Cristina Herrera estaba esperando en la puerta de la guardia a un familiar que le alcanzase una frazada para su hermana que estaba internada en la guardia. “Venía con dolor de estómago desde San José de Feliciano hoy a la madrugada. Le pedí a mi sobrino que le traiga una manta y una almohada porque no hay mantas, no hay sábanas, no hay nada. Está con la camilla pelada”, señaló. “Decí que tenía un camperón y se lo di para que se tape y una toalla. Y mucha gente está así”, indicó la mujer.
La respuesta que le dieron las enfermeras cuando les solicitó una manta para abrigar fue que “no hay”, que “están de paro” o que puede haber cuando “cambie la guardia”. Además Cristina señaló que no la dejaban estar con su hermana. “Ya me pasó con mi mamá hace unos años atrás”, recordó.
En otro sector del playón de entrada se encontraba Ester, una vecina de Chajarí. Su esposo estaba internado con un problema cardíaco delicado. “Tiene tres arterias tapadas”, indicó. Estuvieron en el hospital “Cosme Argerich” de Buenos Aires desde donde fue derivado de urgencia para una cirugía. “Nos derivaron con el Dr. Locaso de Chajari y ahora estamos en Concordia donde nos atendió un cardiólogo en forma muy rápida. Nos sentimos despachados más que atendidos, me resultó muy frío y muy distante”, indicó la mujer.
En ese sentido, dijo que el médico no lo revisó a su esposo. “Ni se levanto del escritorio y le dijo que le podía hacer la cirugía en forma privada pero no en este hospital porque no hay los elementos necesarios para esa cirugía. Y nos derivó a Concepción del Uruguay”, señaló Ester.
La mujer señaló que se deberían eliminar las trabas burocráticas para agilizar la atención de los pacientes, ya sea con patologías cardiológicas u otras de gravedad. “Nosotros dejamos a nuestros hijos menores en Chajarí para venir acá. No sabíamos si se quedaba o lo internaban. Ahora tengo que pedir un remisse para que lo levante y lo lleven porque no puede caminar ni dos cuadras, se agita terriblemente”, indicó.
Sentado en uno de los bancos ubicado delante del hospital estaba Fernando un trabajador jornalero. Hace 15 días nació un hijo y ayer lunes tenían turno con el médico pediatra. Llegaron a las siete y media de la mañana con su esposa y a las 11.30 aún no habían podido ser atendidos. Luego de cuatro horas de espera, no tenían noción de la hora en que se iban a ir.
La razón de la tardanza era el quite de colaboración que llevaban a cabo los empleados de salud. “Y bueno… que le vamos a hacer, la gente quiere más plata”. “Recién nos atendió la Dra. Aracama por el peso nomás. Ahora tenemos que esperar al Dr. y por ahí cuando mucho nos podemos ir doce y media o una o sino hasta las tres de la tarde no llegamos y encima tenemos que patear hasta el barrio Pompeya”, indicó.
Cerca de la entrada principal estaba Antonio esperando a su esposa y a su hija que fue operada de amígdalas. “Nosotros vinimos a las diez (eran los once y media) y todavía estamos esperando”, dijo. Es vecino del hospital pero la molestia por no conseguir atención es la misma que quien viene desde lejos. “No hay turnos y si venís hoy te lo dan para enero o febrero con mucha suerte o puede ser que te lo den antes pero siempre te dan un mes. Si te vas enfermar, saca turno un mes antes”, dijo con ironía.
El hombre lamentó la desidia en la atención. “Es un hospital hermoso, mucha gente viene de afuera y ahora no hay cama y es un tremendo hospital”, dijo.
En la puerta de la guardia se encuentra Rosa Acosta. Hace siete meses su esposo sufrió un cuadro de ACV (accidente cerebrovascular). Y en los últimos días comenzó a sufrir convulsiones. “Lo que necesito son las pastilla de las convulsiones y acá no hay”, señaló. Se trata de fenitoina. “Desde el 23 de julio que ando y todavía no lo puedo conseguir. Me dicen que no hay y yo lo necesito porque no tengo para comprarlo. Lo que yo trabajo, lo que gano, es para la comida”. En una farmacia una tableta cuesta trae 30 pastillas y cuesta $ 143. Su marido la debe tomar cada ocho horas.
Asimismo, Rosa dijo que en hospital Felipe Heras consigue los remedios, la atención es más rápida en la guardia y en los consultorios. “Los enfermeros son super más buenos; acá los únicos que te tratan bien son los enfermeros que tuercen la muñeca. Esos son mejores que las enfermeras”, indicó.
Al lado de Rosa se encuentra Ángela Acosta. Su hija, María Silvina de 43 años, iba a ser operada hoy de un fibroma. Ya la tendrían que haber intervenido quirúrgicamente el 5 de junio, hace casi dos meses. La madre no sabe porque se atraso tanto la operación. “Ella no me contó”. Lo que si sabe es como se encuentra. “Está con pérdida de sangre continuamente y es por el mismo ‘bicho’ que tiene”, indicó.
Rosa acotó: “siempre es porque el médico; porque no hay sala; que el otro médico que te tenía que atender no te atiende y así. Te tiene con vueltas de un lado para el otro. A mi hija la tuvieron un mes internada y no la operaban hasta que vine y los relajé a todos”, indicó. Hace un año la intervinieron a su hija en la vesícula. “Sabés lo que hicieron: la operaron con láser como de urgencia y le perforaron la punta del hígado. Ahora se hizo estudios en Paraná donde estaba estudiando y tiene perforada la punta del hígado y todavía tiene piedras así que no sé que clase de operación le hicieron”, dijo.
Norma Monzón acompaña caminando a su madre de 76 años quien concurre a controlarse al Masvernat mensualmente debido a que tiene un marcapasos en el corazón desde hace 16 años. “Nunca ha tenido problema de atención ni con los medicamentos”, indicó la hija. Sólo hay algunas excepciones. Una de ellas son los días de paro. “Tuvimos que esperar dos horas para que la atienda el doctor. La enfermera no sabía decirnos si venía o no el doctor. Los días de paro son muy complicados. A veces se pierde toda la mañana”, mencionó.
En otro de los bancos ubicado en el sector de césped ubicado en la parte delantera se encuentra Patricia quien suele acompañar a un familiar a realizarse diálisis. Ambos viven en Estación Yerúa y vienen en una combi de la municipalidad que trae a varios pacientes. “A él lo atienden lo más bien, no tiene ningún inconveniente pero se comentan quejas de familiares de pacientes en los pasillos o en la sala de espera de la guardia que tienen que esperar al médico, que sacan un turno y por ahí ese día no viene el médico y le dicen que tiene que volver para sacar otro turno”, señaló.
A Patricia le pasó algo parecido. Hace poco, en una ocasión que traía a su hijo para ser atendido en Odontología, pidió un turno para ella debido a que lo necesitaba. “Me dijeron que no. ‘Es un solo turno por persona. No le podemos dar a usted’. Eso fue en ventanilla. Yo se lo comenté a la doctora y me dijo: ‘no, te tienen que dar un turno’. Tengo que venir exclusivo para mí”, indicó. Para sacar turno hay que ir a las seis de la mañana y para la gente que vive lejos de Concordia significa levantarse más temprano aún. “Yo 4:30 ya estoy arriba. Es todo un sacrificio”, señaló.
El contraste con otros hospitales
No todos los encuestados se quejaron de la atención. Muchos aseguraron que siempre fueron bien atendidos. Pero lo que más llama la atención es el testimonio de personas que viven en otras ciudades. Dos mujeres oriundas de Villaguay casualmente estaban en el Masvernat debido a que, en ambos casos, tenían a un hijo hospitalizado por un accidente en moto. Y, al unísono, agradecieron la atención recibida y, al mismo tiempo, lamentaron el estado en el que se encuentra el nosocomio de esa ciudad. Una de ellas esperaba que su hijo se recupere de un traumatismo de cráneo y una pulmonía que sufrió a raíz de un choque con una camioneta ocurrido el último fin de semana. El pronóstico era reservado y no quiso dar testimonio porque no estaba en condiciones anímicas. Bastaba observar su rostro para reconocer que estaba con las lágrimas a flor de piel.
En cambio, Mirta Arriola, la otra villaguayense, manifestó que su hijo Javier iba como acompañante de otro chico a bordo de una moto hace una semana. Se subió sin casco y chocaron contra un colectivo. “En el hospital de allá no tienen tomógrafo. O sea que para hacerle una tomografía de cabeza tuvieron que mandarlo al sanatorio. Es de un extremo al otro, lloviendo, la ambulancia paró en la calle a él lo bajaron tapándolo con un diario la cabeza para que no se moje y le hicieron la tomografía. De ahí de vuelta al hospital. Estábamos toda la familia atrás y veíamos que no hacían nada”, indicó.
“Nos dijeron que había que trasladarlo porque sino no sé si yo estaría acá contándole esto. Nos vinimos atrás de la ambulancia en auto, pegado. Llegamos a las 10 de la mañana y a las tres de la tarde recién salieron los médicos a llamarme. Era lamentable, me dijeron, en el estado que vino. No le habían lavado las heridas. Con eso le digo todo”, indicó Mirta. El hijo resultó con traumatismo de cráneo y fractura de tibia y peroné
“Acá lo limpiaron, le cosieron la herida. El problema más grave que tenía era derrames en la cabeza y una fisurita en un huesito de acá” dice señalándose la nuca. “Lo único que le quedó era uno de los derrames y el domingo cunado le hicieron la otra tomografía está todavía ahí, Entonces siguen con los medicamentos, siguen controlando todo hasta que eso se vaya, Mañana (por hoy) le hacen otra tomografía”. “Yo pienso que, gracias a Dios, mi hijo hoy está bien”, manifestó. Lo único que no sabe es que su amigo pereció en el accidente. Los médicos aconsejaron que no lo supiera hasta que se recuperase. “Ahí lo tenemos con el cuento de que está grave en otro lado”, dijo.
“Lo único que tengo para este hospital es agradecimiento, para todo el personal”, dijo Mirta.