboficial de destino. “Uno viene a trabajar con ganas y, a medida que pasan los años, uno puede asesorar a los más jóvenes. Es un destino que se hace querer. Somos pocos, es lejos, pero todos trabajan a gusto. Con el actual jefe, el capitán de navío Martignon, estuvimos mucho tiempo trabajando juntos. Es un orgullo ser su suboficial de destino.”